11 octubre 2005

Recuerdos I

El aire sutil del pórtico era lo más delicioso que uno pudiera experimentar ahí mismo, y más sentada en la mecedora; los sonidos de pajarillos que vuelven a sus nidos, en un suave atardecer, para preparar sus velas nocturnas, sonaban en completa armonía con el sol a medias, reflejante en el lago, tras la gran casa de madera.
Miranda disfrutaba de esos sonidos aspirando el ambiente plagado de flores y polen, típicos de la temporada de aquellos lugares. Todo encajaba en un cuadro perfecto de amarillos y ocres mientras ella recordaba como quien recuerda con ternura, como quien recuerda con amor, como quien se deja abrazar por lo que se vivió en otros tiempos, dejando asomar de vez en vez una leve sonrisa acompañada de un profundo suspiro...
Así se remontó Miranda a sus ayeres –muchos por cierto-, cuando vendía en el pueblo rica fruta fresca.

Todas las mañanas, ligeras o con llovizna, tenía prestas sus sandías, mangos y fresas, acomodadas alegremente con la mejor disposición para ser llevadas. Bien pudiera pensarse que les hablaba y les consentía como Mamá Gallina criando a sus pollitos sin pensar en el fatal destino que pudiera depararles...
Sí que era colorido el puesto donde acudían señoras, esposos, viajeros, amigas y uno que otro marinero que descendía del puerto para llevarse lo mejor que se ofrecía.

Ella, al igual que su fruta, irradiaba frescura y alegría a la más pura sencillez provincial. Tarareaba siempre esas viejas canciones que su abuela ponía y ponía en aquel fonógrafo. De niña lo miraba una y otra vez dando múltiples vueltas su traviesa cabecilla como si al mirarlo uno sacara la imagen de quien canta y le viera hacerlo vez tras vez. Ella soñaba...

Un solo melón le compró aquella mañana esa voz, uno sólo y su vida quedó prendada deseando ser ella la que se iba en esa bolsa.

Una sonrisa boba y perturbada y no supo más al decir que tenía las mejores pepitas para escupir. El pago fue una aplastante carcajada que más de dos señoras miraban asustadas.
-¿Acaso hay gente nueva en el puerto?-preguntaba Lolita en voz baja, solterona, absolutamente flaca que, desde los inmensos tiempos en que supo de las artes del conquiste, siempre acudía a ver lo que llegaba, a suspirar y soñar con caballeros en busca de sus mieles. Nunca tuvo suerte, no era agraciada de primera vista, pero poseía el gran encanto de hacer pasteles para su venta. Era la gran conversadora de Miranda que le ayudaba a pasar las tardes menos perezosas y lentas de aquel pequeño lugar. Pizpireta, curiosa y con dos círculos rojos notables semejando rubor natural en sus flácidas mejillas miraba a aquel hombre de espaldas en el puesto de Miranda y a su vez a ella quien, por obvias razones, se encontraba abstraída en esa figura de misterioso aspecto.
-Dicen que es un gran marinero - aseguraba otra señora-, que viene de lo más remoto de los grandes mares, muchos de aquí le conocen de chico, está decidido a llevar sus negocios de forma más tranquila. Ya tiene varias semanas acomodándose en la villa. Le ha comprado muebles al viejo Carpintero, otros más ha dejado a su encargo para diseñar y hacerlos a su gusto. Busca lugares y se mete a cualquier tienda, de ser turista en otro barco hubiera emigrado pero ha comprado la casa abandonada de la familia Requena. ¡Mejor uso no le pudo haber dado!.
Trae con él a un perro, siempre le grita en italiano y el perro le entiende bien. Familia no parece que traiga porque ha comprado la cama de Latón pequeña del difunto marqués, ése que dejó todo en la tienda de trebejos del judío Marcel...
¡La información precisa a la persona correcta!
Ya urgía despedir a ese cliente para poner al día a Miranda sobre ese señor que no paraba de reír y que platicaba con ella. Gestos y manoteos era lo único que Lolita miraba desde el mostrador en la panadería de enfrente...

7 comentarios:

Unknown dijo...

Esos contextos, esas geografías (las más importantes para mí perdidas), siempre ahí, en nuestra mente, aunque ya no volverán... Tampoco quienes las habitaropn. Saludos.

Anónimo dijo...

es increible el registro de los detalles,de las voces,de las imagenes.Y tambien es increible que todo tenga un final.
saludos
wena semana

China Rockers dijo...

Saludos amiga que tengas buena tarde :)

Metaforica dijo...

bello texto, casi puedo sentir la brisa..

Anónimo dijo...

Algo intenso se ve que va a pasar ahí, en el lugar de tu historia..

Freddy dijo...

quiero conocer a Miranda para comprarle unos exquisitos y jugosos melones y una sandía para preparar una rica agua fresca...saludos

RAYDIGON dijo...

¿Esta historia se pondra intensa?

Beso.