27 abril 2006

Encanto nocturno

Ella llegó a mi oficina causando muchas miradas disimuladas, era lógico en un mundo lleno de hombres y pocas mujeres por secretarias.

Sus tacones tan altos le delataron las piernas tan hermosas y largas. Entendí porqué hay mujeres que escogen un atuendo para atrapar a alguien... éste me atrapó a mi. Le hacía los grandes honores en mostrar sus pronunciadas curvas, una cadera tan fina que enardecía sus pechos firmes, como mirando al cielo en busca de algún ángel.

Llegó segura de sí, mirando y no, por el sombrero negro que le cubría el resto del rostro. Sólo sus labios se dibujaban sensuales ante una sonrisa amable, blanca y hermosa que invitaba a posarle un beso siquiera.

Pocas mujeres son tan elegantes al entrar a la oficina con guantes y un velo ligeramente disimulado. Si... arrastraba miradas.

Al llegar, solicitó con mi secretaria, una cita directa. Era obvio que enseguida le atendería complaciente sin tratar de demostrar tanta displicencia.

Así me contó de la inversión que deseaba hacer, así me llevó en fantasía de pensar la de cosas que yo podría hacer con ésa mujer.

Me rompió el leve ensueño para saber mi propia opinión, me costó concentrarme.

Por dos días solicitó la asesoría personal, después telefónica y al final una cita fuera de la oficina. Fue genial.

Su presencia en aquel restaurante causaba oleaje de miradas. Llegó más abierta, sin tanto formalismo, más confiada y hasta muy amigable. Ahí salieron las ganas del conquiste. Yo debía pensar que de alguna manera le era atractivo, muchas no se equivocaban al elegirme para algún affair de una noche o fin de semana.

Valí todas mis artes. Era alguien digno de un banquete que pocas veces cae en un plato como el mío.

Al percatarse del mutuo jugueteo brindó y no dudó en susurrarme que ya estaba mareada. Eso excitaba mi plan. Aceptó mi propuesta de ponerla más cómoda en mi departamento y así sucedió. Era endiabladamente hermosa y mística, con guantes, sombrero y ropa tan costosa que cubría casi todo su ser.

Brindamos con una copa más, miró mi colección de cuadros y algunas fotos de mi estudio hasta que coloqué mi mano en su cintura deslizando por el contorno de su espalda.

Poco a poco la plática se volvió más callada convirtiéndose en una respiración avanzada.

Opté por quitarle el vestido... despedía un olor extraño... –son las feromonas- pensé, y como príncipe llevando a la doncella, la posé en mi extendido lecho.

Ella sólo decía que tratara de aceptarla tal como era

¡Propuesta que estaba de más!... el olor se intensificaba... su humedad la delataba... eso lo sé. Mi experiencia me cuenta que hay mujeres que siempre son receptivas hasta cuando uno las besa apasionadamente.

Sus pechos, su espalda, sus piernas fueron exploradas por mis lentas manos, podía sentir su piel de una textura extraña...deslizable, ¿suave quizá?... ella yacía con los ojos cerrados, gimiendo el placer que le causaba la cercanía de mi cuerpo...

De momento decidí alejar su ropa y la mía de nosotros dos y los guantes de su mano fueron los primeros... sus manos, delicadamente las besé y descubrí unas membranas entre los dedos que no le había notado desde que la conocí. Me detuve un momento y ella me pidió proseguir... besé sus senos, besé su cintura, yo moría por tenerla ya...quité sus medias y el olor se intensificaba más de lo que yo esperaba... juraba que estaba en medio del mar porque algo afrodisíaco me incitaba a seguir.

Me detuve en seco: los dedos de los pies parecían escamosos con las mismas membranas simulando a las de un pato.

- ¿qué te pasó en tus pies?- le dije aún besándola- ¿porque lucen así?- ella sólo atinaba a pedir más besos y más abrazos, me decía que aquello era producto de su manera de ser.

Y me hundí en su vientre, estaba como poseído, algo acuoso comenzó a salir... una sustancia que no era nada parecido a alguna otra escena sexual... ella gemía... ya estaba en el éxtasis pero yo la miraba y de forma sorprendente su piel se transformó, me pedía más y yo parecía estar atado a ella, su cara se transformó, el olor era similar al mar y de momento todo, ¡todo cambió!

Mi clímax vino tan pronto como el de ella, creo que desmayé un poco, me tendí sobre el lecho...suspiré satisfecho.

Un poco más repuesto la miré... la busqué... ¡me levanté!, ¿dónde diabl...?

Ahí, junto a mí, yacía un charco flotante, cristalino, mágico lleno de agua que yo juraría inexistente...

Agua que no se consumía por mi cama, agua que hacía cristalino el fondo para ver...

Ahí dentro una sirena. De esas que te cuentan marineros jurando que no existen más que en tus sueños.

No me escuchaba, ni siquiera parecía mirarme...

Dormía... encapsulada en el olor azul, tierna, inocente, con luz.

Yo la miré...quieta, acurrucada, bella... derramé dos lágrimas de conmoción, poco me acerqué y me dormí.

8 comentarios:

The_Saint_Mty dijo...

Me recordé de una película donde sale Daryl Hanna, precisamente de Sirena...Que experiencia sería eso...Saludos!

Anónimo dijo...

Qué bonita noche... en la cama con un trozo de mar... bello!

Angeek dijo...

Tiene un cierto encanto terrorífico.

Anónimo dijo...

jajaja... que buena historia. Un final inesperado.
Saludos

Kix dijo...

Efectivamente el final es inesperado porque se hubiera podido pensar que el hombre no hubiera querido volver a saber nada de ella. Eso es tolerancia y no pedazos!!

argos dijo...

las sirenas sí existen...

también me conmociono cuando la veo "quieta, acurrucada, bella" (o debo decir -las veo- jajaja!!)

saludos comadriux hermosa

ya me había emocionado, creí que iba a haber más calor, jajaja!!

HugoLara dijo...

Uta! y yo que ya iba a comentar que aquí en la oficina llega una chica con similares características..es como una sirena..igual de imposible e inalcanzable en la realidad.

Enigma dijo...

... el twist es fantastico, jamas cri que algo asi leeria Yo en esta historia.

Un beso Dra

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra