31 agosto 2006

El teléfono

La chica llegó a su casa, como todo día común, como todo día normal después de un largo y tedioso día de trabajo.
Colocó los menesteres del súper en la cocina y presta se quitó las zapatillas que, si bien toleraba todo el día en el ir y venir de una oficina al banco y del banco al cubículo de su jefe, era justo que le diera tregua a sus pies con unas pantunflas reconfortantes de color miel.
Quitando toda clase de formalidades, desajustó los aretes y pulseras, saco y bufanda para ponerse algo mucho más cómodo que le hiciera sentir que realmente había llegado ya a su casa.
Tras eso, dio de comer a su gato meloso que no hacía más que recibirla acariciandose en los pies de ella, luego hizo lo que todos los días, por impulso, costumbre o aviso, fue a revisar el buzón de su teléfono que le avisaba que de menos tendría quince mensajes guardados.
La luz intermitente del aparato añadía también que las llamadas eran en algunos marcos de horario, repetidas. Accionó los mensajes que uno a uno se iban reportando.
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Uno, de su amiga Clara, que reclamaba en tonos muy alebrestados el plantón a su cita de hoy a la hora de la comida. La chica se llevó la mano a la cabeza como recordando ése último pendiente y hablando casi al mismo instante que la voz en la grabadora pidiendo perdón varias veces.
Sí, lo había olvidado.
Las horas de la oficina la habían absorbido y dejó en su cumpleaños de Clara un plantón en el restaurant más selecto a su amiga consentida.
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Otro más era para recordarle el pronto pago del servicio de gas que, hoy por hoy las grandes compañías se toman la molestia de avisar que uno debe de ir a pagar antes de que se haga el corte o de lo contrario ya estaría disponiendo de agua solamente fría y sin poder calentar nada en su alegre cocina.
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Una típica llamada de alguna persona que, al escuchar su voz breve de perdir que se dejara un mensaje, se escuchara colgar de súbito. O no la encontró y detesta hablar con máquinas o simplemente era número equivocado.
-
Un cuarto mensaje le decía una voz masculina, fuerte y en tono de conquista que su voz por teléfono sonaba bien. Sin más recado colgaba.
Era éste numero el que se repetía por varias horas y que ella no había puesto tanta atención hasta que escuchó la misma voz en los siguientes mensajes.
A cada llamada el mensaje aumentaba.
Al sexto mensaje de voz, en la tarea de ir acomodando la ropa y arreglando algunas cosas que en la mañana quedaron incompletas, la dejó quieta, congelada y extrañada el que ya la voz le diera señas particulares de que la conocía, de su color de cabello y de la ropa que ayer llevaba puesta. Y no solo eso, sino que le pedía una cita para poder conocerla físicamente. El tipo se escuchaba realmente interesado aunque por la cabeza de ella lo más aterrorizante era que no dejaba nombre y sólo en el identificador aparecía distinguido como llamada particular.
-¿quién era ése tipo que se atrevía a llamarla describiendo e insistiendo conocerla?
-
Así dos mensajes más y sin nada mejor que hacer se llenó de pánico tratando de borrar lo que había escuchado. Discretamente trató de asomarse a la ventana, al edificio de enfrente, buscaba tal vez alguien que estuviera sospechoso, pero todo allá afuera transcurría de una forma en la que nadie estaba enterado de lo que ella estaba pasando.
Miraba a su teléfono como queriendo saber quién diablos había llegado a asustarla de tal manera. No quiso hacer más llamadas y prendió el televisor.
-
Trató de no sugestionarse y se dirigió a la cocina, el cereal que acostumbraba la invitaba a servirse un buen plato acompañado con avena y en ése momento leyó de rápido la correspondencia que había llegado mientras allá en su recámara la televisión narraba un evento cómico sucedido en algún lugar. Risas grabadas.
-
Tomó una ducha y pronto el cansancio le vino y la televisión quedó hablando sola hasta que en automático, marcada una hora determinada por programación, ésta se apagó y quedó todo tranquilo y en silencio.
Ella dormía completamente.
11:45 p.m. Suena el teléfono y de súbito contesta adormilada... es la misma voz, ésta vez haciendo gemidos, diciendole cosas que le despertaron por completo.
Ella grita ¡idiota! azotando el telefono.
Gira y se acomoda nuevamente para volver a dormir.

30 agosto 2006

El barrio II

...Era ya muy noche, de esas noches en que la casualidad de los tiempos hace que todo mundo se encuentre en sus casas sin asomar un ojo para ver los paseantes nocturnos.
-
Una explosión de no se sabe dónde produjo el sobresalto de las ancianas, que si bien eran sordas, muchas oyeron por demás tan semejante alboroto. Ni se diga de perros y aves que se movilizaban en las casas proclamando libertad.
Otra segunda explosión y los gritos y cristales estarían programados. El pánico se hizo presente.
Todos salían, unos se asomaban, gritaban que era el fin del mundo, decían que ya la guerra había comenzado.
La fábrica de químicos, instalada en la pared de lo que colindaba con los edificios, que albergaba a una gran parte de habitantes de esa unidad se encontraba en peligro así como el resto de los que vivían cercanos a la fábrica.
El despertó, sabía que su padre tendría que llegar en media hora terminado su turno en el lugar. Su madre se alarmó, no dejaba de gritar que el fuego se propagaba a las casas que ya venían cerca a la suya.
El caos comenzó y todos salían de edificios, tirando cosas, bajando a todos los santos. Era momento de evacuar la zona pero... ¿y ella?
Ella descansaba, parecía que tras varias noches sin dormir quedaría eternamente dormida.
El miraba insistente a su ventana, deseando que se asomara, o tal vez esperando que tocara su turno de apenas llegar a su casa.
No sabía nada de ella y mientras sacaba a la abuela y viejos vecinos no dejaba de asomar de tiempo en tiempo, un vistazo a la ventana de enfrente.
Finalmente la explosión tercera le dió el valor de ir a tocar a su puerta. Algunos edificios comenzaron a temblar.
De la tierra comenzaron explosiones de gasoductos internos que parecían raices de edificios.
Poco se imaginaba que, tras los escandalosos toquidos que daría, aún la iba a encontrar somnolienta y poco alarmada por saber lo que estaba sucediendo alrededor.
Le pidió que cogiera algo para taparse, que agarrara su bolsa o lo que tuviera más cercano.
Ya los temblores de edificios cercanos hacían que las escaleras tronaran descomunalmente.
- ¡Olvida todo lo demás, se incendia y tiembla la unidad!
La tomó de la mano, vió que aún dormida era de verdad hermosa.
Ella reconoció su rostro de inmediato y trató de sonreír -costumbre de su trabajo- y simpatía tal vez.
Prestos a bajar se tomaron de las manos, evitando tocar paredes que se desmoronaban, bajar del quinto piso a planta baja sería un acto de fé.
Los pasamanos se derrumbaban y ella se aterrorizó, al bajar un escalón lo abrazó y cerró los ojos y el miró cómo de arriba se les caía el cielo.
-
El amanecer estaba lleno de ambulancias, bomberos y noticias. Había sido una inocente masacre accidental. Todo olía a gases toxicos.
Los edificios estaban irreconocibles y nadie sabía mucho del paradero de sus familiares.
Ellos habían tratado de salvarse y quedaron en tan sólo un vano intento.
Más tarde reconocieron un cuerpo, agarrado de la mano de ella y recargada sobre sus pecho.
Tristemente nadie le lloró a ella.
Al chico, familiares y amigos le rezaron mucho deseando que entrara en la Gloria de Cielo.
A ella la mandaron a la fosa común.
El resto, es historia que salió en los diarios durante varios días.


FIN

29 agosto 2006

El barrio

A pesar de relacionarse con los hombres aún le costaba trabajo sociabilizar ante un grupo de personas. Bien sabía su profesión, sin embargo, era de las que en la intimidad sabe desarrollar las más grandiosas estrategias de conquista, de seducción, de sodomización o de relajamiento, según lo que pidiera el cliente.
Frente a la gente no era más allá que alguien bien vestida, de gustos más notorios y de comentarios cortos, mucho le faltaba para parecer conocedora de la política o gran conversadora de libros y personajes culturales, por ello, siempre prefería mururar alguna melodía y distraerse hacia donde nadie le pudiera incomodar.
Raro en alguien que, como ella, debía saber ganarse las miradas furtivas de otros hombres cuando acompañaba a uno, debía mirar como miran las otras, envidiando su cuerpo y cara, debía ser viborezca y faltal ante la mirada pública... pero no. Sólo adoraba el arte de ser buena acompañante aunque callara casi todo el tiempo.
De todas edades le llamaban para su labor, aunque ciertamente eran los viejos, esos que de canas y calvicie siempre se quejan, los que de manera imperante la mandaban llamar. Tal vez sería su callada voz la que les llamaba la atención o la que preferían para evitar preguntas indeseables antes de enfrentarse a decir alguna verdad de su dinastía o carencia de placer.
Viviendo en un barrio de clase media, sabía que cumplía lo que todo ciudadano, compraba víveres, hacía limpieza, no gastaba en excesos ni llevaba gente a su hogar.
Eso era punto y aparte.
Sólo un joven le veía salir por las tardes, uno que vivía enfrente, se daba cuenta porque siempre estaba él también afuera, sea con amigos o jugando con su pelota pintada en la cancha de basquet ball.
Trataba de adivinar en qué diablos se la pasaba de las tardes a las madrugadas.
Alguna que otra madrugada, en plena fiesta de calle, con amigos y alcohol, él la vería llegar en taxi, ataviada de grandes pieles, o ropas, o pequeñas faldas.
La imaginaba de Azafata, otras de enfermera, tal vez trabajaría de mesera en algún hotel de lujo. Una ejecutiva jamás, pues nunca asomaba la naríz más de madrugada que de las diez de la mañana.
La veía sonriente, tranquila, otras pasada de copas. Pero era en realidad ése chico quien de verdad le seguía los pasos desde que llegaba a su casa.
Cuando se peinaba en la ventana él no la miraba directamente, podía hacer otras cosas en el patio excepto captar su atención.
Ella sabía de él, le causaba curiosidad verlo cuando marchaba a trabajar y regresar de ello. Con un uniforme de esos en los que se despacha la comida rápida.
El barrio no era de pobres pero sí de gente que lucha por trabajar y estudiar al mismo tiempo.
Ambos vivían sus vidas y el día a día.
Ella nunca se atrevería a llamar su atención. Prefería ser amistosa más que melosa.
Todo transcurriría en la más absoluta rutina en el barrio de ellos dos hasta que algo diferente sucedió dentro y fuera de sí...

Continuará...

28 agosto 2006

El parque

Era cálida esa tarde en el parquecillo de la gran ciudad.
Próximo al otoño, ya comenzaban las alfombras de color ocre en los pasillos donde las bancas también se cubrían de hojarascas. Era como si de repente todo comenzara a desnudarse y pudiera verse hasta el rincón más escondido de los troncos y arbustos.
Ya los pajarillos comenzaban con trinos diferentes. Apresurados en guardar semillas, o si no, de menos comer las más posibles para esperar el duro invierno que tendrían después.
Por las mañanas es el paso de los escolares, a medio día resulta el refugio de viejos jubilados y de los que matan un poco el tiempo leyendo los diarios antes de laborar.
Por las tardes es el alegre lugar de los chicos donde ahí, justo en el centro, hay juegos y colores, risas y hasta llantos de uno que otro que se ha caido en la dura tierra.
Hay amantes, hay pacientes, hay vendedores de antojitos cualquiera. Se oyen gritos y el paso de los autos resuena hasta el fondo donde los árboles pierden de tiempo en tiempo sus ramitas que les acompañaron ése año.
¿Quién no ha pasado unos momentos de la vida sentado en un pequeño parque?
Sólo una vieja sabe que en ese parque ha vivido casi por siempre. Primero fue una dama, después una cualquiera y al quedarse sín más refugio perdiendo su belleza, optó por vivir en la última banca con cartones y basura y uno que otro sucio recuerdo.
Lleva diario un carrito donde transporta cosas que pueda cambiar. Hace servicio de basurera e incluso ayuda a los podadores del pasto a que el parque luzca mejor.
Hoy la vieja no se ha levantado, sigue dormida ahí, en la banca suya. Anoche la hubieran oído algunos amantes toser demasiado pero hoy sus ojos y semblante se miran demasiado serenos.
Hay palomas alrededor, comen de las migas que ella tiró anoche.
Ya no temen a su cuerpo y se atreven a subir a sus pies.
La vieja duerme eternamente. Quizá decida vivir su alma por siempre ahí.
De momento su cuerpo ya le ha abandonado junto con lo poco que enterró en algunos rincones de ése parque.
Por la tarde se darán cuenta los jardineros, declararán al municipio lo último que ellos recuerdan de ella y cruelmente irá a dar a la fosa común dejando atrás un pasado que decidió fuera demasiado libre.
Aquel parque se sigue deshojando, recibirá los fríos y los tiempos cambiados. Extrañará el canto de la vieja de buenas y las maldiciones lanzadas a sus ladrones furtivo.
¿La recordarán?
Tal vez.
Cuando el parque quede solo sin alguien que quiera transnochar junto a él.

24 agosto 2006

Entre conocedores

Hoy en día es más común hablar de la vanalidad del clima, del mundo del espectáculo y de los problemas citadinos que de otras cosas que en realidad son el día con día en el alma de cada ser humano.
Cada vez las mujeres hablan menos y sorprendentemente más ?compacto? es su estilo de narración.
Cada vez los hombres compiten por un mejor celular o están actualizados en la nanotecnología.
Es difícil creer que aún en nuestros días de innovaciones y sofisticación interconectada de comunicaciones actualizadas y de último grito aún se carezca de conocimientos para el sentir, aunque se tenga un gran auge en todo lo anterior la vía primaria de persona a persona se está perdiendo en el sentido estricto de transmitir afecto.
La ciencia ha dominado el terreno de la comunicación, pero el conocimiento afectivo ¿en dónde se perdió?
¿Cómo es que una persona no es romántica?
Fácil, basta escuchar que jamás mandaría rosas a su pareja porque a ella le salen ronchas.
Y sólo por eso evita el punto.
Romántico se confunde con la necesidad de comprar o demostrar algo con objetos.

¿Cómo lograr que hasta un témpano de hielo se derrita?
Es la pregunta clave para que la humanidad ?de menos- se eche flores a sí misma y piense que en el fondo puede hacer algo de bien a su prójimo.

Carlos no es el hombre que demuestra amor por todos los poros de la piel sin embargo tiene oportunas atenciones para con su novia. Aunque Lety se derrita por un abrazo o un beso que venga de él sin que tenga que decir que la quiere. Hay veces que no ve los puntos buenos que Carlos ofrece.

Ambos en ese terreno hablan idiomas completamente diferentes.
Carlos puede dar ponencias por horas de cómo anda el mundo, de cómo las finanzas suben y bajan de costos y hasta logra ser aplaudido por sus superiores.
Puede hacer un gran tratado sobre la mente de los políticos sobresalientes.
Pero cuando se toca el tema de amor simplemente critica y decide pensar que es un tonto quien actúa con el corazón.
Lety no; puede ser culta, educada, inteligente si sabe entender lo que pasa alrededor de ella con detalles ligeramente explicados pero no profundiza rasgándose las vestiduras cuando sube el petróleo.
Lety habla más con su cuerpo, con su mirada, con las manos.
Cuando ambos van a fiestas resultan divertidas hasta que todo, por alguna razón, torna en tema político. Hasta ahí llegó la interacción. No se habla de sentimientos, no hay un beso en el ínter al servir más refresco, no se presume en la fiesta que es la pareja que se ama ni hay plática de lo que ambos planean hacer en el futuro. De soledades y tristezas ni siquiera pronunciarlo porque con un efecto matemático departe de Carlos todo parece una ecuación sencilla.
Ella desea hablar por horas con él como lo hace con sus amigos, con sus amigas, con gente que habla mucho sobre la capacidad de amar de la humanidad, pero no lo hace desde el momento en el que el sexo son dos besos, dos tocadas de tetas y una penetración sin siquiera existir caricias continuas.
Ni se diga un ?te amo? al llegar al clímax. ¿Existe eso?
Ella puede dar consejos buenísimos en temas del corazón, puede ser el paño de lágrimas de algunos hombres y mujeres que la escuchan hablar sobre perdones, desamores y dolores, puede ser la conciliadora de parejas y formadora de matrimonios? pero puede serlo con todos menos con lo que pasa en su vida. Ni siquiera ha logrado pensar en un vestido blanco y con velo que le quedara hermoso algún gran día.
Suena a tema tabú tal vez.
Como la vida de Carlos y Lety puede haber allá afuera una situación similar entre millones de conocedores, de hombres a mujeres o de mujeres a hombres.
Entre los expertos de lo positivo y lo negativo, entre las matemáticas y las flores, entre la guerra y la paz siempre hay un puente donde ambos se conectan y/o transforman.
¿Habrá alguna fórmula o hechizo para mediar ello?

23 agosto 2006

Mala pata

He visto cómo hay personas que se jactan de ser felices en la soledad de sus habitaciones, dejando que el teléfono suene y suene sin que acudan con prisas.
Me cabe en la cabeza pensar cosas buenas y malas de lo que pudiera pasarles sin que nadie siquiera perciba sus pasos en el techo, pero de manera personal me da pánico saber que de un día a otro no se llegue a saber de quien vive solo.
Todo esto a razón de que, tras un viaje obligatorio de trabajo, ayer volví con la carga típica de dos días de dura labor.
Imaginando llegar y encontrar la frescura en una ducha de agua caliente podía ya sentir el acurruco tierno de mis sábanitas o de menos una cena ligerita con algo de leche fría.
¡Cuál!
¿La sorpresa?, una de mis llaves, que en vacaciones se la presté a Periko no estaba en mi llavero.
¿Lo peor?
Era la llave de entrada al edificio.... ¡Dioses!
¡A esas horas de la noche ningún vecino anda rondando la calle!, en su mayoría viejitos se guardan muy temprano. O caso grave, algunos de ellos son sordos.
Mi intento por meter alguna otra llave fue en vano, esa chapa la diseñaron para que no fuera abierta de manera fácil y que no entrara cualquier otro desconocido... la desconocida era yo.
Caso dos, intenté tocar la ventana del vecino que está cercano a la puerta, pero todo estaba oscuro y nadie parecía crear ruido allá adentro.
Esperé 10 minutos a que alguien oyera ruido... ¡nada!
Mis pies molidos y con un gran costal de cosas cargando hizo que en definitiva me quedara sentada en la banqueta, aguardando a la suerte de ver quién entraba después de haber paseado en última hora a su querido perro.
Tocaba el cristal y nadie siquiera veía quien osaba hacer ruido, mejor se asomaron los vecinos de enfrente y no los que yo necesitaba que enseñaran la naríz.
El cuento no es largo:
45 minutos de espera y llegó en taxi un individuo que mi hijo le llama El Mago; siempre vestido de doctor se le ve salir pero jamás entrar.
Esta vez me tocó ver su hora de llegada.
¿Lo curioso? ¡Me preguntó a quién buscaba yo! - Yo vivo aquí- le dije con cara de asombro y enfado, aunque él tuviera sus dudas, me colé de manera rápida sin proponerme hacer mayor plática.
Me entró un pánico indescriptible... si me muero ahí en mi depa yo sola percibirán que ya no existo por la peste de muerto descompuesto ¡pero jamás sabrán quién diablos era yo!
Comienzo a pensar que vivir sola es parte de una naturaleza humana buena aunque muy cómoda para los que no quieren ser parte de alguien, ¡sólo te visita y se van!.
Creo que a partir de mañana tendré que hacer más amigos-vecinos o de lo contrario en algún momento de crisis como ésta nadie sabrá de mi real existencia.

18 agosto 2006

Misterio

Era toda soledad la casa abandonada, llena de polvo, soledades, silencios y ecos. Sólo las luces de afuera, por la noche, llegaban a iluminar sus adentros.
En casos de noches lluviosas y tenebrosas lo abandonado hacía que se produjeran ruidos, nada ajenos a la soledad de su vivir.
Ni un ratón a la deriva, ni arañas que pudieran tejer y atrapar a esos insectos que pululan en los rincones.
Tenebrosa y callada, sin luz ni sombra, sin pies ni sombras.
Ahí vivía una familia feliz, humilde y unida formada por un hombre que bien a bien trabajaba todos los días dedicando las horas a máquinas y maquilas que tomaban sus ojos pelo a pelo.
De mañana todos se paraban casi al unísono despertador mañanero mientras que la bondadosa ama sumisa entregaba loncheras y desayuno a los tres que se sentaban a su mesa: El marido y sus dos hijos de edades pequeñas. Uno al trabajo y los otros al colegio, deseando e imaginado lo que harían si fueran super héroes.
Los fines de semana habitaba la algarabía, ruidos y música y parentela completa.
Llegaba la abuela, los tíos y primos y disfrutaban de francachela, guitarra y cuentos.
Todos posados en el patio trasero donde hubo una casita de perro que jamás la habitó can alguno. Era más bien, el escondite perfecto para los soldaditos de plástico.

-
Así la vida de esa familia, así los ruidos de casa pequeña. Así la rutina que llegó a comer en el mismo plato de alguno de ellos, así la pobreza que había en algunos momentos

-
Un día pasó lo inesperado.
-

Toquidos siniestros en el portón, desesperados e incontables.
Era una tarde que comenzaba a llover, los niños en deberes de escuela y la madre en la mesa, vigilando jugueteos y peleas entre ellos. Se asustaron al ruido intenso. Y es el radio era lo que escuchaban, narraban cierta escena asesina entre un ladrón y una damisela que deambulaba a deshoras en los callejones vacíos, ¿una puta quizá?-en la radio no lo dirían.
Primero el portón, luego una pared.
Se congelaron las miradas de los tres que se cruzaban entre ellas.
La señora acudió pronta cruzando el patio sin llegar a cubrirse.
El portón con semejante ruido se abrió.
Una goma rodó, un lápiz rebotó en un cuaderno, cuchicheos allá afuera y un grito desgarrador acompañado de chillidos fue lo que en la sala llegaron a oír. Ninguno se animaba a salir? ¡o al menos esperaban que pasara más!... ruidos, sollozos? calma.
Los pasos venían del patio, alguien venía acompañado.
Era su madre acompañada de su marido, roja, temblando, mirando a sus hijos con una semisonrisa.

Los miraba a ellos y lo miraba a él.
El hombre fue el que rompió el silencio:


- ¡¡Nos sacamos la Lotería Hijos!!... ¡no más pobrezas ni trabajo de burro!.
....

La mudanza sería días más tarde, no mucho por llevarse, casi todo quedaría intacto.
Una nueva vida, un nuevo rumbo, un barrio diferente y una casa olvidada atrás.
El cierre del portón fue lo último que llegó a hacer aquel hombre por el lugar.
Quedaría así por si la desgracia los acompañara de nuevo.

Gatos y habitantes nocturnos harían compañía a las paredes y al frío.
Era toda soledad la casa abandonada, llena de polvo, soledades, recuerdos, silencios y ecos.


*** La versión original estaba muy loca. Preferí disminuir el nivel de stress por ser viernes.
¡Buen fin!

Buahhh!

Se me borró el escrito de hoyyyy !
Snifffffffff.
¡burrraaaaa yo y burro Blogspot porque no tiene la opción de Control+Z para regresar lo que se hace....
GRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR

Esperen a que me inspide de nuez en un rato que vuelva a mi máquina...

AsSSShhhhhhhhhhhhh!

17 agosto 2006

Mientras Llueve

"Ella lo fue a buscar a un lugar lejano a su diario vivir. Se fue escondiéndose de todo y de todos, hasta de sí misma.
Trataba de olvidarse unas horas de sus obligaciones, de sus responsabilidades y de los seres que la amaban.
Iba a verlo a El. A su primera pasión. No era su primer amor, habían existido hombres en su corazón de joven, pero ella no hubiera dado todo por ellos, ni arriesgado todo.
Trataba de concentrarse en el paisaje, era un lugar bello al que se dirigía. Casi siempre se habían encontrado en lugares hermosos por azares del destino ya que dependían de a donde lo enviaban al del trabajo. Aunque solo se habían visto dos veces en los últimos 5 años.
Esta vez era Michoacán, con sus verdes bosques coronados por pequeñas nubes. Era Octubre, había llovido mucho en verano y todavía las flores se aparecían por todos lados. Sus favoritas eran las cosmos, perfectas y rosadas que cubrían como sabanas grandes extensiones. Quería ver todo pero tenía que poner atención al camino; nunca había manejado por aquellos lugares y le daban pánico los barrancos.
Después de manejar algunas horas llego, cansada y expectante. Le llamo al celular, el tardo en contestarle. Ella sentía frío, quien sabe si de nervios o porque en aquel lugar el otoño era muy fresco.
Le dijo a donde se dirigiera y en donde lo esperara. El también debía cuidarse. Guardó su coche en un estacionamiento. Tomó un taxi y le mintió al taxista diciéndole que su esposo estaba en un curso y que ella lo alcanzaba para pasar juntos el fin de semana. Hasta mentirle a un desconocido le daba miedo.
Lo esperó largo rato en el lugar acordado. Lo vió igual, igual que hacia 3 años, alto, flaco, desgarbado. Se dirigió a ella y ella lo recibió en un abrazo. Un abrazo de alegría y nostalgia por aquel amor que había nacido hacia tanto, tanto tiempo.
Hablaron solo unos minutos, fijaron el lugar donde se verían mas tarde. Era demasiado tarde para ella, ella tenía que regresar, pero ¿qué hacer? ¿Olvidarse de verlo unos minutos más? Sabía que tal vez pasara mucho tiempo antes del siguiente encuentro. Asintió, ilusionada y preocupada. ¿Ahora que haría? ¿Como justificaría su ausencia por tanto tiempo?.
Lo decidió en un segundo, pasaría la noche ahí, y que fuera lo que Dios quisiera. Regreso al pueblo, busco el hotelito que el le había mencionado. No la habia obligado a quedarse, le dijo que la buscaría ahí, y que si no la encontraba el lo entendería.
Llamo a la ciudad, dijo que su junta terminaría muy tarde, que prefería quedarse para más seguridad y que al día siguiente salía temprano. No percibió dudas del otro lado de la línea, todo saldría bien.
Esperó, esperó y esperó. Se sentía sola, triste, hambrienta. Decidió de pronto salir, comer algo y husmear por ahí. Había tantas cosas lindas en aquel pueblo y ella no las había visto. Camino varias cuadras, vió muchas artesanías. No compro nada, todo la delataría, aunque habia cosas fascinantes. Comió algo y regreso al hotel. Tal vez el ya estaba ahí, esperándola. Pero no, nada habia pasado. Dios santo, ¿porque tarda tanto? ¿Porque?
Paso el tiempo, y desde el cuartito rústico lo vio llegar. ¡Por todos los cielos!, tenía tantas cosas que decirle, que lo seguía amando, que si él quería ella lo abandonaba todo, su vida, su trabajo, todo.
El comenzó diciéndole que estaba cansado, que tenía mucho trabajo, muchos problemas que no tenía dinero, puras quejas. Ella lo escuchaba atentamente, esperaba el momento que la atendiera a ella, que le dijera una palabra solo para ella. Había pasado tanto tiempo sin escucharlo en vivo y como dice la cancion, ?el teléfono es muy frío, tus llamadas son tan cortas?.
Ella sabía que tenía problemas y no podía hacer nada por él, sólo alentarlo. Alguna vez le contó que leyó la historia de un amor como el suyo. Un amor al que la distancia alejaba de todo lo mundano, y que ese amor viviría para siempre dentro de una esfera y que jamás sería corrompido por los problemas diarios. Ella no lo escucharia roncar ni tendría que lavar sus calzones balaceados. El no veria sus arrugas ni como se le caían los pechos. Aquella vez se rieron mucho. Ahora todo era tensión.
Tanto esperar, tanto arriesgar para nada.
O no, no para nada, para darse cuenta de repente, que a él solo le importaba él mismo, que el amor de ella es el que siempre estaria guardado como una joya. . El amor de él ya no existía. Que era un ser lleno de egoísmo, que no valoraba para nada lo que ella sentía por él.
De pronto se dio cuenta que su amor había sido desperdiciado de una manera tan espantosa que le dolió el estomago, sintió ganas de vomitar y de salir corriendo.
Todo en un instante, mientras afuera ser descargaba una tormenta terrible como el dolor que sentía.

Llovía tanto como la cantidad de lágrimas que tenía atoradas en la garganta, en el pecho, en los ojos."

*Aportación de Un escrito hermoso hecho por Mimí.
¡Mil gracias chica!

16 agosto 2006

Cambio de flujo

Es increíble cómo una persona pueda transmitir tal cantidad de energía negativa que influya hasta el individuo más tranquilo que ande merodeando por allí.
Es definitivo que en la oficina siempre hay tensiones, cosa cotidiana de todos los días. Ningún día se repite y a veces sorprenden los giros que suceden.
Ayer me tocó a mí.
-
Hay una persona que se le ha denominado la Bruja del Este, porque siempre que hay armonía rompe con todo y tras sus ironías deja el aire enrarecido. Siempre tratamos de que no vaya más allá, pero ésta vez me intoxiqué.
¡En serio!
Salí de esa junta con la lengua viperina, cascabeleando, con mirada de maldita asesina del oeste mirando a quien estuviera a punto de tocar su pistola y yo fuese la primera en disparar... El veneno corría en cantidades abundantes dentro de mí.
La lucha fue interna, tratándo de ignorar que en aquella junta todo lo perfecto lo hace la Bruja y alrededor de ella están los que son imperfectos.
¿Lo peor?
Que es una enfermedad de moda, es algo como la Peje-enfermedad, sucede, todos lo ven, están concientes del daño pero nadie, NADIE tiene los hue... para decir ¡BASTA!
Salí de la oficina como nunca, palabreando conmigo misma que ya me estaba mojando la maldita lluvia; entré al metro y de forma cabrona no me detuve a ceder el asiento.
- ¡que la vieja vaya parada!, no es mi culpa...
y le daba vueltas al asunto de cómo dejar de temer a la Bruja del Este y del cómo untarme mantequilla para que no me afectara.
Salí y no me importó mojarme, cada paso era dado por uno de esos soldados que andan en Hezbolá...
Mandé a varias personas por mensajillo de celular una plegaria de ayuda para que me cambiaran el flujo de energía, una nunca me contestó, otra sólo preguntó en donde andaba, una más me mandó un chiste tan estúpido que fue la que me hizo reír... otras más sólo trivialidades pero jamás tomaron en cuenta mi plegaria.
Ál menos traté de pensar en algo diferente.
Me sentía rodeada de una nube pesada que pocas veces he cargado.
El pipila era ligerito a comparación de lo que cargaba.
Los besos de una parejilla de pubertos me retumbaban en el tímpano cada vez que se acercaban: definitivo, estaba poseída por cosa mala.
-
Yo, la que tanto escribe en el blog cosas positivas, de nubecitas rosas y alegrías pajarescas ¡ayer no pudo combatir mentalmente la energía que le envenenaba la sangre!- ¡Dioses!
-
Llegué a casa y sobre la mesa había el juego de Scrabble que hacía poco lo compré. Me senté, lo abrí, comencé el juego y la mente divagó entre palabras y ejercicios para formar la palabra.
¡Y sucedió!
Cambió mi perspectiva de mirar las cosas nuevamente, no con la velocidad que necesitaba pero de forma gradual fue disminuyendo.
Y como en esos juegos en donde las letras por arte de magia te dicen artes adivinatorias terminé las palabras completas a excepción de 4 fichas.
Nunca pude acomodarlas en ningún lado, por más que busqué una sílaba, nada, ni siquiera como para que el pretexto estuviera en algún hueco.
De repente, ahí en el pequeño atril, acomodé las letras faltaltes y las miré atónita y saqué una carcajada enorme, tan grande que mis peces saltaron de súbito.
Las letras ya una vez acomodadas: SEXO.
...
- Es definitivo, hasta la misma palabra puede relajar hasta el demonio más encabronado que uno pueda llevar por dentro. ¿No es maravilloso?
-
Hoy espero que exista una nueva nube de buena vibra ante la Bruja del Este.

15 agosto 2006

En un colegio

Y otra mañana comenzaba en el colegio del Profesor Latón.
-
Muchos entrarían por vez primera a esa conocida escuela.
Otros tantos se preguntarían qué maestro tocaría en suerte.
Algunos niños madrugaban y otros, que eran llevados de la mano de sus papás aún se resistían por entrar solos y descubrir nuevos amiguitos.
¡Cuadernos nuevos, loncheras divertidas, lapiceras coloridas y gomas con olor a chicle!
-
Había juegos, banco de arena, una pequeña alberca que sólo durante abril y mayo permanecía llena; aún así era más divertido jugar en ella vacía que llena.
El profe tenía la fama de ser muy exigente, tanto con los demás colegas como con los chicos que cursaban por primera vez el año.
Dábale clases a todos los pequeños y en homenajes era quien mejor los organizaba.
Nunca faltaba el chico travieso, aquel que le jalaba la trenza a la niña más chillona... pobre si osara hacerlo en presencia del Profe: veinte vueltas al patio cuando todos los niños estaban en homenaje. Durante dos días limpiaría borradores y estaría a cargo de levantar papeles a la hora del recreo.
Ese castigo ningún chico lo quería, ya que se colgaba un chaleco donde venía la leyenda: "No me porté bien y debo corregir mi comportamiento".
Algunos lo portaban de manera tan frecuente que podría pensarse que ya era parte del uniforme. Ni ellos se ruborizaban ni los papás hacían mucho por evitar éste tipo de sanciones.
La Maestra Tere, de las que cuchichea y critica a los padres, siempre inculcaba el respeto a los abuelos, ¡ah! pero nunca le critiquen su peinado, de esos que tapaban la cara y hacían una máscara total con sus lentes de los años 70´s.
La Maestra Marilú, arrancaba suspiros por ser la más tranquila. Aunque su voz se oyera hasta el patio trasero al hacer que todos recitaran las tablas de multiplicar. Muchos de los chiquillos hacíanle dibujos con colores chillantes en acuarelas, crayolas y plumones.
Apuesto a que uno de ellos de verdad conocería el amor platónico a su temprana edad con Marilú.
No podía faltar el conserje, humilde y trabajador, acompañado de su esposa, quien se encargaba de los mandados de los profesores y hacía cualquier arreglo a los juguetes de los niños.
Tal vez ellos eran los que más labor hacían al platicar en el recreo con algunos que les hacían bolita. Juanito les narraba historias de su pueblo y casos tenebrosos como los del nagual y la llorona.
Si faltaba alguien en la escuela era Manchi, la directora de la escuela. ¡Oh!, gran mujer que enseñó a muchos el deber del ser humano. Yo de ser chiquilla, hubiera querido que fuera mi maestra porque las matemáticas se le daban tan naturales que cuando las explicaba parecía un cuento fantasioso, de esos que dejan siempre picados.
-
Y otra mañana comenzaba en el colegio del Profe Latón.
Saludando al Lábaro patrio y cantando con mucho orgullo.
Ya con los días todos los irían conociendo y así también con los días todos se llenarían de conocimiento.
En la escuela tanto grandes como chicos no paran nunca de aprender.

14 agosto 2006

Un ayer y ya un mañana

Después de un grato fin de semana donde los amigos, el Golf y una escultural mujer le hicieron sus días placenteros hoy se paró con el gesto cambiado, un traje nuevo y un porte diferente.
Tomó las llaves de su hostentoso auto y se dirigió en carretera hacia el centro de sus negocios.
Ya no era el mismo ser sonriente, ya no era tan complaciente, ya su voz se escuchaba exigente y preguntaba sobre los cambios en la bolsa, la situación económica y las mobilizaciones políticas.
-
Su mundo en un nuevo amanecer había cambiado por completo y estaba listo para el agitado día que le esperaría; aunque en realidad era lo que más le excitaba de la jornada laboral.
Comidas, tratos de negocios y una que otra cita virtual le llenarían la semana de cosas interesantes.
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Ya llegaría de nuevo el fin de semana donde él cambiaría, donde se volvería sociable, donde pondría la voz de conquistador y hasta llevaría a su perro a dar un paseo por la playa del viejo barrio de la Costa.
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Mientras tanto él como el resto de muchos hoy va prendiendo la computadora hablando por su nextel.
-
Y así comienza su jornada.

11 agosto 2006

Reencuentro

Mi reencuentro contigo no sé a ciencia cierta si de verdad lo fue.
Tanto tiempo esperando conocerte, tanto tiempo queriéndote ver a la cara.
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Era mirarnos de verdad frente a frente y saber que estábamos fuera de un mundo virtual que nos separaba.
Tú me decías hermana y yo te decía mi bro. Por los tiempos de los tiempos nos hemos conocido, confiado y hasta regalado un abrazo cuando más lo hemos estado necesitado.
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Hoy me senté a esperarte en el aeropuerto, hoy me quedé mirando a cuanta gente llegaba de allá para atrapar tu mirada y desde ahí seguirte hasta que te toparas con la mía.
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No te miento, recordé cada uno de tus gestos, tu cabello, la complexión que llevabas en tu fotografía favorita y hasta la chamarra de la que siempre me dijiste te encantaba llevar a todas partes, fue ahí cuando comencé a soñar contigo...
-
Atravesabas el pasillo de registro, caminabas tratando de entender el registro de aduanas.
Que llegabas y me abrazabas y decías cuán lindos eran mis ojos, tratabas de grabar cada una de mis expresiones en tu memoria imperfecta. Casi olvidábamos tu equipaje y uno que otro souvenir que me traías de allá. De esas cosas que siempre desee probar estando cerca de ti.
No nos importaba la gente, era como si el tiempo sólo estuviera para nosotros dos.
Un taxi y varias miradas nerviosas. De repente tú hablabas, de repente yo te interrumpía. La sonrisa estaba en los dos y ocultaba muy bien las ganas de querernos besar.
Al bajar del taxi me tomaste del talle, y sabías que eso era predicción. Una barrera más que tú y yo romperíamos para encontrarnos platicando en el café. Ahí nos contamos cosas que los dos ya nos sabíamos por palabras escritas y finalmente sin contenerte más arrancaste tu pasión.
Me besaste y correspondí... me abrazaste y también lo hice.
Ya no hubo más palabras de ahí en adelante salvo las que rodeaban al signo del amor y de la pasión arrebatada que nos daba en las ganas de sentirnos y en querernos arrancar las ropas.
Y así lo hicimos.
Fue rápido el cambio de escenario porque yo ya no aguantaba más.
Otro taxi, otra puerta, un pago previo y tendríamos una cama para dos. Solos al fin, alejados de celulares y computadoras. Haríamos tal vez realidad lo que tanto nos ha excitado.
Platicarnos jugueteando los dedos entre los botones y los cierres que separaban tu piel de la mía y así comenzó el ritual.
Volviste a besarme y volví a tu pecho, llegaste entre tus manos al vientre caliente que ya te aguardaba. Sabías que mi humedad estaba presta hacia ti y no dejé siquiera que perdieras el tiempo... jugueteaste mi clítoris dejando que yo soltara mi gran energía.
Mirarte el torso al descubierto abrió mis instintos de morderte, así, a pedacitos, primero tu cuello, después tu pecho y luego un costado y lamería tu pezón...
Bajaría un poco más... estaría yo más cerca de la gloria que tú y no me atrevería ni siquiera a apartarme más de ahí. Te probaría, centímetro a centímetro... te escucharía jadeo a jadeo y cuando al fin probara algo dulce que sale de ti yo ya estaría presta a abrirme hacia ti.
Sería yo tu jinete. Dejaría que tú buscaras por los rincones de mi entrepierna el lugar que te hiciera mirar hacia el cielo y ahí me perdería contigo.
Levantarías tu cara y tocarías mi frente aperlada de mi propio sudor.
Los pezones te aguardaban, listos y firmes con una tierna bienvenida. Estaban ofrecidos sólo para ti.
Mirarías lo rosados que son, tocarías con la yema de tus dedos un poco la aureola que los rodeaba y pronto la estarías devorando bajo un suave beso que tu lengua apresuraría.
Primero uno y después el otro, y después los dos estarían sujetos a ti.
Yo estaría arriba sintiendo la firmeza que tiene tu vientre.
Si me sintieras caliente sería por tu piel.
Si me escucharas gimiendo sería por tu miel,
Y si vieras que te miro directo a los ojos sería porque a mí vienen estallidos de placer que reventarían por la boca, por mis pezones, por mi espalda y por mi piel.
Tú me dirías que me muevo muy rico,
Yo te diría que me penetras más por dentro,
Sonreirías y me tendrías movimiento a movimiento.
Tras la puerta sabrían que había dos amantes con ganas de devorar, con ganas de no dejar ni un centímetro de piel sin tocar, sin dejar de probar, sin dejar que la lengua lamiera todo lo que fuera digno de saborear.
Tu orgasmo sería mi clímax y tu leche sería mi cena.
Mi grito concretaría el ensueño de la distancia y en un abrazo franco y descansado estaría yo espaldas a ti mientras tu verga descansara más abajo de mi espalda.
Lamentaríamos el tiempo que perdimos chateando e inventado encuentros que jamás se habían parecido a éste.
-
Fue ahí cuando volví a la realidad de repente y dejé de soñar...
-
Yo seguía esperándote en el aeropuerto.
Fue en ése instante cuando apareciste en el pasillo dirigiéndote a mí para saludarme, cordialmente, de manera diferente a como de repente te imaginé. Traté de volver en mí y ocultar mis senos que aún no volvían a la normalidad.
Un beso fraternal de bienvenida rozaría mi mejilla que tendría ganas de más.
Debido al tiempo tomaríamos un taxi, te indicaría cómo llegar al evento y nos veríamos más tarde para platicar.
Platicar y platicar y tal vez comenzar el seductor juego de dejarse persuadir y conquistar por el mejor amigo a distancia que jamás tuve.

10 agosto 2006

Jueves

De mañana, con bufanda y carga. Soy casi la primera en subirme al metro.
A la redonda nadie, salvo una pareja que ya tan temprano se llena de arrumacos.
Hablo en voz baja:
- Jueves... no quiero ir... quiero mi camita... jueves... todos los días, todos los días es madrugar y lidiar con frío para llegar.
La cara de sargento malpagado se me quitó en un tris al escuchar una voz extraña, acerada, que venía de las pareder del metro:
- ¿Te quejas en jueves?, ¡qué ilusa!, te veo todos los días con la misma cara. Cierto es que llegas temprano, ¡pero no eres la única!, ¿quieres un ejemplo?... Mírame a mí: Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábado, Domingo, Lunes... Te veo cuando vas y veo cuando regresas, y mi jornada apenas va a la mitad. ¿Jueves?... lo que diera por decir que ya es Jueves y dejaré de laborar en un día más.
Sin nadie dentro del vagón simplemente escuché el timbre que cerraba las puertas. No me asusté, más bien reflexioné... menos mal que, enmedio de ésta gran ciudad alguien me reconoce en el camino.
- Está bien, es Jueves y no debería estar así, pero tú tampoco deberías regañarme, mejor dame los buenos días y comencemos el trayecto juntos querido metro, de lo contrario tendré la misma cara cuando voy que cuando regreso. Prefiero que al volver nos veamos con agrado y esperemos otro día...
- ¡Ah! entonces entiendes ¿eh?... jueves... quejumbrosa de los jueves. Anda, tu estación llegó, te veo al rato y más vale que cambies tu cara. Adiós.
- Prometido...
Y me dejó.
Ví como se alejaba el gusano hasta ocultar en las sombras su cola. Caminé y saludé al anciano que barría y se sorprendió.
Yo, simplemente seguí mi camino que aún no ha comenzado del todo.

¡Buen Jueves!

09 agosto 2006

Estudiante

Era una adolescente.
Traviesa y pícara como muchas aunque con astucia para las matemáticas.
Su mirada reflejaba la inocencia que algunas chicas de su edad aún conservaban en la secundaria.
Abierta y desinteresada en el "Qué dirán" siempre opinaba y manifestaba inconformidades como cualquiera que no estuviera de acuerdo en cambiar el uniforme, en dejar mucha tarea o simplemente en que el maestro la mirada de pies.
Cuando entró el nuevo chico al salón, trató de darle la menor importancia, pese a que éste se sentó junto a ella por designios de la profesora de Letras.
Ella simplemente deseaba que fuese la chica quien se encargara de ponerlo al tanto de las materias, los profes y de las notas que debía tomar más en cuenta en su clase.
Así que, por órdenes de su maestra, lo puso al tanto de todo cuanto acontecía y había sucedido hasta el semestre que ya llevaban cursando.
Al ser nuevo pocos amigos tenía y solía salir en horas de descanso junto con ella a platicar de muchas aventuras.
Fue así como se miraban a los ojos en cada plática, se aventaban cuadernos entre los descansos y pintaban sus libretas de palabras y dibujos que poco tenían que ver con Biología o aritmética.
Ella simplemente se enamoró.
Fue un amor en silencio, un amor quietecito.
Intentaba que nadie lo notase, aunque por burlas de sus amigas siempre terminaba molesta y disimulando el más grande tedio hacia él.
Y él... simplemente nunca lo notó.
La tomó como su buena amiga, la que le introdujo a todos los del salón. La que le ayudó a conocer a otras chavas de los otros grupos.
Sus cuadernos de ella guardaban iniciales que confundían a todos, sin embargo sabía que era a él a quien pertenecían esa serie de garabatos y graffitis.
Al terminar el curso ella cambió de escuela.
Se perdió en su destino.
Su corazón lo amaría en silencio como el primer amor que tuvo sin probar un sólo beso.
¿Qué importa?, el resto de los que vendrían serían de mucho beso y poco corazón.
Y así siguió estudiando.

08 agosto 2006

De madrugada

Y en la madrugada, cuando todo estaba en silencio, aquel hombre salió del bar, sólo sus pasos se escuchaban al contraste de la ligera lluvia que caía.
Autos en la lejanía.
En algún rincón de los viejos edificios hay guaridas de grillos pequeños. Ninguno se deja ver, pero todos se saben escuchados.
El hombre camina, un perro sin dueño pasa a su lado, ambos se miran, ninguno se inmuta, los dos siguen su camino.
Hace frío.
Nadie tras de sí salió con él. Callado y cabizbajo camina calle abajo.
Poco a poco va amaneciendo; al horizonte los claros apenas y son perceptibles como el cuerpo que salió del bar ésta madrugada.

07 agosto 2006

La italiana

Ella era linda, hija de padres Italianos que se volvió independiente desde muy temprana edad.
México era el país en el que ella siempre quiso vivir debido a sus tradiciones y su gran folclor en la lengua. Aunque aprendió el castellano de un noviecillo español bien pudo disfrazarlo escuchando las novelas y programas que llegaban desde México.
-
Cuando hubo la oportunidad de estudiar y trabajar aquí ya tenía en lista grandes amigos que hasta allá la visitaban, amistad pues, que se pagaba devolviendo la visita y siendo bienvenida en la casa de una chica que vivía sola.
Compartir la casa y hacer pagos a la mitad era cuestión adaptable y fácil para ambas así que el destino que ella estaba escogiendo tomaba rumbo entre fiestas, tequila y una que otra salida para conocer lo más típico del Distrito Federal.
Así fue como se hizo de amigos y amigas como también de una gran afición por trasnochar y cantar con mariachis.
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Su trabajo de maestra le facilitaba el tiempo de ganar dinero y estudiar algunas artes, siempre con la idea de su permanencia en los lugares.
Pronto sustituyó el spaghetti por tacos al pastor mientras le daba su reconocimiento a las pizzerías mexicanas de ser más originales por ponerle hasta frijoles a una especial. ¡Eso en Italia nunca vería ella!.
Adaptada al estilo y comprendiendo algunos albures poco a poco se dejó integrar por las cosas que invariablemente pasaban en la vida diaria de ésta ciudad.
Todo sin problemas hasta que conoció el romanticismo tenebroso de los mexicanos.
Todo era perfecto hasta que le bajaron el cielo, la luna, las estrellas no sólo uno, sino varios chicos que de manera insistente, deseaban ser algo más que simples amigos-guías de turístas que encontraba por doquier.
Era de esperarse por tener los ojos azules, de ése tono que convierte a las modelos en semidiosas, por poseer una mirada himnotizante.
Era de esperarse por tener la piel muy blanca y suave, por ser alta y de cabello contrastante. No la típica rubia más de los castaños que hacen que sus rizos caigan en su espalda de manera fascinante.
Era de esperarse que algunos casanovas la miraran como un reto, haciendo de lado antiguas cazas y dejando como primer plano invitarla a cenar, al teatro y tal vez excederse en un viaje a la playa.
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Nada difícil fue para ella vivir aquí hasta que alguno de todos estos le rompió el corazón. Descubriendo que su interés no iba en casarse y obtener nacionalidad sino por mero gusto de aquellos que desean probar "un estilo más europeo".
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Y desde entonces se volvió igual, así como aprendió a probar el chile así también aprendió a jugar con los hombres. Hablando bonito y sacando partido. Graciosa en su andar sabía hacer negocios y triunfó.
Hay los hombres que ahora la tachan de fácil, de puta porque no toleran que actúe como ellos que son "machines".
Que ella no se deja de cualquiera y prefiere tener "muchos amiguitos" en lugar de algo serio.
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El paso de los años no pasa en balde.
Ella sigue viviendo en México, sigue aprendiendo pintura, sigue conociendo nuestros pueblos.
Pero ahora tiene cuidado en conocer a su gente cuando sabe que puede haber un vanal interés nadamás.
Ahora tiene el semblante maduro, segue linda, sí, por dentro en su persona.
A veces suele probar una que otra aventura fiestera, pero mantiene la serenidad de que algún día habrá de encontrar a algún caballero que le conquiste... no sé si espera que sea a la italiana o al mero estilo mexicano.
Cierto es que no piensa abandonar México, a menos claro, que deba vivir México en Italia.
Rica dueña de una casa en Coyoacán, pasa sus tardes dando clases de pintura y piano.
Embajadora de amistades de mucho mundo sabe que a final de cuentas, el corazón terminará pidiendole una amable compañía para estar tranquila con besos y abrazos.

04 agosto 2006

Viernes de Bar

Ya el calor dentro de aquel bar era colectivo.
Música, risas, bailes y cuerpos bonitos.
Mis amigos y yo, después de las duras horas de oficina habíamos decidido ir hacia el Bar para tranquilizarnos un poco, platicar lo sucedido en el día y tal vez aportar nuevas ideas al sistema que se estaba implantando en el departamento de contabilidad.
Realmente era un desfogue y nos parecía animoso aquel lugar.
Las copas comenzaron a servirse una y otra vez y por lo gracioso de Charly todo se nos iba en risotadas y mentadas de madre.
Coqueteando con las niñas porque nos sabíamos buen centro masculino. Entre la muchedumbre las chicas saben a qué presa seleccionar... como me seleccionaron a mí.
Era una divina chica, entró con varias mirando por todos lados, chocamos la vista y sutilmente sonrió. No esperé a que pasara, desde la entrada hizo acto triunfal con unos pantalones blancos que dejaban asomar sus caderas, hermosas, acariciables, ricas.
Una blusa cortita que demostraba cómo sus senos miraban al frente, toda una doncella para lucirse. Mi mente voló tan rápido que casi pude sentir una erección al momento de sentir su perfume... durazno, muy suave.
Dos de sus amigos captaron mi mirada y pronto se vería entre cuchicheos y risas descocadas.
Un brindis con los cuates y otro disimulado hacia ella hacía que la noche se intensificara.
El grupo donde ella y otros tantos se juntaba no era lo que ella merecía.
¿Porqué estar rodeada de hombres feos cuando podría venir conmigo?
Y comenzó el flirteo...
Ella pasaba al baño y me rozaba con sus senos mi espalda.
Yo iba a la barra y sonreía ya de manera abierta, pero el temor de que el alcohol me hiciera cometer una imprudencia me hizo esperar a que ella también se pusiera a tono.
Le conté dos, tres, cuatro copas de vino... ya era hora de atacar.
Me le acerqué, dos chicos inseparables a ella escuchaban la plática.
- Hola, me llamo Luis pero puedes llamarme Lu, así me dicen los amigos- le dije sonriendo, presto al acecho.
- ¡Ah! que tal, mucho gusto Lu, no te había visto por aquí... ¿no son tus rumbos?, me dijo muy curiosa, tal vez para sondear qué tanto nos podríamos ver en otra ocasión.
- No, trabajo más hacia el Sur pero ésta vez se nos antojó venir a la Zona Rosa, en realidad no pensamos mucho y nos metimos al primer bar que encontramos.
- Pues bienvenido, te presento a Carlitos- muy amanerado por cierto y me siguó diciendo tres nombres más y el de una gorda cuya risa se escuchaba en todo lo alto del tapanco. Yo sólo estaba concentrado en su piel y el gran escote que invitaba a que cualquiera pudiera explorar por ahí.
La separé un poco y fue trivial la charla, preguntando lo que hacía entre alcohol y mucho baile.
Al tiempo ya estaba mareado y ella alegre.
Sus caricias insinuantes entre mi cabello y la camisa me jalaron a robarle un beso largo que fuí seccionandolo en otros pequeños. Deseaba arrinconarla donde nadie nos empujara, donde yo pudiera abrazarla, donde mis amigos poco me atendieran para que el faje fuese majestuoso.
Ella accedió y cerca de los baños fue donde el pulpo entró en acción.
El olor de su cabello se me grabó en la mente y la estrecha cintura era casi perfecta a la de un maniquí... Sólo sus amigos se paseaban insistentes en mirar... -pinches putos curiosos y envidiosos-.
La besé en el cuello y su respiración fue aumentando, le acaricié los senos y pude notarlos muy duros, no tardé en pedirle nada porque sus manos también participaban en mí... excitante encuentro, mucho para un viernes normal.
Le pedí me acompañara al auto para traer más cigarros y el plan funcionó. El estacionamiento vacío me daba la pauta de que la podría hacer mía.
Fué disimulado el acto de abrazarla, se notaba caliente por sus labios y las ganas de no separarse de mi falo. Me excitaba como loco y yo no deseaba más que tirármela, besaba todo en ella, y exploraba su espalda, su cintura... todo perfecto hasta llegar a sus bragas...
- ¡Maldito sea el momento en que existió la cirugía!, el alcohol que tenía en la cabeza se fué derechito a los pies, lo excitado se cortó y miré atónito !cómo era posible que luciera como una perfecta mujer!... todo operado menos... menos.. aghhh...
Por respeto no contaré más allá de lo que minutos después pasó pero cierto es que cuando uno anda caliente puede romper la barrera de la timidez....

" En tiempo de guerra, cualquier hoyo es trinchera"

03 agosto 2006

De luto

Hoy me toca el plus de los días tenebrosos del cierre, no me concentro en pensar más que en cosas que me ayuden a librar los números, cuentas y cuadros tenebrosos.
Ásí que decidí que la sonrisa de uds. me contagie y haga las cosas bien.
Se los ofrezco:

Un hombre estaba desayunando a las 8 de la mañana, un sándwich y un café, cuando vio una procesión, un funeral muy inusual que se dirigía al cementerio cercano.
Un gran ataúd negro era seguido por un segundo gran ataúd negro como a 50 pasos detrás del primero.
Detrás del segundo ataúd caminaba un hombre solitario con un enorme perro pitbull al que sostenía de la correa.
Detrás de él caminaban unos 200 hombres en una sola fila.
El hombre no pudo aguantar la curiosidad.
Con mucho respeto se aproximó al hombre que llevaba al perro y le dijo:- Señor, sé que este es un muy mal momento para molestarle, pero nunca he visto un funeral como éste.
¿De quién es este funeral?El hombre respondió:
- Bueno, en el primer ataúd está mi esposa.
- ¿Qué le pasó a ella?-replicó el primero-, y el hombre respondió:
- Mi perro la atacó y la mató.
Él siguió adelante.
- ¿Y quién está en el segundo ataúd?Y el hombre respondió:
- Mi suegra. Ella estaba tratando de ayudar a mi esposa y el perro se volvió hacia ella.
Un momento solemne de silencio transcurrió entre los dos hombres.
- Señor, ¿puedo pedirle prestado el perro?
- A la fila...

02 agosto 2006

Nota curiosa

La historia comienza cuando en una división de coche de la Pontiac de GM de los EUA recibió una curiosa reclamación de un cliente. Y esto es lo que él escribió: "Esta es la segunda vez que les envío una carta y no los culpo por no responder. Puedo parecerles un loco, mas el hecho es que tenemos una tradición en nuestra familia que es el de tomar helado después de cenar. Repetimos este hábito todas las noches, variando apenas el sabor del helado; y yo soy el encargado de ir a comprarlos. Recientemente compre un nuevo Pontiac y desde entonces las idas a la heladería se han transformado en un problema. Siempre que compro helado de vainilla, cuando me dispongo a regresar a casa, el coche no funciona. Si compro cualquier otro sabor, el coche funciona normalmente. Pensarán que estoy realmente loco y no importa que tan tonta pueda parecer mi reclamación, el hecho es que estoy muy molesto con mi Pontiac modelo 99".

La carta generó tanta gracia entre el personal de Pontiac que el presidente de la compañía acabó recibiendo una copia de la reclamación. Él decidió tomarlo en serio y mando a un ingeniero a entrevistarse con el autor de la carta. El empleado y el "demandante" fueron juntos a la heladería en el infeliz Pontiac. El ingeniero sugirió sabor vainilla para verificar la reclamación; y el coche efectivamente no funcionó. Un empleado de GM volvió en los días siguientes, a la misma hora, he hizo el mismo trayecto, y solo varió el sabor del helado. Nuevamente el auto solo funcionaba de regreso cuando el sabor elegido no era vainilla. El problema acabó volviéndose una obsesión para el ingeniero, que acabo haciendo experiencias diarias anotando todos los detalles posibles, y después de dos semanas llegó al primer gran descubrimiento: cuando escogía vainilla el comprador gastaba menos tiempo porque ese tipo de helado estaba bien enfrente. Examinando el coche, el ingeniero hace un nuevo descubrimiento: como el tiempo de compra era muy reducido en caso de la vainilla en comparación con el tiempo de otros sabores, el motor no llegaba a enfriar. Con eso, los vapores del combustible no se disipaban, impidiendo que un nuevo arranque del motor fuese instantáneo. A partir de ese episodio, el Pontiac cambió el sistema de alimentación de combustible e introdujo una alteración en todos los modelos a partir de la línea 99. El autor de la reclamación obtuvo un coche nuevo, además del arreglo del que no funcionaba con el helado de vainilla. La GM distribuyó un comunicado interno, exigiendo que sus empleados lleven en serio hasta las reclamaciones mas extrañas, "porque puede ser que una gran innovación, este por detrás de un helado de vainilla", decía el comunicado de GM.

01 agosto 2006

Sueños

Creo que lo único que no veremos de otra persona será la realeza que tienen los sueños.
Son muy locos -al menos los míos-.
Cuando los contamos tal vez no tienen la misma fuerza como cuando los sentimos y despertamos agitados, sudorosos o sonriendo.
Antes de conocer a Remedios Varo yo ya tenía esa clase de visiones. Y no es porque ella pintara visiones, sino porque el mundo que ella crea es casi similar a los míos. Castillos, seres, ojos mirando por rendijas, seres voladores y enmedio de todo eso amor y sentimiento.
Grandes científicos se han enfrascado en querer saber más y más de lo que nuestro respetable cerebro oculta y refleja de nosotros mismos, creo que aún les falta mucho por aprender en cuestiones de ése tipo, yo con gusto me presto como conejillo de indias porque todos los días -y no miento- to-dos los días sueño algo.
Algunas veces despierto tan cansada que de verdad siento que viajo demasiado. Las únicas veces que no recuerdo lo que sueño es cuando aún estoy ebria. -Tomaré medidas al respecto-.
Hoy tuve un sueño muy extraño, influencia de castillos y escaleras al estilo Harry Potter pero rodeados de monjes, todos ellos vestidos de blanco. Jamás podía verles la cara y cada vez que lo intentaba se desvanecían como humo de cigarro.
Buscaba el gran comedor porque sabía que ahí tenía yo la cita. Yo de Jeans y unos pequeños seres orejones y dientudos me indicaban por dónde debía seguir... pero ellos volaban con alitas de murciélago y las alas que yo cargaba eran pesadas, azules, brillosas.
Al fondo de un gran pasillo había un sacerdote, llamándo mi atención.
No hablaba pero yo entendía todo lo que me decía:
-" Debes venir ya, trae contigo los anillos porque aquí hay alguien que te está esperando".
-"no puedo"- le contestaba, primero debo ir al comedor
-"¡Eso lo harás después, debes venir, la ceremonia espera junto con todos los demás!"
¡Y al hacerse de lado yo veía a mucha gente!
Mis padres, mis primos, familia, amigos, gente que conozco, todos llamándome para que me presentara ante ellos, pero mi madre a lo lejos me hacía señas de los anillos.
Y comencé a volar... y me estaba alejando de toda esa escena porque yo no tenía los anillos.
Una sombra estaba a mi lado, no me daba miedo pero no la alejaba de mí.
Un mago me indicaba que debía ya pensar seriamente en los anillos, que mi mente los aparecería y con ellos la persona que en sombras veía a mi lado.
Me esforzaba, ¡juro que me esforzaba!, y subía como globo por el hueco de las escaleras largas y antiguas.
Y ví en mi mano algo que brillaba tremendamente, un anillo de plata, mis alas se hicieron al color del anillo y bajé tan rápido junto al sacerdote que no sabía si podría caer de pie.
Todos aplaudieron y el sacerdote me pidió me inclinara...
¡Estaba vestida de blanco!
Muchos duendes y niños alrededor mirando emocionados, me sonreían y me saludaban.
Un unicornio me esperaba a un lado del sacerdote.
Una especie de Elfa me entregaba un cofre que me pedía no lo abriera hasta que todo estuviera terminado.
-¿Cómo que todo estuviera terminado?
¡Me estaba casando!
- ¡Plop!-
y desperté.