18 febrero 2010

¿Quien eres?

Te miro a la distancia y contemplo en silencio tu figura.

Te miro callada y sigo cada paso cauteloso tuyo.

Andas elegante, andas sin vacile, andas merodeando y cuidas cada paso que das.

No me percibes, ni siquiera en tus sueños.

Y la verdad es que siempre me tienes ahí, clavada en ti cuando asomo mi cara por la ventana.

Si nuestras vidas pertenecieran una a la otra, tal vez y sólo tal vez estaríamos juntos, mas tú eres de tejados y yo de interiores.

Tienes silencios y soledades permanentes, yo tengo llantos y esperanzas ilusionantes.

Tu buscas y cazas, yo observo y escribo.
Tu vida y mi vida la vivimos juntos en todas mis letras.
Si tu mirada se clava en la mía es fugaz, es repentina- Me absorbo en tus ojos punteantes mientras miras cada movimiento que hago.

No me temas.
No me huyas.
No hagas que extrañe tu silueta un día de luna llena.
Sé eterno en mi mente y quedarás plasmado en el corazón, minino mío.


Un globo

La niña reía, incansable, contagiante.

El globo volaba ligero, tranquilo, paciente.

Ambos en el patio, divertidos e improvisados, juguetones impredecibles sólo atinaban a deambular de arriba hacia abajo, entre los barrotes de las escaleras, las jaulas de canarios, periquitos y gorriones.



Al fondo una tía pendiente de ella, entre fregada de ropa y jicarazo de agua no permitía que se acercara a las rosas.

El zahuán medio abierto dejaba escuchar levemente lo que afuera se vivía agitadamente: Un claxon, muchos pasos, un perro ladrando, gritos de merolicos y el vendedor de merengues.

Estar en el patio, viejo, despintado, lleno de cubetas, añejado por los pasos, los bailes, los chismes de vecindad y la lluvia de cada año, daba cobijo al paraíso que veía la pequeña absorta en su mejor amigo.



Y el globo volaba y rebotaba, y en ocasiones se dejaba llevar por la ligera ventisca provocada por los soplidos salpicantes de la niña…



De pronto… un movimiento incontrolable, una mirada fugaz, la tía se sorprende, la niña encoge sus hombros…


¡PLOP!..



La macetita, esa, La chiquita que la abuela siempre riega y nunca crece, tiene espinas, tal vez quiso saludar al globo antes de rebotar.



09 febrero 2010

Living Seattle

Mi admiración por los lugares con colores vivos siempre ha sido lo que me ha dejado plasmada en muchos momentos. Seattle es uno de ellos y, con toda la inspiración del mundo salen historias hasta por los recovecos de cada uno de sus edificios.

Hay azules que impactan, hay cielos que enamoran, hay momentos que uno se queda con la bocota abierta y prefiere seguir dejando que el corazón lata y lata hasta casi salirse del pecho... Ayyy Seattle, te amo, te amo, te amo desde que te conocí, desde tus historias viejas en historietas, hasta mi cumpleaños pasado que recibí postales vuestras... Eres enorme en cultura, calidad de vida, gente, pensamiento, apertura, vicios y... Series de tv??? ohh si. 

Si las fantasías abundan, así como las caminatas, caballos, elevadores, emociones, ski, sonrisas, miles de alegrías y el no dejar de agarrarme la panza por tanto reir de Enero a la Fecha, ruego que las arrugas de mi cara salgan hasta más tarde, o más temprano, o qué importa... Vivir en paz, vivir respirando amaneceres hermosos donde los pajarillos casi te tocan la ventana para sacarte hacia algunas partes nevadas no tiene comparación... Qué importa que la pijama se moje, se enfríe, me congele, me haga pinguino.... El calor que existe aqui lo derrite en menos de 3 segundos...
"Your Residence Ms. K" ---thnks!

Uno, dos, y tres...


Nota: Aún se verán los chicos de Grey´s Anatomy?


02 febrero 2010

Un despertar distinto

Recuerdo que los gritos de las mujeres, vasijas rotas y el llanto de niños pequeños me habían despertado intempestivamente. No lograba hilar mi mente lo que estaba ocurriendo, aún cuando veía por la pequeña ventana humo y varillas saltando entre los cielos.

Lo que pudo haberme impresionado era quizás el humo dentro de la pagoda donde mi abuela, ceremoniosamente, platicaba con nuestros ancestros.
¡Era casi imposible que ese lugar estuviera semi-destruido!
Me levante de mi cama casi como grillo que salta de entre la hierba, no sabía hacia donde dirigirme porque había muchos objetos tirados a mi alrededor.
Estar descalza fue una situación que imposibilitaba brincar entre floreros rotos.
Las telas que colgaban de entre los techos ahora parecían lianas, rotas y desvencijadas, mucho de lo que había colgado me cayó a mi o cerca de donde dormía. No sé si fue buena suerte que nada me haya golpeado la cabeza para hacer el sueño eterno.
Con tanto alboroto nadie percibió que había despertado, gente corriendo de un lado hacia otro lloriqueando llamaba más la atención que mis ojos enormes por querer mirar todo cuanto acontecía en ese momento.


Los Soldados gritaban, como arreando ganado, delante de ellos los viejos caminaban con dificultad e incluso rezaban como si lamentaran la caída de un infortunio, andaban mercaderes con enormes canastos llevando ropas y pertenencias que a cada paso husmeaban los soldados. Podían arrebatarles un poco de comida o podían aventarlos al lodo, maldiciendo con palabras impropias, de esas que mi abuela decía y que prohibía a todos los que éramos pequeños.
 Quise bajarme y en el piso miré sangre, tan estancada como el agua del pozo, aunque el olor tenía algo de especial, algo que jamás olvidaría, algo que me haría recordar esos momentos por toda mi existencia terrenal.


Tuve de manera súbita la necesidad de gritarle a mi madre, de buscar a mis hermanos, de ver dónde habían ido porque yo estaba sola entre escombros y cosas rotas.
Mirando bajo mi cama pude ver que estaba uno de mis hermanos, mayor que yo. Dormía con los ojos abiertos y salía de él y de su boca ése líquido rojo que percibí como sangre… Me asusté…


Bajé y caminé hacia donde mi madre preparaba alimentos y no hallé mas que un conejo muerto.
Gallinas y pollos caminaban dispersos generando ruiditos y escapadas fugaces.
El llanto me invadió.
Ni siquiera las lágrimas ocultaron el desastre que paso a paso, dentro del hogar, comencé a descubrir.
Mi padre anciano y uno de mis primos tenían partes de los techos pesados sobre sus cuerpos, y ellos, ya sin vida, sólo quedaban en silencio estáticos…
Grité… tan desconsoladamente como pocas veces mi abuela me lo permitió.
Algo dentro de mí se rompía…

De pronto, una voz… un susto, un soldado me apretujaba el pecho y presionaba mi boca…era algo superior a mis fuerzas...