30 noviembre 2005

El Poeta conoce la poesía

Permítanme decir que la poesía
Es una habitación a oscuras, y permítanme también
Que confiese que dentro de ella nos sentimos muy solos.

Nos palpamos el cuerpo y lo herimos
Nos quitamos el sombrero y somos estatuas,
Nos arrojamos contra las paredes y no las hallamos,
Pisamos en agua infinita y aspiramos el olor de la sangre
Como si la flor de la vida exhalara en esa soledad
Toda su plenitud sin fracasos.

Permítanme, al mismo tiempo, que pregunte
Si un peruano, si un fugitivo de la memoria del Hombre,
Puede sentarse allí como un señor en su jardín,
Tomar el té y dar los buenos día a las alegría.

Qué equivocados estamos, entonces, qué pálida
Es la idea que tenemos de algo tan ardiente y doloroso.

Porque, para ser justos, es necesario que envolvamos nuestra ropa,
Demos fuego a nuestras bibliotecas,
Arrojemos al mar las maquinas felices que resuenan todo el día
Y vayamos al corazón de esta tumbaPara sacar de ahí polvo de siglos que esta olvidada todavía.

S. S. Bondy me lo encontré diciendo esto a muchos estudiosos mientras estoy lejos de aquí me encantaría que comentaras sobre tu propia idea de cómo sientes tu propia poesía.

woman_speaking

Estaré ausente, no se olviden de comentar

29 noviembre 2005

Buena enseñanza

En cuanto hubo terminado la conferencia en La Haya, se acercó un grupo de lectores. Querían que visitase la ciudad donde viven, ya que allí, según ellos, estaba teniendo lugar una experiencia única en Europa.
Estoy vacunado contra todo tipo de “experiencias únicas,� pero al mismo tiempo, me encanta conversar con desconocidos. Así que quedamos para el día siguiente, pues mi vuelo a París no salía hasta bien entrada la tarde.
Los lectores, dos muchachas y cuatro muchachos, que se comprometieron a dejarme en el aeropuerto en cuanto hubiese visto aquello “único en Europa�, me condujeron hasta la ciudad de Drachten. Salimos del coche, ellos se tomaron una cerveza, y yo un café. Me miraban sorprendidos, pero yo no entendía qué era lo que estaba pasando. Al cabo de un rato, uno de ellos preguntó:
- ¿No ha observado nada especial?
Una ciudad pequeña, bonita, con gente caminando por la calle, en un otoño que todavía parecía verano. Aparte de eso, igual a todas las otras ciudades de este mundo que conozco. Pagaron la cuenta, cruzamos la calle para ir a otro bar, pidieron que mirase de nuevo, y yo seguí viendo una Drachten muy agradable, e igual al resto de Europa.
- Usted me ha decepcionado –dijo una de las muchachas-. Pensaba que usted creía en las señales.
- Claro que creo en ellas.
- ¿Y ha visto alguna señal aquí?
- No.
- ¡Pues de eso se trata! Drachten es una ciudad sin ningún tipo de señal.
Su novio continuó:
- ¡De tráfico!
De repente, me di cuenta de que tenían toda la razón: no había la famosa placa de “Stop�, las rayas del paso de peatones, las señales de cruce y de “ceda el paso.� ¡No había un solo aparato de aquéllos que llamamos semáforos, con sus luces rojas, amarillas y verdes! Y, para mi sorpresa, ni siquiera existía la división entre acera y calzada. Y no es que hubiera poco movimiento: camiones, coches, bicicletas (omnipresentes en Holanda), peatones, todos parecían estar perfectamente organizados en medio de un lugar donde no había nada para poner orden en el tráfico. En ningún momento oí un insulto, frenazos repentinos, o bocinas ensordecedoras.
Camino del aeropuerto, me contaron un poco más sobre la experiencia, que, debo admitirlo, es realmente singular. La idea nació de un ingeniero, Hans Mondermann. Este hombre trabajaba para el gobierno holandés en la década de los 70, cuando empezó a pensar que la única manera de reducir el creciente número de accidentes, era dar al conductor la total responsabilidad de lo que hacía.
Su primera decisión consistió en reducir la longitud de las calles que pasaban por los pueblecitos, usar ladrillos rojos en lugar de asfalto, quitar la línea central que separa los dos sentidos, destruir los bordillos, y llenar las alamedas con fuentes y paisajes relajantes, de modo que las personas atrapadas en atascos pudiesen distraerse mientras esperaban. Inmediatamente después vino la decisión más radical: quitar las señales de tráfico, y acabar con el límite de velocidad.
Al entrar en la ciudad, los 6.000 conductores que pasaban por allí diariamente se asustaban: ¿dónde puedo girar? ¿Quién tiene prioridad en esta vía? Y de este modo, empezaban a prestar el doble de atención a lo que sucedía a su alrededor? Dos semanas más tarde, la velocidad media estaba por debajo de los 30 km. por hora permitidos en localidades como Drachten. Mondermann apostaba fuerte:
“Si un peatón va a cruzar la calle, por supuesto que los coches se detendrán: nuestros abuelos ya nos enseñaron las reglas de cortesía�.
De momento, el tiempo le da la razón. Llegué al aeropuerto pensando que Mondermann no sólo realizó un experimento sobre el tráfico, sino algo mucho más profundo. A fin de cuentas, suya es la frase:
“Si tratas a una persona como a un idiota, se comportará conforme al reglamento, y nada más. Pero si le das responsabilidad, sabrá usarla�.

Fragmento del "Guerrero de la luz"
Paulo Coelho.

28 noviembre 2005

Como una taza de té

Thich Nhat Hanh, un filósofo y monje budista vietnamita, escribió sobre cómo disfrutar una buena taza de té.

Debemos estar completamente atentos al presente para disfrutar de una taza de té. Sólo siendo conscientes del presente nuestras manos sentirán el calor de la taza. Sólo en el presente aspiraremos el aroma del té, saborearemos su dulzura, y llegaremos a apreciar su exquisitez. Mirar el humito que va saliendo es parte de las ganas que dan de sentirse abrazados. Si estamos obsesionados por el pasado o preocupados por el futuro, dejaremos escapar la oportunidad de disfrutar de una buena taza de té. Cuando miremos el interior de la taza, su contenido ya habrá desaparecido.

Con la vida ocurre lo mismo. Si no vivimos plenamente el presente, en un abrir y cerrar de ojos la vida se nos habrá escapado. Habremos perdido sus sensaciones, su aroma, su exquisitez y su belleza, y sentiremos que ha transcurrido a toda velocidad.

El pasado ya ha pasado. Aprendamos de él y dejémoslo atrás. El futuro ni tan siquiera ha llegado. Hagamos planes para el futuro, pero no perdamos tiempo preocupándonos por él. Preocuparse no sirve de nada.

Cuando dejemos de preocuparnos por lo que todavía no ha pasado, estaremos en el presente. Solo entonces empezamos a experimentar la alegría de vivir.

Para iniciar ésta semanita invito una buena taza de té.
Me encanta el de amareto ¿y a ti?

25 noviembre 2005

Diario


Martes 14 de abril
Hola Diario, como siempre, todo normal y rutinario, mamá me ha pedido lavar los trastos y yo, con muecas a duras penas lo he hecho. Odio que mi hermano deje embarrados los platos de grasa por muchos días. Ahora me las tuve que arreglar con poco Jabón. “Barril�, el perro de los vecinos estuvo ladrando toda la noche, ¡no lo soporto!, los vecinos estarán fuera 15 días y nos lo dejaron encargado, aunque siempre viene a nuestro patio y deja sendas muestras de lo que comió en el día y ¿sabes quien tiene que limpiar?, ¡¡lo odio querido diario!!. Su pelusa se me pega en el cabello, fuchi...
Mary en la escuela conoció a varios chicos cuando fue al partido de básquet, según ella son muy guapos y buena onda, Pato dice que no les vio nada de originales. La verdad no estoy interesada en conocer a nadie, ya ves que luego las amigas piensan que uno va por mero interés, ¡bah!, odiositas, ¿no?

Jueves 16 de abril
Diario, Diario!, por puritita casualidad fui con Mary y Pato al partido de básquet, la verdad no sé cuando marcan eso de “viola� , los jugadores he de contarte que son altos, bueno, dos de ellos. Llaman mucho la atención y las porristas siempre están con ellos. –Se sienten las únicas mujeres merecedoras de su amistad, ugh.
Mi amigo Pato me los presentó y yo los ví muy payasones, fuimos todo el grupito junto con ellos al centro comercial porque iban a recoger no sé qué cosa en una tienda deportiva. Uno de ellos se me pegó platicándome de todo lo que hace en el básquet. ¡Sabe mucho de muchas cosas Diario! Pero presume de que es el mejor.
Otra buena noticia, le toca lavar los trastes a Luis, me las va a pagar, cocinaré queso amarillo en el horno de microondas para que se haga pegajoso mi plato. Me las va a pagar.
La tarea de química se la voy a hacer a Mary porque la muy floja no entendió las configuraciones de elementos, ¿tu crees?, es bien burrita la pobre.

Domingo 19 de abril
Oh Diario...
Ayer salí con Carlos, ¡Oh! Carlos, así se llama el chico, alto, de ojos muy bonitos, azul claro como el agua del lago... Diario, ayer me invitó al cine y tuve la torpeza de irme de falda... llovió tremendamente y me mojé todas las piernas. Es muy caballeroso, puso su chamarra sobre mi espalda y pagó todo lo que consumimos.
Hoy me llamó por teléfono y hablamos de mil cosas, creo que coincidimos en música y en comida. Es sensacional. Ay Diario, creo que me enamoré de un guapo hombre. Me dijo que tiene que entrenar todos los días, ay, se ve tan varonil y guapo. El miércoles iremos a la fiesta de Mary y todas apuesto a que se quedarán con el ojo abierto cuando me vean llegar con él. Ya verás.
Luis metió al perro del vecino a mi cuarto... ¡LO ODIO!, mordisqueó todas mis muñecas. Afortunadamente tu siempre estás debajo de mi cama, no sé que pasaría si te dejo de ver.

Jueves 23 de abril
Snif, si Diario lindo, mi corazón sufre, no vuelvo a confiarme más de las personas. Odio a Carlos, Odio a Mary, ¡traidora!, se quedó con MI chico platicando casi toda la fiesta y hoy salimos los tres... ¿de qué se trata?, las pláticas entre ellos son cosas que no entiendo muy bien, ¡De cuando acá a Mary le interesa la Química y platica de combinaciones?, me vinieron a dejar temprano y el muy baboso fue a dejarla a su casa al último. ¡Bruja!, eso me pasa por platicarle mis cosas, de ahora en adelante sólo tú serás mi confidente.
¿Carlos?, estúpido hombre, mujeriego diría yo, hoy se la pasó hablándome de las porristas y de cómo “le encanta� que le diga que juega bien. ¡Aysh!, ¡vanidoso de mierda!, nunca me casaría con alguien que se la pasa mirándose en cada reflejo que vé para verse su cabello ni su ropa.
Prometo no llorar más diario, mira cómo te estoy dejando tus hojitas. Hoy me toca lavar los trastes y hasta el plato del perro del vecino. Eso me da asco...

Sábado 25 de abril
Noticias mi querido Diario, Pato y yo fuimos al concierto de uno de sus amigos. ¿Sabes?, es muy intelectual, no lo había notado, me ha explicado sobre los tonos graves y agudos de un concierto. Tenemos más de 2 años como mejores amigos y apenas he visto que sabe hasta de ciencias.
Hoy por la noche se fue tarde de mi casa, como suele hacerlo siempre y me ayudó a lavar los trastes que hoy le tocaban a Luis. Los seca muy bien y sin flojera. Quedamos en que íbamos a lavarlos mañana con bastante espuma para que hagamos pompas de jabón.
Ya dormiré temprano porque paseamos tanto al perro del vecino que no tengo ganas ni de hacer mi tarea.
¡A dormir!

24 noviembre 2005

Oscuridad

El día había transcurrido al más puro estilo de la rutina laboral; faxes y llamadas, citas y confirmaciones. Todo estaba en orden salvo los leves imprevistos de las cancelaciones que a última hora al jefe se le ocurrían hacer.

Todo el alboroto de la oficina, risas, olores a café y galletitas, proveedores con bultos y timbrazos de celular, poco a poco iban desvaneciéndose conforme llegaba la hora de salida, la hora en la que teóricamente salimos del trabajo y que oficialmente ya no estamos para nadie pero... ni idea de hacer mi vista fija sobre el reloj, éste día trabajaría tan tarde como fuese posible para que pudiera dejar todos los pendientes en orden.
No tenía alternativa de entregarlos otro día, por ende, los trabajaría durante la noche.
Así, sin llamadas emergentes, sin pararme de mi lugar ni distraerme por una visita imprevista me sumergí en el archivo de Excel entre números y fórmulas hasta que...
Maldita luz...
Es la única que tiene el poder de hacerme entrar en pánico - no por la oscuridad-, sino porque hoy por hoy la modernidad de grandes computadoras, micro componentes, redes y multifuncionales dependen de la luz eléctrica, así nomás, tiene el poder de inutilizarme.
Hojas y hojas y mi destino frustrado en una oscuridad silente... a lo lejos las leves luces de emergencia apenas y podían vislumbrar los rincones de toda la oficina...
¿Algo que hacer a mano?, uy, ¡nunca terminaría!

Aguardé 5 minutos y mi paciencia se terminó, lentamente fui hasta el pasillo tratando de preguntar a los guardias de la planta baja qué había pasado...pero no obtuve respuesta. Miré en otros cubículos esperando apoyo por otros que de casualidad ahí se encontrasen pero nada. Creo que nadie había decidido trabajar hasta tarde... o quizá... ¿Me olvidarían? ¿Pensarían que ya no hay nadie y cerraron todo?, ¿cómo saldré por la madrugada?... no, calma. Siempre debe haber seguridad ante todo en una empresa de alto nivel.
Elevadores muertos... ¿la opción más cercana? Escaleras.
Estando en el piso 34 no es nada agradable bajar en tacones. Mirando hacia todos lados decidí tomar aliento y bajar.
Se oye todo hueco... mis pasos ¡sí que son escandalosos!, ahora entiendo el porqué voltean los del restaurante cuando voy por el pasillo. Juro que es sin intención aunque aquí podría hacer ruido para que me notaran.
Piso 32 y nadie dentro de las otras oficinas... si se me antojara escudriñar algunos cajones encontraría pequeños tesoritos, monedas o llaves que abran algún archivo.
Un cajón, ¡alguien ha azotado un cajón! Juraría que estaba sola pero no... Voy al piso de abajo, de donde se escuchó el sonido... pasos... pasos... ¿pensarán que los quiero alcanzar?... ¡Un ruido arriba! –No entiendo- todo está oscuro.
-¿Quién anda por ahí?- grito – ¿saben qué paso con la luz? ¡¡Que alguien me conteste!!... estoy comenzando a escuchar una voz... no, no es voz, ¿será queja?, ¿habrá alguien lastimado?... ¿qué hago? Iré al piso 34 o sigo descendiendo hasta el lobby... oigo la respiración más cerca...
-¿¡Quién está haciendo así, respondan o grito al guardia!? ¡Dejen de hacer así!... ¡Basta!...
Es increíble que quieran asustar a uno como a los niños pequeños...
Caramba, nunca había bajado tantos pisos por las escaleras, de noche todo luce diferente y estoy agotada con los tacones y el ajetreo de todo el día...
¿Y si me están buscando?... ¡ya sé! Aguardaré en los baños del siguiente piso, tal vez se pase derecho el bromista ese... mmm... sin luz... no veo nada... me podría caer con un simple escalón...
Ese respirar, lo oigo cerca... Oh por Dios... ya no lo tolero, me está comenzando a asustar...

-¿Quién eres? Deja de gemir idiota... Creo que intentaré llegar a la salida, aunque las llaves del auto y todo se han quedado en mi escritorio... tan sólo he avanzado 5 pisos... no es posible... Cerca de aquí hay un teléfono de emergencias, lo he visto cuando visito al contador Juárez.
¡No veo nada, maldita la cosa!, ¡Ay! No percibo las esquinas de los escritorios... donde...cada vez me meto a lo más oscuro... me persigue... me persigue...
Bajo un escritorio creo que será fácil desubicarlo.
No podrá con tanta búsqueda... ¡Maldita Luz, llega!... ¿Dónde me meti?, tengo miedo de que me hagan daño... no... No sé quien es... se acerca más...
NOOOOOOOO ALEJATEEE...
AYYUUUDA...
Alguien me sigue, ¡por favor!...
es una sombra... ¡¡ya me vio!!...

¡NO!... ¡!

23 noviembre 2005

La Carta

Hola preciosa:
Dejo estas palabras porque en realidad no sé aún cómo pudieras tomar mi actitud, sé que resultará algo sorprendente para ti, pero para el corazón no lo es cuando sabes que te pide a gritos pronunciar tu nombre cada vez que lo escucho hasta por accidente en la calle.

Explicarte el cómo comenzó mi angustia al pensarte, no sabría bien definir cuando pasó, es más, no me percaté de lo que en realidad sería hasta que por una broma de algunas amigas comencé a pensarlo.
Los juegos de nuestra infancia eran demasiado nobles como para que alguien los pudiera notar perversos. Tu con tus muñecas y yo con mis ansias de jugar a escondidas era algo que venía dentro de la niñez y parte de la adolescencia.
Descubrir por tus pláticas en quién se estaba convirtiendo en tu mejor amigo o en alguna confidente, me traía el estómago revuelto, sin embargo, jamás, hasta ese momento, sabía a qué se debía mi sentir con buena precisión.
Fue con esos juegos sexuales que todos tenemos, como un chip arraigado que de repente se activa, dentro del ropero de alguna gran casa o bajo la oscuridad de un árbol frondoso, que yo supe lo placentero que era toquetear con las manos mis partes y las de otras niñas.
El que te escondieras conmigo en el viejo garaje me daba mucho placer. Oler tu cabello a durazno fresco era lo mejor que podía percibir, simulando temblores provocaba abrazarte y tu, emocionada, simplemente seguías el juego de estar a mi lado para evitar que tus primos no descubrieran que siempre estábamos ahí, en lugares oscuros y difíciles de encontrar. Pero jamás notabas lo que me provocaba tu aliento.
Cuando crecí y dejé la adolescencia supe, en definitiva, que no podría ser normal quererte solamente para mí. Había más de tres opciones que se me presentaron dándome placer y regalando caricias. A veces por efecto del alcohol y otras tantas simplemente por dejarme llevar. Pensar en ti y sentir cómo pudiera ser tu piel debajo de la ropa interior me trastornaba cuando veía que otra chica era la que estaba conmigo, paraba mi orgasmo y dejaba de sentir, ¡eras tú a la que yo debería estar haciendo el amor!... ni unos senos esculturales ni unas piernas bellas y estéticas se comparaban a lo que la creación hizo contigo. Nadie lograba mojarme de la manera en que lo hacías tú... y ellas lo notaban.
Aún cuando nos separamos por vivir cada quien nuestras vidas, yo seguía sabiendo de ti, por amigos, por gente grande, porque nunca quise despegarme de ti.

Hoy te casas finalmente, y estás plena y desbordante de felicidad, me has invitado ocupando un puesto de honor y yo simplemente dejo atrás, en el pasado, los bellos recuerdos de lo poco que llegué a disfrutarte cuando deseabas conocer de caricias y mundos raros.
Tú los olvidaste al escoger al hombre que estará acompañándote en toda tu vida y yo, sin en cambio, los engrandecí. Hice de ti mi deseo constante que, en ninguna mujer que no haya probado ya, podré volver a gozar.
Te amo y fiel a mi corazón, soy capaz de entregarte a ése hombre para que perdure tu sonrisa en mi imagen. De la luna de miel, no deseo siquiera, a tu regreso, enterarme de detalle alguno.
¡Yo te probé primero!

Heme aquí, sentada a orillas de tu cama, mirando el frondoso vestido que en pocas horas lucirás, aquí te dejo mis ligeras palabras.

Que seas pues, la mujer más feliz en el momento de dar lo mejor de tu amor.
Con toda la pasión que mi cuerpo expira por ti:

Tu mejor amiga.

xxx

22 noviembre 2005

De paseo por la Roma

Sin lugar a dudas pasear por algunas calles del Distrito Federal, aquí en México, es cuestión de gustos. Yo siempre he sido muy adicta a lugares sin tanta opulencia y que al mismo tiempo aporten una comodidad en la que te hagan sentir como en casa.
Este martes vamos a recomendar algo meramente local del Distrito Federal que, si en algún momento tú, amigo extranjero, nos vienes a visitar, aseguro quedarás bien contentito de echar una ojeada.
Dentro de la Colonia Roma existen diversos restaurantes-bar-galerías en las que puedes degustar una buena comida y una exquisita botella de vino tinto al igual que una exposición en vivo de gratificante jazz. De eso hablo al referirme al café-galería “Enanos de Tapanco� ubicada en Orizaba 161 esquina Querétaro.

Lo chispeante de éste lugar es que es muy pequeño lo cual da la garantía de una inmediata atención. Cada mes se realiza la exposición de diversos artistas plásticos; de acuerdo a la exposición el lugar cambia. ¡Si! Sus paredes se mimetizan al color de las pinturas que ahí se expongan o al sentido que, quien expone, quiera dar.
Eso es lo que le da ésa singular característica a los Enanos de tapanco.

En éste mes, mientras pides de comer una pechuga a la valenciana y una copa de vino tinto chileno (especialidades de la casa), puedes ir apreciando en cada una de sus paredes la exposición en turno. Por este mes estará Laura Quintanilla con el tema "Instante Absoluto".

Nacida en la ciudad de México en 1960 fue estudiosa de Diseño Gráfico del INBA (Instituto Nacional de Bellas Artes), quien ha promocionado su arte en diversos lugares de Canadá, Estados Unidos, Japón, Francia y provincias de México.
Ha participado en 120 exposiciones colectivas en lugares como: El Museo de Arte Moderno del D.F., La Quiñonera, México, D.F., Galería de la Universidad de Victoria, Canadá, Museo de Arte Moderno de Setagaya, Japón, Centro Cultural de México en París, Francia y más.


Cada una de las exposiciones te provoca algo y, si al cabo del anochecer deseas seguir ahí sin comer tanto, aguarda a una banda de jazz en vivo para que hagas muy buen provecho.
Te recomiendo llevar a alguien con quien puedas tener una agradable compañía ya que la música siempre le da ése toque genial a Los Enanos de Tapanco. Como puedas llegar en tenis o después de una fiesta de etiqueta los chicos del lugar te atienden con mucho gusto y en cada mesa encontrarás una breve reseña del autor exponente con el tema dedicado.
¡Algo importante! Bohemio y sin etiquetas da la impresión de que estas en un minimuseo. Y lo mejor, el consumo personal va de los 80 a los 150 pesos mexicanos.

El día que no tengas hacia dónde dirigirte y quieras quedar bien ya sabrás a donde acudir.

Para consultar exposiciones o reservaciones llama al 55.64.22.74

Y como dice Latoso
Buen martes cultural.

21 noviembre 2005

Búscate un amante...

Este escrito es una parte de "El Peregrino", Paulo Coelho.
Espero lo disfruten para comenzar el lunecillo.


Muchas personas tienen un amante y otras quisieran tenerlo.

También están las que no lo tienen ó las que lo tenían y lo perdieron. Y son generalmente estas dos últimas, las que vienen a mi consultorio para decirme que están tristes ó que tienen distintos síntomas como: insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores.

Me cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en que ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas. Antes de contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro: "Depresión" y la infaltable receta del antidepresivo de turno.


Si yo he llegado a conocer a estas personas es porque obviamente, no mejoraron y vinieron a verme buscando soluciones a su rosario de dolencias.


Entonces, después de que las escucho atentamente, les digo que no necesitan un antidepresivo, que lo que realmente necesitan es un amante!


Es increíble ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto.


Están las que piensan: ¡Cómo es posible que un profesional se despache alegremente con una sugerencia tan poco científica! Y también están las que escandalizadas se despiden y no vuelven nunca más. A las que deciden quedarse y no salen espantadas por el consejo, les doy la siguiente definición: "Amante es": "Lo que nos apasiona". Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y es también quien a veces no nos deja dormir. Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber que la vida tiene motivación y sentido.


A veces a nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo –cuando es vocacional-, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio ó en el obsesivo placer de un hobby...


En fin, es "alguien" ó "algo" que nos pone de "Novio con la Vida" y nos aparta del triste destino de durar. ¿Y qué es durar? Durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar como viven los demás, es tomarse la presión, deambular por consultorios médicos, tomar remedios multicolores, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia.


Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana.


Termino este relato con una sugerencia, más que una sugerencia; una súplica:

Por favor, no te empeñes en durar, búscate un amante, sé vos también un amante y protagonista...de la vida. Pensá que lo trágico no es morir. Al fin y al cabo, la muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie. Ló trágico es, no animarse a vivir; mientras tanto y sin dudar, búscate un amante....

La psicología, después de estudiar mucho sobre el tema, descubrió algo trascendental: "Para estar contento, activo y sentirse feliz, hay que estar de Novio con la Vida".

18 noviembre 2005

To-le-ran-cia

Algunas veces es increíble la facilidad con que, en algunos momentos, nos prendemos hacia el enojo, y no solamente un mero enojo sino con ello acompañamos ciertos ademanes y elevamos la voz, de manera tal que parece que por instinto deseamos que los que están a nuestro alrededor deben de enterarse de lo ocurrido.
En esta semana fui al banco por una tarea comandada por el Gran Jefe Pluma Dorada, me formé como toda buena ciudadana que espera sea atendida.
Por norma, la última caja, siempre tiende a despachar a clientes que han sido atendidos previamente en los escritorios, llegan directamente para resolverle tan pronto sea posible su situación, sea desde entregarle chequeras a cambiar billetes rotos.
El caso es que a cinco personas delante de mí había una Doña, de ésas que hasta tubo en la cabeza llevan, a punto de entrar a la caja mencionada, llega un chico, enviado por el escritorio de enfrente, y la chica de la caja le permite entrar a él quien ha saludado cortésmente a la cajera. Uyyy! Se esponjó la Doña de tal manera que comenzó a hablar en voz alta a la cajera, argumentando que no era correcto que dejara pasar primero “a sus amiguitos�. Como la cajera no hizo caso y el chico ni volteó, la señora fue a la gerencia e interrumpió cual vieja chimolera al Gerente. ¡¡Pero no lo dejaba hablar ni explicarle la norma!!.
¿Han oído como hacen las gallinas cuando ponen un huevo?- Así hablaba ella, a todo volumen y sin dejar hablar A NADIE. Sermoneando sin puntos ni comas ni nada, de corridito. Todos en la fila mirando y sin saber qué estaba pasando simplemente comenzaron a ver en silencio sus movimientos. El cuento es que 3 minutos anduvo así, cuando le tocó el turno finalmente se colgó a 5 minutos de gritonearle a la chica y argumentar que todos somos hijos de vecinos. El público paciente, yo con cierta curiosidad de ver las ganas que tenía de sacar esa pobre señora toda su impotencia en la chica. Nadie hizo nada, ni el gerente que seguía ocupado. Finalmente fue despachada y todo el camino hacia la salida fue letanía a voz en cuello.
Pasaron dos clientes más y un señor bigotón que estaba en otra ventanilla explotó, así nomás, el público cambió su mirada hacia otra ventanita. Cabe decir que ya faltaban 20 minutos para que el banco cerrara y todos estaban impacientes. Su primera expresión: ¡quiero que me des los billetes como yo te los estoy pidiendo! –uy- El cajero comentó que dada la hora ya no tenían los billetes específicos que el pedía. Oh, oh.
–¿¿Un banco y no tienes dinero?? No van a darme lo que se les pegue su (%%&%&$ gana y la euforia aumentó. Manoteos, ajos y cebollas que simplemente no dejaban escuchar la explicación del cajero. ¿Y el gerente? Seguía ocupado. Todos en la fila comenzaron a enervarse.
Es contagioso el enojo, ¿eh?. Tardaron 10 minutos más de lo debido en tratar de acumular la cantidad que él pedía en los billetes específicos. Salió vociferando peor que la Doña del tubo.
Ahí fue cuando me dí cuenta de dos cosas:
- Ya la gente permanece inmóvil y expectante a cada cosa que sucede cuando uno se altera e inmediatamente comienza a desesperarse y a molestarse también ¿a favor de quién? , lo ignoro, pero se nota la tensión inmediatamente.
- Al enojarse, la poca tolerancia que tenemos de escuchar explicaciones da como consecuencia un verborrea, seguidita, tengamos o no razón. ¿Porqué ofender de manera inmediata? ¿Eso nos da poder o autoridad?

Así salí...tras 40 minutos después de mi encomienda pensando cómo es que con un poco de pólvora ELLOS se prenden, y yo con mi profundo análisis, tranquila no, no, no, los humanos nos vamos a matar unos a otros, malo, malo, malo.
Llego a la esquina y una señora Lomas-Polanco-Frufrú mira el alto en su gran RAM y se queda parada en la zona de cruce peatonal.La cara se me desfigura... miro con ojos de fuego... hocico de tigresa hambrienta para comer gente y le hago la voz de boba mental: “¡¡ que no ves la línea ta-ra-da!! Y me mira con ojos redondos sorpendidos.
Y ¡MA-NO-TEO! –¡HAZTE PARA ATR�S ZOQUETA!...
Me sigo derecho, no miro a nadie y me digo de nuevo:
- Decias Kleine sobre ¿¿LA TOLERANCIA??

17 noviembre 2005

Gerencia bancaria, buenas tardes...

Yo vería pasar a la mujer en su gran camioneta alrededor de las tres, buscaría mi saludo tras el cristal;me daría una vista cómplice de nuestras espaciadas citas, a escondidas de su esposo y, seguiría de largo rumbo a sus clases de Yoga.
Hoy la vería a las seis.

Tengo viva su prescencia, muy presente el caminar distinguido y relevante dentro del banco. Por una simple y llana reclamación llegó a mí, yo sabía que no era la primera vez que visitaba la sucursal, así como también sabía de su insistente mirada tras el cristal, para saberse por mi vista seducida, admirada, deseada. No logró su deseo pronto porque mujeres bellas como ella llegan siempre a mi despacho, aún sin la menor intención de flirteo. Tuvo que hacerse presente para que dirigiera mis palabras y la vista hacia ella.
Y me sé seductor y me sé bien parecido. A veces no cuesta mucho hacer sonreír para que de inmediato se sientan halagadas. Aunque su malévola forma de ganar salía siempre triunfante.
Sé de su esposo porque vinieron a abrir la cuenta juntos, sé de sus constantes depósitos en otras cuentas que él ignora. Sé que conoce el manejo del dinero porque le brillan los ojos al ver una buena botella de champagne. Al final resulta una puta cualquiera con distinción de joyas auténticas.
Le seguí el juego para que el fastidio del cortejo terminara pronto. Mis aventuras con chicas jóvenes son más excitantes. El juego sexual había sido mediano y distante, la evitaba en momentos...hasta que conocí a su hija. De verdad hipnotizante. Detuvo mi aliento desde que le vi, aunque también llevaba esas ganas de tenerme para ella.

Todo fue tan abrupto. Un cambio repentino de querellas sexuales y su hija se declararía terriblemente enamorada de mí. Manejaba esas maneras inocentes de celarme y saberse importante aunado a su malicia de ser egoísta. De tal palo, tal astilla.
¡Yo me quedaba con la joven!
Hastiado de las ganas sexuales de la dama mayor me aseguraría de verla esa misma tarde para contarle de mi definitiva separación a su concubinato. Por supuesto guardaría mi secreto sobre “la otra�.

Seis de la tarde. Concordaba la hora con el lugar y su camioneta negra ya esperaba ansiosa que me viera estacionarme. Entramos al restaurante y el plan sería caballerosamente fulminante, un ligero adiós y la cortesía de sabernos siempre “amigos�.
Estaba todo acordado, ¿camaradería y final feliz?
Era demasiado para un juego que había entre tres, que según yo, evitaba confundir. Se apareció su hija, celosa y fiera, no me atacó a mi, sino a su madre:
-“¡Siempre te interpones en mi vida! ¡Este hombre es para mí!- Y disparó...
No preciso detallar la escena sangrienta del restaurante, la frialdad y odio de la hija y la instantánea muerte de su madre.
Fotógrafos y notas rojas anunciarían que por líos familiares –que no de faldas-, llegaron al límite por discusiones de herencias.
Y yo en pleno anonimato, argumenté un simple cierre de negocios y bastó para que la hija no me mencionara. No pudo, demasiada obviedad en el lugar de los hechos.
Entre la cárcel y un buen abogado que la sacó hacia un país distanciado fue lo más que logré de contacto, pude saber que se fue enamorada y bastante lastimada.
El esposo al año se casó ( y abrió una cuenta particular en el banco), la hija siguió en voga con excéntricos de sociedad; me ponía al tanto cada navidad por una simple carta que llegaba de ella a la sucursal.
Y yo... trabajo ahora por placer, en la misma gerencia bancaria, manejando cuentas de todos y hasta la mía propia, que cierta dama difunta dejó olvidada en un banco de la ciudad.

16 noviembre 2005

La vid y mi vida

Adoraba juguetear entre los campos, sentir el olor de la miel en algunas flores, seguir a los gusanitos caminar sobre los tallos...
Papá era de gustos exigentes y cuando salía a revisar las viñas me tomaba de la mano y caminaba junto a él. Miraba el gusto con que las uvas se iban formando, su peso, su sabor. Incluso cómo alguno que otro insecto dejaba que se posara sobre las hojas cuando a mi me tenía alejada por tenerle miedo garrafal a las arañas.
Mi primer contacto con el vino fue cuando tuve cerca de los cinco años. Sentada la familia en la gran cocina de la hacienda, me miraba impaciente mi padre para ver si tras el sorbo que le daba hacía gestos o lo saboreaba.
Fue un gran rito el verme hacer un lazo entre el vino, la vista, mi nariz y mi lengua, entre el vino y mi gusto, entre el vino y un primer placer.
Al cumplir doce años la fiesta del jugo de uva entre toda la familia resultaba espectacular. Bajo la música melodiosa del acordeón de mi abuelo se aplaudía alegremente entre cantos y risas. Todo en torno a esas bolitas de color y sabor peculiar.
Comenzaba desde el amanecer, cantando mi madre a mi padre, cantando lo que su abuela le había enseñado mucho tiempo atrás. Despertando cuando lo hace el sol todos salíamos a jugar con el agua, juntando muchas cubetas enfiladas al campo.
El tiempo se dirigía a la extracción del jugo. Ahí, sólo las vírgenes pueden pisarlas, aplastarlas y sacar de la uva el mejor néctar. Siempre era divertido ver cómo mis tías y una que otra chica caía en esa gran alberca en la que yo siempre moría incesantemente de una risa contagiosa. Los trabajadores de mi padre amenizaban la labor, todos atentos y serviciales.

En las tardes, tras recoger el destazadero de la pulpa, era turno de las madres preparar buenas carnes. Hasta a los perros les tocaba el buen festín sin descartar que mi panza quedara igual de redonda que una uva pequeña.
Por la noche, alrededor del calor de una gran fogata que mi hermano mayor adoraba preparar, contaban los viejos historias macabras o de esas que se dicen de amores y recuerdos, añorando bellas mujercitas que trabajaban en el ingenio.
Era una copita de vino la que yo ya bebía y aprendía a tomar sabor, aprendía a saber su madurez.
Muy noche aún se escuchaban desde mi cama las risas de los grandes al escuchar vivencias y encantos provocados por la creación de la uva.
La prueba de fuego era al día siguiente. Quienes habían crecido su garganta y quienes seguían mirando con respeto al vino.
Ya más grande, cuando entraba a las cavas papá me explicaba cosas de color, barricas de madera y años de espera. Un gran amor fue lo que pude apreciar de mi padre, una gran atención que tenía tanto en su familia como en los vinos y en toda su gente que atinaba a mirarle como el gran patrón.
De mis hermanos, yo siempre conocí el secreto de las uvas, el sonido de su crecimiento, los olores de su aviso para decir que ya estaban listas para ser cortadas y trabajadas.
A mis hermanos les llegó el amor y pronto emigraron a otros lugares, con el tiempo, mis tíos y tías se dedicaban a trabajos menos pesados y mi padre, siempre atento a pesar de su edad, me daba consejos sobre el vidrio en el que reposaría cada una de sus hijas nacidas de la tierra.
Fue así como amé el vino, como me convertí en madre y amante de su sabor, como me inicié en las labores vitivinícolas y es así como les he contado un trozo de mi historia que plasmé en breve suspiro dentro de un viejo roble.

15 noviembre 2005

Mi Maestra

Yo me quedé quieto cuando ví tu desnudez, no supe siquiera exclamar una palabra de belleza pronunciada al descubrir tu piel. Sencillamente callé y me oculté, dejé que mis ojos miraran lo suave de tu espalda, lo tranquila que metías primero una pierna y después la otra, entreviendo tu cintura a esa gran tina de agua caliente.
Gracias a esa puerta vieja, de la gran hacienda, te pude conocer más.
Mi gran maestra escolar, amiga de mis amigos y cómplice asesina de grillos y arañas.
Me evocaste tu llegada al pueblo, en ese caballo enorme, diciendo que te hospedarías en la casona del abuelo.
Mi padre poco te conocía, pero sabía que nos educarías como a los que se educan en las grandes ciudades.
No era tan chico para saber que eras linda. Que tu cabello sin trenzas y al aire, me daba el mejor ejemplo de saberte fuereña. Yo ya crecía entre obligaciones de la casa, de mi padre y del campo y jugaba lo que los niños juegan algunas veces con las niñas. Toqueteos y besitos que se quedan secretos entre rincones oscuros y árboles espesos.
Ya me aburrían las historias de romance.
Yo ya deseaba los juegos de adultos y te imaginaba en un abrazo queriéndome.
Yo te veía distinta, distinguida y culta adorando los momentos en que pedías mi caballo para correr en el campo. Jovial e intensa, dabas siempre la mejor de tus sonrisas, maestra.
Y yo, chiquillo ingenuo que deseaba un beso tuyo a cada tiempo que el curso pasaba. Poco a poco te pensaba como hombre olvidando las normas.
Tus piernas, tu falda, los pliegues del pecho. Eso era en clase lo mejor que me mostraba tu feminidad. Y yo crecía...
Recordar todo eso mientras te observaba en la tina de baño me provocaba efusividad y nervio, ansia y deseo, ganas de que mi cuerpo te sintiera cerca. La euforia de lo que jamás me imaginé que vería era más que un regalo para alguien que albergaba tu cercanía.
Eran noches de mirar las estrellas y pensar en tenerlas toda para ti.
Eran días de mostrar que alguien como yo también podía amar y quería alcanzar algo muy alto que no se resignaba a perder. Y fabricaba historias en torno a nosotros y dejaba llevarme por tus clases, el meneo de tu falda y la historia de tu vida.
No hubo tiempo de despedida, en una clase de pronto, ya no era tu cara tersa la que enseñaba el valor de los héroes. Una ruda voz cuadraba nuestras filas y su paso opacaba el pequeño salón de clases.
Te me fuiste como las golondrinas. Volaste sin que al menos, un poema te regalara.
Y la vida también se fue cuando olvidé platicar con mis juguetes.

Vestía yo de bata y estetoscopio cuando reconocí tu carita arrugada. En instantes volví a ser chiquillo y a poner ojos atentos a lo que balbuceabas. Morías de pulmonía, de la más terminal y fulminante.
Jamás me dio tiempo a que tu lucidez me reconociera.
¿Cuántos más se habrán enamorado de ti?
Nunca supiste que te amé y permanecí en guardia cada noche de tu agonía en recuerdo a aquellos tiempos de ilusión breve.
Nunca supiste quien fue ése ángel blanco que llamabas cuando pedías un sorbo de agua ni tampoco quien derramó dos lágrimas al cerrar tus envejecidos ojos.
Hasta tu último suspiro, maestra, me enseñaste la humildad de un amor callado.

14 noviembre 2005

¡Señorita, la cuenta por favor!

Si, me llamo Nieves y estoy al servicio de uno de los mejores restaurantes de la ciudad, sonrisa amable y coqueta y de vez en cuando, aún cuando mi día haya estado de los mil diablos... con voz dulce y suave, con carita atenta, deseo que el cliente sepa que me caé bien (¿diplomacia?); hay ocasiones en que al cliente –para ser honesta- se me va su cara como el agua, algunos dan temor o alguna cierta indiferencia.
Pocas son las veces ahora en que me pongo nerviosa, ya no pasa más.
Cuando aprendí éste viejo oficio sí que era difícil darle seguimiento a las instrucciones que el Capitán de cocina daba a cada cambio de turno. Cargar las copas y los vinos era un reto maravilloso cuando alguien lo libraba sin romper siquiera el silencio entre copas.
Y de mi se burlaban algunos...
No vaticinaban más allá de un mes en el que tirara la toalla vencida por vergüenza o alguno que otro accidente, pero no fue así. El orgullo muchas veces levanta lo que del cansancio siempre se apodera. Trece años me dan la razón.
He visto gente entrar y salir, llantos y alegrías, compañerismo y egoísmos. Así es mi lugar de trabajo.
En la cocina todo es ruido, cubiertos y platos entran indistintamente en acción, de accidentes ni hablar, siempre ocurren dando un estrépito concierto.

Las propinas son la luz bendita de una buena sonrisa que surte efecto, de una buena atención o de alguien espléndido.
Quizá los comensales no tengan mucho en disposición pero pocos se toman la molestia de dar algo extra. Y me va un poco mejor.
Hay competencia ciertamente cada vez que llega un buen cliente. Muchos creen que el hecho de servir implica que uno deba ser esclavo cuando en realidad todos estamos al servicio de todos. Hasta un buenos días amable departe de todos sirve de mucho cuando nuestra jornada se torna fatigante y lleno de exigencias.
Cuando llega el fin de mi turno checo mi tarjeta, mi relevo entra y deseamos mutua suerte al cargo.
Mi regreso a casa es muy irónico cuando la sonrisa se convierte en una cara seca sin glamour, delicada al mínimo roce en el autobús y demandante cuando alguien me ha dado un pisotón. Es irónico porque dejo de ser servicial y no cedo mi asiento a algún anciano que mira en espera de ver quién le cede su lugar.
Y vuelvo a casa sola, y prendo la luz y respiro alivio de que un día más ha concluído. Vuelven mis pensamientos de mujer dejando los de trabajadora, prendiendo el televisor y añorando ser como cualquier persona normal.
Ya es tarde y con una ducha repongo mi energía hasta el siguiente día donde habrá platos, comidas, postres y una que otra voz exigiendo un servicio pronto.
Por el momento, ha tocado servirme a mi misma.
Mañana serviré a los demás.

11 noviembre 2005

Tú

No recuerdo de pequeña, haberte perdido de vista, aún con mi chupón en la boca recuerdo que jugabas con mis rizos. Siempre tierno, siempre gentil.
Me enseñaste a crecer contigo y algunas veces dependiendo de ti.
Admiraba los juegos que hacías con mis hermanos y cómo ganabas en competencias. Verte montado a caballo me provocaba mucha admiración así nomás.

Eras mi vecino, ése que en ciertos lugares, está al servicio de la familia y de todos con quien convive.
Muy trabajador –según mi papá; un chico noble –eso decía mamá-; el amigo y consejero –por voz de mi hermano mayor-.

En la escuela de la villa supe, por mis amigas, que siempre estabas ahí.
Y justamente ahí, supe lo que eran los cuchicheos entre niñas sobre lo que trataban los besos y los abrazos. Puedo decir que ellas fueron maestras teóricas hacia lo nuevos sentimientos que provocaban algunos del salón de clases.
De chicos y ojos bonitos aprendí a hacer comparaciones. Esos juegos furtivos, de coqueteos y cartitas eran muy conocidos entre las de nuestra edad.
Yo todo eso aprendía, todo eso miraba, pero jamás lo practicaba porque en realidad no tenía en mente a quién pudieran ir dirigidos...hasta que te miré de manera diferente.
Y comencé a ocultarme de ti, y comencé versos para ti. Esa vieja libretita nunca la solté cuando pensaba en ti.
Ya en la escuela me notaban distraída y absorta cuando miraba atardeceres.

No sé que me atraía de ti, si tu altura o tu cabello, tus manos o tu espalda, tu manera graciosa de jugar en el campo o el verte concentrado trabajando en el granero.

Siempre a la vista, siempre procurando imaginarme cómo cabría yo en ti.

La clase perfecta de una maestra al leer un verso sobre lo que era el amor y el morbo inocente de mis amigas hacia lo que era ilusionarse con alguien fue lo que abrió en mí el sentido de la sensualidad. Un roce en mis labios y el sueño en el que me abrazabas por detrás era constante, deseado, casi inesperado cuando de verdad se cumplió.

Jugábamos en el granero, recogiendo la paja y aventándola a quien abriera la boca. ¡qué juegos más absurdos cuando uno se siente a gusto con alguien!.

De pronto me miraste, no era igual. De pronto me tocaste y comencé a temblar. De pronto me acariciaste y mi respirar cambió.

Fue un beso el que me diste, un beso tan profundo y tierno que cambió mucho de mí. Transformaste mi infancia en una pequeña mujer que sintió, que se apasionó y que de ti todo su cuerpo desbordó.
Nos pertenecimos entre la paja y las vacas, entre los ruidos de patos, entre los olores del campo.

Jamás mis hermanos percibieron mi travesura, esos juegos, esas caricias, esos despertares al mundo sexual al que me indujiste. Siempre mis padres te adoraron como el mejor vecino del lugar y yo... yo siempre te extrañé cuando volaste en tu sueño de vivir en la ciudad.
El tiempo no curó tu gran ausencia y la vida jamás fue igual.
Aunque te convertiste en el mejor de los médicos de algún lejano lugar siempre te guardé y te recordé como lo mejor que me pudo pasar al abrir mis ojos a la gran sensualidad.

10 noviembre 2005

Escuintle

El escuintle sentado en la piedra de la entrada al jacal imagina.
Toma la pose de guardián, platica mucho con un flaco perro, acurrucado a él, siempre le sigue a cualquier lugar.

Es humilde y muy noble, se divierte descalzo correteando totoles.
Desde siempre ha recordado ayudarle a su madre en recoger el Ixtle y venderlo en el pueblo cuando es temporada.

Espera la llegada de su Tata, a quien admira mucho, si lo distingue al horizonte, tras la sombra del bosque, corre por él, se olvida del perro, habla en un dialecto y es respondido en el mismo.
Viene atento y complaciente cargando troncos y varas.
Desde ahí pocas veces se separa antes de que se marche de nuevo, allá, por el monte; su Tata baja por comida y un breve descanso.
Esto hace diferente los días del escuintle.
Su Tata es grande y sabio, le enseña a hablar con el bosque, con los pinos, aprende a escuchar al río y toma poses prestadas de la forma en que su Tata lo hizo con su abuelo.
Cuando llega, quiere saberlo todo: que si se encontró en el monte con coyotes, que si su Tata los ha visto de frente, que si ha visto chintetes para que le trajera uno aunque fuese muerto.
Le habla de usted en señal de respeto y poco le mira directo a los ojos.
Con Mamaíta es igual, ella es callada, tanto como su escuintle. Sabe hacer tortillas en comal y moler todo en el metate. Tiene la pose tradicional del cuidado al pequeño hogar.

Ya en la fogata, en el centro de su hogar, mirando lo profundo del fuego, se sientan los tres: mamaíta, Tata y él, juntando los olotes que salen del desgrane.

Oye tronar maderos creando magia con lo que Tata habla y su mente vuela...

Hablan del nagual, ese ser tenebroso, mitad hombre y mitad animal; de encuentros malos con otros hombres; de cómo se pierde en las noches y en el silencio de quien testifica que existe; parece escuchar las voces del viento zumbar tras la loma cuando la luna se tapa con nubes oscuras.
Mira pequeños conejos que se paralizan al saberse descubiertos a mitad de la noche, escucha grillos y siente frío...
Ve al Tata vagando por el bosque cortando los pies de los árboles que hablan de historias por momento misteriosas.
En su mente ve cómo los tecolotes salen huyendo en busca de nuevos agujeros, ¡mira los ratoncillos distraídos que son presa de los murciélagos!.
Y se sigue con historias viejas bajo el olor de maderos quemados.
Hay respeto a las almas que ahí moran.
Mamaíta pregunta sobre brujas que vagan por los cerros en forma de lucecillas, buscando a quien chupar. Y el escuintle se espanta y no duerme por esas noches en que Tata está a punto de partir.
Desearía no separarse de él, ¡ni aunque fuera al monte!

Por las mañanas el escuintle oye un gallo, escucha a mamaíta camino hacia el corral, espantando a las gallinas para escoger los huevos del día.

Aún no hay escuela cercana al pueblo ni mucho menos caminos cortos.
Un burro ayuda con troncos y una vaca presta el desayuno.
Es hora de despedir al Tata, con un rezo y persigne desean verle dentro de pocos días, trayendo leyendas, visiones y algún conejo cazado.
El escuintle nuevamente se sienta en la piedra aquella, ve perderse la imagen al fondo conforme avanza y otra vez el perro se vuelve compañero y amigo.

Breviario:En Tlaxcala, pequeña provincia de México, se habla aún el dialecto náhuatl y algunas familias usan éstas palabras:
Escuintle = Niño
Tata = Papá
Mamaíta = mami
Jacal = casa
Totoles = guajolotes, pavos
Ixtle = Pasto verde que crece a orillas del río
Chintetes = Lagartijas, ouijas
Metate = piedra rectangular para moler granos
Olote = Cuando se desgrana el elote (maíz) sólo queda el olote
Tecolote = Búho
Nagual = Ser con poderes de transformarse, maligno

09 noviembre 2005

Ipso Facto

Caminé y me miraste por detrás, justo cuando me daba cuenta.
Es divertido provocarte como cuando la primera vez. Hacerme sentir deseada por ti de cualquier forma es una manera graciosa de descubrir cuántas maneras diversas tienes de excitarte.

El que me mires la espalda es una de ellas, dejándome rociar el vino tinto de tu mano izquierda, que tome su cauce en la curvatura de mi piel, que llegue hasta donde se dividen mis carnes y te vuelvas bebedor empedernido, gozando de mieles, haciendo que me sienta ligera, flotando sobre la cálida habitación.

Mirar tu boca semiabierta en el pleno momento que me apropio de tu voluntad es parte de lo exquisito que me resulta beberte, también, a sorbos.

Eres enemigo de lo que cubre la piel, pero te vuelves amante loco cada vez que me vistes de colores. Y te gusta que camine con tacones, por la alfombra sepia, con listones y encajes, lista para ser tu regalo.
Es despacio el caminar,llegando hacia ti,es intenso procurar tu mirada que quede toda en mi y es agotador que me sujetes bajo tu pecho, pertenecida inmensamente.

Tienes una sonrisa malévola cada vez que despierto por las mañanas, quieres juegos que aún no conozco dormida y simplemente dejo abrazarme por ti para despertar cuando tú ya te has ido hacia un mundo de éxtasis.

Es curioso sorprenderte leyendo el periódico sin que me dirijas uno que otro vistazo, saber mis pasos te agrada, morder las frutas, percibir mi olor... ¿desearías saber que me tienes encantada?.

Y deseo mucho de ti, y deseo más por ti cuando al cerrar la puerta te me vas como se me va el agua por mis manos. Detener la fuerza de tu cauce es ir contra tu naturaleza y lloro...
Mejor recuerdo tus momentos, mejor recuerdo caricias, mejor recuerdo cuánto gimes cuando me tienes plena de sonrisas.

Y ¿sabes?

A mi también me excita cuando vas desnudo hacia el tocador...

08 noviembre 2005

Un beso y mi paz se hospedaron en Taxco

“Era un pueblito pequeño; si lo mira bien por todos lados, muchas cosas no han cambiado. Sigue metido entre cerros y hasta la fuente ha seguido aquí desde que yo me acuerdo cuando venía a cargar cántaros con el burrito que mi papá...�
Así se refería con sus ojos ya cansados y su voz queda y quebrada aquel lindo viejito de vestiduras humildes - “Mire usté las fechas en el caminito, desde ese tiempo ya había turistas por aquí�- Contaba muchos detalles como queriéndome meter a su pasado, como deseando que yo mirara igual dentro de sus ojos.
Es Taxco un lugar que desde siempre ha sido uno de mis favoritos, tal vez para vivir mi vejez o quizá para suspirar acompañada en algún balcón, mirando hacia el inmenso cielo azul que cubre la iglesia de Santa Prisca, construcción de cantera rosa hecha desde 1751.
Sus calles diminutas por donde apenas y pasa un auto, me ponen nerviosa en subidas y bajadas repentinas. Podría perderme como ratona en laberinto en cada una de sus artesanales callejuelas donde sus puertas de madera labrada se abren para mostrar plata, plata y más plata en su más estética expresión. La gente te ayuda con todo, es sencilla, sin miedos y habla orgullosa de todo lo que ahí hay“Ya nos acostumbramos a los extranjeros, y hasta sabemos una que otra palabra que les oímos decir, nos preguntan por la “silver� y con gusto los llevamos a donde nosotros sabemos que venden las cosas bien hechas y bien baratas, aunque de por sí, en casi todos lados la venden por igual� argumenta un jovenzuelo que hincha su pecho de saberse importante, de saber atender a quien llega a uno de los restaurantes que da justo frente al zócalo, donde se aprecian los blancos de las paredes de adobe y las tejas alegres que reflejan el sol a todo color. No existe ningún anuncio de bancos, tiendas de autoservicio u oficinas que distraiga la mirada provincial de mi consentido lugar. Todo en letras negras da un sentido religioso al pueblito lleno de actividad, lleno de brillo, y por supuesto lleno de romanticismo donde mi corazón siempre tiene latidos especiales.
Mi gusto por la plata me ha llevado a tienditas pequeñas, grandes y talleres. Si yo fuera cuervo, agarraría cuanta cosa brillante estuviera a mi alcance y volaría hasta el cristo que está en aquel cerro, haciendo mi nido brilloso y reflejante hacia Acapulco o Iguala.
Ha sido declarada como zona de monumentos históricos desde 1990 y desde ahí, en pequeñas combis uno puede transportarse a las Grutas de Cacahuamilpa, al cerro del teleférico o a los arroyos de Tecalpulco para conseguir un buen chapuzón y alivianar el intenso calor.
Recargada en la parte más alta del mirador del hotel, pude descubrir el vuelo de algún zopilote o pequeño gavilán. Todo quería dejarlo impreso en mi cámara fotográfica, todo deseaba que quedara inmerso para esas noches de recuerdo y nostalgia por querer volver..
Así, al tiempo que plasmaba un último adiós al Tlaxco de mi futura vejez me prometí inspirarle un tiempo en mi memoria cada vez que mirara un recuerdo colgante en mi muñeca de la mano derecha.

Gracias Taxco, me hiciste inmensamente feliz.

07 noviembre 2005

Un árbol tiene mucha hojas

Esto es un breve arreglo de algo que copié literalmente.
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestros caminos. Aún por virtualidad bloggera.

Algunas recorren el trayecto a nuestro lado, viendo pasar mucha lunas, pero otras apenas las vemos entre un paso y el otro. De visitas y buenos comentarios se alimenta el alma blogera. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Tal vez, cada hoja de un árbol caracteriza a uno de nuestros amigos. Los primeros que nacen del brote son nuestros amigos papá y mama que nos muestran lo que es la vida.

Después vienen los "amigos hermanos", con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Además, el destino nos presenta a otros amigos, que no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. Sorpresas con buena fe.
A muchos de ellos los denominamos "amigos del alma", del corazón. Son sinceros, son verdaderos. Ciertas ocasiones nos dirán cosas difíciles de digerir pero ahí estará la diferencia.
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace felices. Y a veces, uno de esos amigos del alma "estalla" en nuestro corazón, y pasa a convertirse en un "amigo enamorado". Eso da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies, letras bonitas y espacios dedicados a esa hojita maravillosa.

Por otra parte, también existen aquellos amigos "por un tiempo"; quizás por unas vacaciones,unos días, unas horas o una simple visita a nuestro blog -así nomás, bien pasajera!-. Ellos suelen colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.

Y hablando de cerca, no podemos olvidar a "amigos distantes", a aquellos que están el la punta de las ramas y que, cuando el viento sopla, siempre aparecen entre una hoja y otra.

Nuestras hojas, varias nacerán en otro verano y otras permanecerán muchas estaciones.

Pero la que nos deja mas felices es aquella que cayeron, que continúan cerca "alimentándonos" con su amistad. Son recuerdos de esos momentos maravillosos, cuando se cruzan en nuestro camino.

Te deseo, hoja de mi árbol: PAZ, AMOR, SALUD, porque cada Persona que pasa por mi espacio bloggero es "UNICA" y siempre deja un poco de SI y Se lleva un poco de aquí.

Tal vez haya quienes se llevaran mucho, pero no habrá ni una sola persona que no deje "ALGO".

Esta es la MAYOR responsabilidad de nuestra vida, llámala virtual o real...y para prueba evidente de que "LAS ALMAS NUNCA SE ENCUENTRAN POR CASUALIDAD."

Buen inicio de semana!

04 noviembre 2005

El marinero

Nació en un pueblito cercano a la costa, de familia numerosa atinaba a ser el tercero de 8 hermanos, quienes trataban de ganarse el amor de una madre trabajosa en las artes de lavar y planchar ajeno.
Su padre, pequeño obrero de una fábrica de veladoras, poco podía disfrutarles, y en los momentos de descanso con un vaso de leche, su consuelo era sentarse en la vieja mecedora, heredada de su madre, y verles jugar desde el pórtico viejo de madera crujiente.
Deseaba que su padre sólo le siguiera a él con la vista para que diera cuenta lo valiente que era al descubrir alguno que otro bicho raro por los gritos de sus hermanas. No los mataba, los dejaba ir, lejos de la estancia de quienes veían con terror que tenían más de cuatro patas.
Crecía rápido, sin ser supervisado en sus tareas por sus padres, sabía que algún día llegaría algo espectacular y había decidido que ni siquiera unas bajas calificaciones le impedirían salir más lejos de donde llegaba la parroquia del lugar.
Ya como ejemplo tenía a un hermano mayor, que ejercía la misma cansada labor que su padre.

Por palabras de los viejos daba cuenta que detrás del mar se escondían grandes secretos, ciudades inmensas y ricas en ropas, luces y melodías.
Cargando los cubetones de ropa mojada, que su madre colgaba en el patio trasero, imaginaba qué tan grande sería llevar a cabo una gran travesía para llegar a esas historias de cuento.
Tenía la solución para no ser un polizón descubierto y botado en otra ciudad, aprendía de su segundo hermano que no era sano estar en una prisión.
Tenía la respuesta para comer y dar de comer a su familia dejando descansar a su madre en casa. Juntando en alguna hoguera a su padre y a su madre con sus hermanas leyendo. Eso sí que lo imaginaba seguido. Eso sí que le animaba para cruzar el mar .

Sus preguntas insistentes y ansiosas a los grandes del pueblo le daban la característica de ser original mas terminaba por impacientarlos y sacar cualquier cosa con tal de no desanimarlo. Sólo su profesora tomaba el tiempo para bien ilustrarlo y hacerle ver que en cuanta empresa decidiera él emprender las letras, saber escuchar y uso de buenos números, le harían llegar hasta donde sus libros le dibujaban bosquejos de lugares que lo maravillaban.
Podía pasar horas desmenuzando ilustraciones, mientras los demás chiquillos jugaban a gritos y escondidas, el se la pasaba mirando las ropas que en otros mundos, ajenos a él, se usaban.
Ya conocía del medio Oriente, del occidente moderno, de China y Japón...

...Y el tiempo pasó como pasan las olas en las orillas arenosas de aquella costa humilde y el tiempo hizo hombre a quien tenía aquella mirada infantil.
Era el dueño de una embarcación mediana, de cara gentil hacía comercio con el resto del mundo. Sabía de justicias y de ciencias marinas, sabía de amores que se quedaban en cada puerto.
Su anhelada misión por tener a la familia reunida poco pudo cumplirse tras la muerte temprana de su madre por una pulmonía y de su padre y hermano tiempo después, en el famoso accidente de la quemazón en la fábrica de velas.
El resto de ellos, a la vista de él, eran quienes se mantenían cercanos, unos casados, con hijos pequeños admiraban a aquel marinero que siempre viajaba, que siempre callaba.
Tras cada viaje, a su regreso, mantenía la sorpresa de pequeños regalos acompañados de historias del viejo mundo.

Yo le admiré al leer sus escritos y saber que en vida me heredó un pequeño diario, de ahí, esto es lo que yo vagamente he comentado.

03 noviembre 2005

Ana

Ana, es aquella niña común que juega, que ríe y que su risa contagia a los chicos del barrio. Vive su infancia como toda chica de ahí. Coqueta y traviesa roba de vez en cuando una manzana al puesto de La Regordetta: señora enorme que canta y baila “La Tarantella� al ritmo de las palmas cuando hay mucha fiesta.
Es común que por las tardes en el pequeño pueblo italiano Ana se deje cepillar su larga cabellera negra por su abuela. Rodeados por toda la familia, escuchar lo que sucede en aquel lugar es parte de saberse de ahí mismo.
Las novedades entre mujeres son conocidas de primera mano, cuchicheos y manoteos son parte de lo que hará que se enteren los hombres y sepan quién se ha marchado del pueblo, quién se ha enamorado, quien se ha emborrachado o quien ha estrenado amante.

Ana aprende que la cocina es un lugar religioso donde su madre aún es asesorada por su abuela, que sabe probar, que sabe oler, que sabe cuando la pasta está lista para ser preparada. La cocina tiene todo lo que en estos tiempos no se consigue en cualquier lugar.

Ana tiene cuatro hermanos más. La última es otra mujercita, más tímida y callada que cualquiera de la familia. Sólo los contempla y juega con una pequeña muñeca de trapo. Sus piernitas no caminan, de bebé adquirió polio y en el pueblo nunca pudieron salvarle de su invalidez. Admira mucho a su hermana Ana que sabe que todos los días acude al pozo por fresca agua. Desde la vieja casona, una ventana a lo alto, la sigue, la distingue, la ve perderse entre las callejuelas camino abajo de donde ellos habitan.

El segundo hermano de Ana es robusto, sabe aún de chico que tendrá responsabilidades de hombre cuando crezca dentro de su familia. Ayuda al padre a recoger en los plantíos y por las tardes le encanta platicar con los chicos de su edad en esa fuente donde Ana todas las tardes llena su cántaro de aguas cristalinas. Habla demasiado, dice su madre, bien pudiera ser de grande un gran comendador que convenza a la gente ¡de cualquier cosa!.

Ana saluda en su camino a los viejos y por supuesto mira a su hermanita en aquel ventanal. Es la alegría que sale de toda la monotonía del pueblo. A lo lejos oye música antigua.
Cuando alguien se casa todos son invitados y Ana y sus hermanos se visten con lo mejor que tiene la familia en su ropero. Aún con olores a naftalina adornan sus vestidos y su madre se encarga de corregirles ciertos defectos a las ropas porque sabe que Ana va creciendo. Ana descubre que bien peinados sus hermanos lucirían siempre bien aunque ellos detesten tanta formalidad.
Detestan ser apretados de las mejillas cada vez que hay que saludar a los más grandes y honorables del pueblo más Ana sólo se calla, es así, sencilla y tierna, noble e infantil.

Y su padre, amante fiel de su familia, sabe qué tan reconfortante es regresar de los campos y ser recibido por un perro pequeño, flaco y mal comido y por supuesto por Ana, alegre y pizpireta, con pestañas negras que contrastan con lo blanco de su fina piel.

El tercer hermano de Ana es pícaro, travieso inconfundible y el que da dolores de cabeza a la abuela, a la madre y al padre. Se ha ganado muchos regaños, muchos castigos, por soltar las cabras del vecino de la villa, por jalar los cabellos a las niñas y por tirar a veces de la silla a la pequeña hermana de Ana. Le fascina robarle la copa de vino a su padre cada vez que éste se queda dormido en alguna tarde.
Ana lo mira calladamente.
¡Sabe Dios solamente, qué les depara con ése hijo a todos los de la familia!, no le gusta estudiar, pero el chico, aún a su prematura edad, acude a la escuela porque suspira por su maestra cada vez que le explica algo que el chico no llega a entender.

Por algunas tardes Ana se fascina de las historias que escucha de la abuela, de cuando mamá conoció a papá, de cuando ella era codiciada por la villa al tener una cara muy linda. Dicen en la familia que Ana se parece a su abuela, que de grande será muy linda porque tiene esos ojos negros y la sonrisa heredada.
Ana suspira, no sueña con príncipes aún, tampoco anhela crecer pronto para salir de aquel tranquilo barrio, mucho menos se mira viajando ni conociendo lugares.
Ana sólo tiene su mirada en su pequeña hermana, a quien como a una madre, la mira tierna y esperanzada a que la Madonna del pueblo siempre la bendiga.

Ana seguirá creciendo en Italia.

02 noviembre 2005

Por un espíritu fiel

Continuación



...Primero vertí venenos a las mujeres baratas, haciéndome pasar algunas tardes como vendedora de frutas deliciosas, aprendí las artes de preparar pócimas que no se huelen pero que son fatales cuando se ingieren.
En ocasiones, severos malestares los tomaban no sólo ellas sino los visitantes del lugar.
Ciertas ocasiones en que os gustabais emborracharos marido y marqueses huía como ladrón encapuchado para asesinar literalmente a sus doncellas favoritas.
Las artes del cómo lo hice ciertamente nunca os voy a describir por resultar fatales a mi enseñanza.
Y en los alrededores sólo se murmuraba que las muertas bien se lo habían merecido, castigo de Dios dijera la Iglesia por poco contribuir al diezmo que se pedía al cabo de año.
Cierta noche perdí el control de mis celos, no resistí más la tentación de pensarle en boca de otras. Reñimos por no cumplir con sus deberes de matrimonio y salió huyendo hacia alguna de esas casas de las que yo sabía perfectamente quienes eran sus conocidas.
Le seguí, vestida como nadie pudiese reconocerme, la daga colgada de mi mano diestra me infundía una seguridad inmensa. Bramaba ya como toro y me dirigí al callejón aquel, donde los viejos sin dientes consumen sus vinos viejos y las mujerzuelas ríen a carcajada loca. Las velas ocultaban sombras más no su cuerpo y en espacio de poco tiempo le descubrí bebiendo y brindando...le odié ciegamente...
Entré al viejo hostal pidiendo llamasen a la rubia aquella, con la que el marido retozaba, de por medio os pagaría con monedas de oro a quien consiguiese me la llevase hasta la puerta.
Mal encarada por su abrupta interrupción, más curiosa por saber si yo le pagaría una mísera moneda, por un instante, le murmuré al oído, y le maldije como a todas las de sus estirpe...me siguió hasta el viejo farol.
Ahí, entre basura y escombros del rincón, desahogaba con puñaladas mi odio por quien robaba el cariño de lo mío...y de pronto...sentí algo caliente...algo similar a lo que por fechoría le hacía a esa mujerzuela... miré mi vientre caliente y era sangre la que vomitaba de manera incesante...
Una espada travesaba mis entrañas, una espada enterrada por un cobarde a mis espaldas...giré mi torso y la sorpresa fue mayor, ¡mi marido!, ¡el gran marqués!, por el que pude haberlo dado todo, fue mi verdugo...
A él le argumentaron locura, el hecho: un lío de faldas...
Mi cuerpo se enterró en los jardines de la gran casa más mi alma quedaba envuelta en ese aire en donde jamás se respira calma. Hoy vago por los mismos rincones, por las mismas calles, espantando a las almas engañosas y a los hombres infieles.Saldré de la luz de las calles, como salía del farol del lugar. No tendré descanso hasta que el cielo os perdone la injuria de no saber que el amor a veces os manifiesta de maneras extrañas.

Fin.

01 noviembre 2005

Por un espíritu fiel

Vosotros creeréis que soy sólo leyenda, que las bocas de muchos os han dejado plasmados en la mera fantasía, que solamente os voy dejando miedo si os creeréis valientes de vez en vez al andar por las calles del centro de lo que hoy es ciudad.

calle_oscura

Mas a veces lo que suele ser sonado os pudo haber sucedido en alguna ocasión, que me aparezco con carácter y espantos a hombres que ahí me encuentro, pongo mi mano huesuda en su hombro y no le suelto hasta que desaparece de mi territorio.

Dicen que aún aparezco, que mi gemido es espantoso, que castigo a cuanto hombre sólo va por ahí distraído...y todo por uno sólo que se cobró lo que muchos seguirán pagando por él. Os muestro lo que en tiempos remotos sucedió cuando yo vivía, cuando era carne y no hueso, cuando respiraba y necesitaba de comida para poder vivir en lugar de penar para poder salir del purgatorio en el que hoy me encuentro.

Eran esos tiempos en los que las damas os vestíais de colores serenos, con grandes vestidos, pomposos para cualquier ocasión, que os gustáis presumiros ante los ojos machos de cualquier dinastía adinerada. Vuestro padre era como todos, de la gran comarca conocido por su diestro manejo en los dineros de grandes empresarios. De familia noble me crió como a vuestra madre más le hubo agradado; de buenas costumbres y gran estilo.

Fui traviesa como en tiempos infantiles, más cuando los tiempos de casorios me llegaron vuestro padre habíais destinado mi cuerpo y mi vida a uno que en aquel tiempo más grande y conocedor de la vida sería mi marido. Yo inocente de saber las huestes del amor o del placer simplemente era halagada por la mera vista de saberme linda. Y como toda cosa nueva, me enamoré de mi esposo, como cualquier varón hubiese sido querido. Más nunca supe que en estos menesteres la picardía de andar de flor en flor era parte del deporte masculino y muerta en celos vigilaba cautelosa que no tocara siquiera la piel de otra dama por no llamarla de manera grosera una vil cortesana.

Y todo fue bello hasta que sus ropas me hablaron de otros perfumes y otros cabellos. Algunos coloridos, otros rizos, nunca coincidían con los rojos que eran los míos. Y ya dudaba de la existencia de saberme sola, de saberme su única mujer, mis adentros se corrompían y se dolían por no entender lo que era el amor vertido en varias almas y no en una sola. Y me volví tan dura al saber que decidí hacer varios menesteres sin descanso por conseguir un vano amor, un único amor.

Ni el cura de esos tiempos os pudo calmar la agonía de mi dolor, ni las palabras sabias de cualquier consejal se metían en mí. Entre más os trataban de calmar preguntas necias más aumentaba mi rabia por quemar a quien se interpusiera entre mi amor persistente.

Así, cada noche, tras haceros sentir que mi cansancio estaba al punto y los caballerangos se sabían solos, yo le seguía hasta aquel lugar. Deseosa de saber qué os llamaba tanto la atención descubrí lo que eran besos prestados, eran camas y deseos impuros, eran cosas que me mente no podía digerir. Y llenó tanto mi alma de odio que os juré vengar de mi tonta impotencia...

Continuará