08 enero 2009

Heraldo del Pueblo

Vagando por los alrededores de Querètaro se me ocurriò visitar un pequeño pueblito llamado San José de Iturbide, ahí, en el centro, se concentran muchos viejitos platicadores, narrando sus historias de antaño –muy lindas, por cierto- y, como toda transmisora de historias, déjenme platicarles en letras màs o letras menos lo que Don Héctor Horacio transportó al presente:
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“...Me acuerdo rete bien cuando andaba de jovenzuelo, ya sintiéndome mayorcito y grandulón que siempre nos íbamos a sentar unos amigos y yo a la plazuela Olvera y, por aquellos tiempos estaban perforando un pozo –quezque para tener agua-. Era una máquina rete grande que pa todos era novedad, se parecía de alta a la chimenea del molino de trigo –así le digo-.
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Esa máquina ocupaba toda la plazuela. La familia de Don Jesús y Doña Elena vivían al otro lado, en donde está hoy una tortillería... usté ya ha de haber pasado por ahí. Pues sus hijas Berta y Gloria tenían que atravesar toda la plazuela entre los fierros para ir a comprar el pan a la panadería de Don Manuel y pues... así de pubertos nosotros considerábamos que ese era nuestro territorio...
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Donde se me ocurre que si las espantaba tirarían el pan y saldrían corriendo despavoridas dejándonos a la bola de chamacos cerca del pan calientito.
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Una tarde ya anocheciendo, saqué de mi casa un abrigo negro de mi papá; estaba tan chaparro que me cubría hasta la cabeza, me puse una máscara de calaca sonriente blanca... Cuando ví venir a las muchachas que les salgo...
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.Buhh!
Pos señorita, ¡dicho y hecho! Se espantaron, tiraron el pan y corrieron.
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Uyyy, nosotros fascinados comiendo el pan.
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¿Me creerá que lo repetimos dos veces más?
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Susto el mío cuando a la segunda no sólo venían las muchachas sino también ¡Su mamá! Doña Elena.
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Me ha puesto una coscorroniza y regañiza hasta que se cansó yo creo...
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Nooo y no paró ahí... Mi Santa madre se ha enterado y no sólo fue regañiza –imaginese-
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... Pos dejé de andar de alma en pena.¿Usté cree?
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Por cierto... Aquella perforadora jamás funcionó porque en el pozo jamás encontraron agua."

5 comentarios:

payomocion dijo...

Definitivamente escuchar a las personas de avanzada edad es toda una odisea llena hasta el buche de muchas sensaciones, aqui en Jojutla, Morelos, "la tierra caliente" hay un lugar frente a una peluqueria, a un costado del mercado, en que se reunen los viejitos a platicar debajo de un arbol rodeado por una jardinera, a ese árbol.........le llaman el árbol de los pajaros muertos................jejejejejeje

george dijo...

Hola Dra Kleine,

te deseo un feliz año nuevo y espero que tu fuente de contar historias nunca se seca!
me siento incapaz comentar todas tus entradas (me gustaría!).
Aquí en Suiza no pero en España los vejetes siempre están en las plazas charlando, si el tiempo lo permite...
Tiene mucha gracia la historia del pan, eres una artista en escribir relatos cortos, siempre me encantaron!
Todavía estamos en Zürich y me falta mi sitio de trabajo usual, si uno no tiene el entorno de costumbre de siempre, todo cuesta mas.
hasta la próxima oportunidad.
un abrazo

AndreaLP dijo...

Me encantan las historias que cuenta le gente mayor. De repente me encuentro absorta imginándome el escenario que describen y sus andanzas.

Buen inicio de semana, Doc.

Joel dijo...

jajaja me rei mucho de la anectoda, siempre hay mucho por escuchar de la gente grande y más en las pequeñas ciudades,

Te mando un beso, buen inicio de semana

ShAdOw dijo...

Que linda historia, me hizo reir con ganas al imaginarlo cuando vio a Doña Elena y sintió los coscorronazos.

Gracias ;o)