01 diciembre 2008

Apenas de once años...

Podías escuchar a los perros ladrando a la distancia, alborotados o entusiasmados anunciando la llegada del tren que, también a la distancia se lograba distinguir de entre los ruidos citadinos... Muchos comenzaron a recoger sus cosas, otros apresuraron un plato de unicel con frijoles y arroz. Eran voces que hablaban con distintos acentos y colores de piel acentuadas, casi brillosas de tanto reflejar el sol.
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¡ Ya viene la bestia! -se oía al fondo de un rincón maloliente de orín, moscas y cigarro...

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¡que ya viene la béjtia! - decía un panameño...

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Y dos chicos en la banqueta se miraron de inmediato, el mayor apresuró su agua y le pidió al menor que no se separara... que venía lo peor al subir los vagones. Cualquier cosa se avisarían o bajarían de inmediato para no perderse de vista...
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La migra no los notaria si se ocultaban dentro de la reja de cerdos, aunque el hedor podía hacer volver las víceras desde lo más profundo del intestino...Ninguno hablaba.. sólo sus miradas podían expresar el miedo, la angustia, la desesperanza... las ganas de ir hacia un mundo que tal vez era tierra prometida, que tal vez les haría soñar en dólares, en ganancias, en volver con un buen par de tenis y dinero para la abuela.
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Aquella abuela, a miles de kilómetros de distancia, sólo rezaba, clamaba, balbuceaba. Añoraba los tiempos en que los niños corrían en el patio a gritos y empujones llenos de piojos, con la piel ajada, pero seguros, contentos, ignorantes de un futuro donde padecerían las ansias de una modernidad que mostraba celulares, ropa, moda y drogas.
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-¡Chamaco, despiértate!... que ya llegamos a Tampico... viene la migra...
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Despertó perdido, espantado, como queriendo ubicar el espacio, el tiempo y lo último que había hablado, sentido, visto...¿Dónde está su hermano? ¿dónde?... Un trapo parecido al suéter lucía sucio, embarrado de lodo pero sin dueño...
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¡oiga usté... ha vijsto a un niño de once años!... y nadie se detenía a escucharle... todos corrían, todos huían... la migra.. ¡la migra!...
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¡Mi jermáno!, ¿dónde ejstá!... primero gritaba, luego clamaba... después lloraba... lloraba...
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¡Se lo llevaron los maras!...¡se cayó del tren!... ¡no!... ¡un señor lo mandó llamar al otro vagón, se levantó y se jué!... ¿Quién tenía la razón?...
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La migra lo avienta a un cuartito... esperará a que se llene el bus que va de regreso a su país... ya no le quedan lágrimas, todas se embarraron en su rostro moquiento...
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Llora hermano... llora... ¿quién te devolverá la vida sin el chiquillo que acompañaba tu futuro?

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9 comentarios:

aapayés dijo...

Dura la realidad de nuestros hermanos todos he dicho todos...

un abrazo

Angeek dijo...

¿Cuándo acabará?

ShAdOw dijo...

Y como dice Mausan "Y nadie hace nada..." Nos alarmamos y nos estremecemos cuando nuestros compatriotas narran lo vivido al cruzar al "otro lado" y no vemos hacia los vecinos del sur que la pasan peor tras una quimera...

" Y nadie hace nada...."

Real-X dijo...

duro relato de una realidad cruda

Mariana dijo...

Excelente retrato de una realidad cruda y cotidiana.... :S

Besos

FENIX dijo...

Muchas felicidades doctora, retrataste en muy pocas letras una verdad cruda y tristemente real.

un abrazo.

Mr. Magoo... dijo...

Me dejaste anonadado, tu cuento es muy real, pues historias asi pasan muy seguido. Cuanto duele regresar al punto cero despues de tantos esfuerzos y tanto camino recorrido, un suenio, el de vivir mejor... la vida no es injusta, los humanos somos injustos.
Un abrazo, excelente cuento.

Juan de Lobos dijo...

Quien pierde un sueño, lo pierde todo.
Aullidos y besos para ti.

george dijo...

Todo es posible en este mundo triste, al fin es el hambre que domina, todos somos cazadores o presas...
el chico de 11 años todavía no conocía esta regla y caía en la trampa.

un beso Dra