Me tenías presa entre tus palabras y tus miradas, a veces nítidas, a veces congeladas... dabas cuenta de tu imagen, de tu perfil, de tu inmensa forma de sonreír a cada locura de decir algo dicho con la mente cuando el corazón late a mil...
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Yo te miraba, toda endiosada, y era una diva en lo que me convertías, moviendo, alabando, untando, girando palabras que me hacían sentir que de verdad convencían a hacerme sentir bonita.
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Y fue como empezó el juego, entre una pregunta, entre un reto, entre una osadía traviesa de mostrarte más allá de mi rostro, ése que se ruboriza al creer que hace cosas insensatas...
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Ya era la piel la que lo pedía y eran mis ojos quienes lo gritaban... primero tu camisa, luego mi blusa... Nos fastidiaba la distancia y fueron las ansias las que nos volvieron locos.
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Para entonces sudaba de ganas, y respirabas ansioso... nos lograbamos escuchar de manera inalámbrica... Así me apresaste con ganas, te miré completo, erecto, masculino, estricto y delicioso... dejé mis bragas caer al piso...
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Tomamos todo, bebimos poco, tocamos de todo y la gama de explosiones, gritos y gemidos, puntos técnicos de poseernos mutuamente a pesar de una sola imagen...hubo fuego, hubo gritos, me arrancaste la vida en un solo suspiro
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Vino entonces el delicioso clímax, tu presente y yo también, sobraron palabras, faltaron caricias, nos dimos todo e intercambiamos "te quieros".
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Un leve silencio, las ropas en su lugar y la despedida antecedió a la imagen muda, blanca, ya sin vida...
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Ya espero una siguiente sesión.