09 mayo 2006

Otra historia en el banco

A eso del medio día, con las labores del trabajo tuve que ir a un Banco. No sé si sea la mala vibra que ahí impera o la suerte que tengo de presenciar actos civiles contrarios a los que deberíamos hacer.
Tras formarme y tratar de explicarme que la paciencia es la dueña y señora de todas las virtudes para poder caminar a paso lento dentro de un banco atiborrado de gente, pude darme cuenta que poco caso se le hace a los anuncios que ahí dentro se muestran.
Es bien sabido que los celulares no pueden utilizarse dentro de éstas instituciones por diversas causas. ¡Ahhh! Pero no falta alguna personita contreras que “le vale� que eso se diga.

Una chica que llegó tras de mí, hablaba y hablaba por teléfono, a voz en cuello, tal vez deseaba que nos enteráramos de su próxima cita con el chico más sexy de su empresa –¡duh!-.
Todos la miraban y algunos otros, cual partido de tenis, le miraban y volteaban a ver el anuncio, del anuncio a su cara y la chava sin expresión alguna seguía con su charla... Una cajera le comentó que guardara su celular, más con la plática intensa de su próximo affaire, ni si quiera se percató de la llamada de atención... o quizá fingió no escuchar.
-Señora tolerancia-, me decía yo – sé que no eres maga pero haz que se minimice la actitud de la monita ésta... risas a escándalo le hicieron perder el porte de bonita.
¡Noup!, nada pasaba, ni se callaba ni la cola avanzaba. Tras una suerte de 10 minutos más la chica cerró su celular y se salió del banco. ¡ah!, por fin.
Ya a pocos minutos que tocara mi turno llegó una señora, se colocó enfrente de todos nosotros y fingiendo que ninguno de los que estábamos atrás existía sólo buscó la manera de que, en cuanto una caja estuviera vacía, inmediatamente se metiera. Una viejita era la que tenía el turno de pasar y no fue así debido a que la señora, por su santa voluntad fue y se colocó. El caso gracioso fue que de las siete personas que estaban delante de mí, nadie decía nada, todos mostraban cara de molestia, pero nadie tenía el valor de comentar que lo que hacía no era lo correcto. A mí se me hizo raro que se formara así nomás, algo debiera de llevarla ahí y me dediqué a mirar a todos, las actitudes no cambiaban en muchos, desde un movimiento de cabeza como diciendo “no puede ser�, hasta el que, en voz baja, vocifera y maldice pero nada que se atreve a decir ¡fuera de ahí!. Finalmente la viejita nos miró a todos los que estábamos tras de ella y se animó a decirle que ella era la siguiente. La reacción de la señora fue decir –casi a gritos- que ella ya había estado formada desde una hora antes pero que la cajera la había mandado a corregir el formato de pago. ¡Raro!, yo tenía ya casi una hora ahí y nunca ví a esa señora.
Una caja se desocupó y se adueñó del lugar. La viejita sólo nos miró a todos y levantó los hombros y las manos cual caricatura de “Yo no hice nada�... ¡uy!, muchos perdieron la paciencia y comenzaron a quejarse. EL gerente sólo miraba pero no daba una palabra a nadie. Eso tal vez hubiese calmado los ánimos que ya se calentaban.
Y la cereza en el pastel: ¡Apareció la chica del celular!, así nomás llegó y se formó detrás de mi, sin pedir permiso a nadie. Ya no gozaba de simpatía a pesar de ser rubia con cara de actriz. Una persona de atrás la cuestionó del porqué se formaba si ya tenía 45 minutos que no se había formado. Ella comentó que había dejado “apartado� el lugar.
El señor detrás mío, de inmediato contestó que a él jamás le comentó nada y las miradas todas se dirigieron hacia mí... ¡ay! ¡qué rompi!. Me preguntaron si a mí me había comentado algo la chica, por supuesto que salió todo mi veneno a relucir tremendamente: -No, yo no escuché nada, sólo su celular en un lugar donde no se debe contestar-. Un chico de atrás dijo: ¡Vaya! Hasta que alguien le dice algo a “la Barbie�, -risas, alguien aplaudió... yo de plano no quise voltear más, sabía que me había ganado a una enemiga gratuita y le había dado la espalda a Doña Tolerancia también. La impaciencia de todos se volcó con la chica y comenzaron habladurías y comentarios muy crueles que de verdad daban pena ajena con la chica. ¡Dioses, ¿porqué abrí la bocota?... mi turno y acudí de inmediato. Hice los trámites necesarios y lejos de sentirme bien quise salir volando de inmediato debido a la mecha de fuego que se prendió tras mi comentario.
Nuevamente reflexiono y caigo en la temerosa cuenta que en masa podemos ser bastante peligrosos cuando algo llega al límite de la paciencia., que basta con que uno rompa el silencio para que otros se armen de valor.
Ya lejos del banco pensé en dirigirme la próxima vez al buzón de sugerencias:
¿No será bueno que, al menos en los bancos, pongan un disco con música pasiva para calmar los nervios?

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Kleine!
No tengas culpa... esas cosas ocurren :-) es pura envidia, la barbie estaba planeando algo bueno, los demás estábais esperando :-)
Como siempre, tu relato me arrancó esa sonrisa algo malévola ;-)

argos dijo...

BIEN, BIEN, BIEN, AS� SE HACE, AUNQUE... YO NO LO HAR�A.

JAJAJA!!

SALUDOS

José Antonio Galloso dijo...

Buen relato
cómo odio los bancos
y las oficinas del gobierno
no he nacido para hacer trámites
me enfermo an un cola

Saludos

Anónimo dijo...

Hola Kleine,
He llegado a tu espacio por medio de Blogs Mexico y quiero felicitarte por el contenido de tu blog, me ha encantado lo que escribes y la forma en que lo escribes.
Son pocos los Feeds que tengo de blogs personales y sin dudar he agregado el tuyo por lo que te estare leyendo y comentando seguido.
Ha, y ¿de casualidad no era Santander el banco en donde estabas?

Anónimo dijo...

Uff pues me considero de las afortunadas a utilizar relativamente poco el banco en si, prefiero pagar por internet y/o pedirle a mi amiguita contadora cuando va al banco a que haga mis depositos si tengo alguno por hacer.
Pero bueno esto de no hacer caso a las indicaciones es muy comun, podriamos hacer una larga lista de las cosas que no se deben hacer y sin embargo hay gente que les vale.

Kix dijo...

Es en estos casos cuando es muy útil el turno que te da la maquinita de Banamex. Lástima que los demás bancos no la tienen y uno tiene que chutarse la fila.

Qué bueno que le dijiste sus cosas a la chava, porque por eso son así, porque la gente los deja ser.

Enigma dijo...

Increible o no, es triste ver el grado de educacion que algunos (as) pueden tener, pareciera que entre mas educacion se tiene peor se comporta uno.

Un beso Dra

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Dra. Kleine dijo...

Y si, desafortunadamente, cuando uno ve las cosas en perspectiva se recrimina bastante, pero pues, ni hablar, me ganaron más las visceras jeje.

Proteo5... NO ME LO VAS A CREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER...
SIIIIIIIIII!

RAYDIGON dijo...

Debemos ser tolerantes.

Debemos tener respeto.

Todos tenemos un limite y cuando lo superan pasan cosas malas...

Cada dia voy menos al banco, no los tolero.

Besitos G.

Darth Chelerious dijo...

los bancos deberían ofrecer bebidas y botanas mientras uno espera en la fila...

lo peor es cuando es dia de quincena y solo hay dos cajas abiertas para atender a todos. que se jodan los bancos.

Menta dijo...

Eso pasa alla y en la quebrada del aji,como decimos nosotros los chilenos,abusos y los demas se hacen los locos...pero no falta quien levante la voz y los animos a veces,(aunque no siempre) se calmen y el mal rato pase a ser uno de tantos malos en un dia cotidiano.

Un besote!

Dra. Kleine dijo...

Cierto Mentacalida...creo que el mal nos pasa aquí y en china... (en HSBC jejeje)

Anónimo dijo...

A veces, después de horas de espera es necesario que alguien diga la verdad, quizá guardar demasiado silencio es también pecado.

Un abrazo

Unknown dijo...

Comadre!!!

Tenga cuidado que las barbies también tienen garras, jajajajajaja!!!!

¡¡Un abrazo y que tenga un excelente gfin de semana!!

Lety Ricardez dijo...

Mi doctora querida no tentaré su paciencia si le digo algo? espero que no.
El asunto de los acentos y algunas letras dificulta un poquito la lectura y es una lástima porque su blog está muy atractivo, espero que me lo tome a bien.

Le dejo todo mi cariño