25 mayo 2006

Reloj no marques las horas...

He querido contarles algo que me contaron a mí y que en algún momento me hizo reflexionar:

"En una de las paredes de mi cuarto hay colgado un hermoso reloj antiguo que ya no funciona.
Sus manecillas, detenidas casi de siempre, señalan imperturbables la misma hora: las siete en punto.
Casi siempre, el reloj es solo un inútil adorno sobre una blanquecina y vacía pared. Sin embargo, hay dos momentos durante el día, dos fugaces instantes, en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fenix.
Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares, marcan las siete, y los cucus y los gong de las maquinas hacen sonar siete veces su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida.
Dos veces al día, por la mañana y por la noche, el reloj se siente en completa armonía con el resto del universo.

Si alguien mirara el reloj solamente en esos dos momentos, diría que funciona a la perfección ... Pero, pasado ese instante, cuando los demás relojes acallan su canto y las manecillas continúan su monótono camino, mi viejo reloj pierde su paso y permanece fiel a aquella hora que alguna vez detuvo su andar.

Y yo amo ese reloj. Y cuanto más hablo de él, más lo amo, porque cada vez siento que me parezco más a el.
También yo estoy detenido en un tiempo.
También yo me siento clavado e inmovil.
También yo soy, de alguna manera, un adorno inútil en una pared vacia.
Pero disfruto también de fugaces momentos en que, misteriosamente, llega mi hora.
Durante ese tiempo siento que estoy vivo.
Todo esta claro y el mundo se vuelve maravilloso.
Puedo crear, soñar, volar, decir y sentir más cosas en esos instantes que en todo el resto del tiempo. Estas conjunciones armónicas se dan y se repiten una y otra vez, como una secuencia inexorable.
La primera vez que lo sentí, trate de aferrarme a ese instante creyendo que podría hacerlo durar para siempre. Pero no fue.

Como a mi amigo el reloj, también a mi se me escapa el tiempo de las manos.
...Pasados esos momentos, los demás relojes, que anidan en otros hombres, continúan su giro, yo vuelvo a mi rutinaria muerte estática, a mi trabajo, a mis charlas de café, a mi aburrido andar, que acostumbro a llamar vida.
Pero sé que la vida siempre cambia a otra cosa.

Yo sé que la vida, la de verdad, es la suma de aquellos momentos que, aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía con el universo.
El reloj marca lo rutinario que puede ser o lo mejorado que un tiempo avanza, aprovechándolo y siendo mejor cada vez."

¿Como ven?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos somos ese reloj: estamos un pococ muertos porque no nos damos cuenta de nuestra vitalidad, pero hay algunas cosas que nos hacen despertar.
Besos.

Anónimo dijo...

hay quien no acierta ni dos veces al día... ese reloj es una esperanza, creo.

The_Saint_Mty dijo...

"Porque voy a enloquecer..ella se irá para siempre, cuando amanezca otra vez..."

Saludos!

RAYDIGON dijo...

Amo los relojes, el tuyo debe ser especial G.

Besos.

Dra. Kleine dijo...

Cierto, todos tenemos un ritmo, tan especial y único.
Nuestro tiempo nos lo va marcando cada latido del corazón.
oh si.

Lety Ricardez dijo...

Mi doctora esta metáfora me fascinó.
Debo decirle que yo también tengo un reloj así en una de las habitaciones de la casa, algún día lo verá. ¿Coincidencias? no lo sé, pero sí le dejo mi abrazo

Anónimo dijo...

hermanos, hay cosas que tienen que permanecer estáticas en el tiempo como los valores. El mundo gira y gira pero la abrumadora globalización no puede hacernos cambiar nuestros valores