La huida

No tendrìa que importarme nada, salvo la regañiza que mis papàs me pondrìan al regreso de Acapulco, asì que seguì besando a Pablo y le dije que sì, que nos largaramos a la playa en ese preciso instante.
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Le advertì que no llevaba lana ni nada parecido a unas sandalias cosa que tampoco le importò mucho, se carcajeò, mirò la hora y el atardecer del mirador de cuernavaca; arrancò el auto, me acomodè en el momento en el que me sugiriò que colocara mi cinturòn en orden y partimos.
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Llamè por celular a la casa y como contestò mi hermano sòlo hablè ràpidito, diciendo que me quedaba en la casa de Clara y que regresarìa el domingo... que le dijera a mis papàs para que no se quedaran con pendiente.
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Yo habrìa sugerido un par de cervezas para el camino pero como habìa retenes por doquier dejè que la atmòsfera de nuestros reales sentidos nos llevara mejor con bien.
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Y fuè asì como lo conocì mejor.
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Platicamos de cosas estupidas que daban risa y supe que despuès de todo no era un desmadre como èl solito se pintaba.
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Soy una atrevida... irme con alguien que comencè a besuquear hace dos dìas en el antro, que me llevaban a casa en auto y ahora que me llevaba lejos del Distrito Federal sin poner peros de dinero era algo que hasta mi mejor amiga me hubiera censurado.
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¿El pensarìa que yo era una Putita cualquiera?
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En ese instante me valiò madres... le seguì la corriente.
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¡Ni siquiera estaba peda para decir SÎ a todo!... Y dije Si a todo.
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Al tomar gasolina en Cuernavaca hubo un silencio terrible, y fuè la ùnica vez que recuerdo que callò su boca.
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Hablamos de sus amigos, de mi amiga la loca, de sus estudios y sus maestros... hasta de cuando tuvo hueva para ir al antro... èse mismo dìa que me conociò.
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Yo no hablè mucho, pero creo que demostrè que estaba convencida de mi madurez y solamente atinè a hacerlo reir mucho.
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Un hotel muy bueno, la recàmara hermosa, grande, vino, mùsica y la alberca privada me hicieron olvidar còmo diablos me entreguè a alguien que gozaba tanto como yo.
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Los dos nos perdimos en el mar, en la risa, en la embriaguez, en nuestros sexos y en el estado de euforia que una playa te puede dar...
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Tenìa mucho que no convivìa con alguien realmente de una forma tan singular.
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Sin decirnos Te Amo, sin esperar nada uno del otro y sin pensar en un mañana, no habìa romance, ni reproches o enojos, sin celos, sin cursilerìas...
Eramos dos amigos que se besaban con ganas de sexo y diversiòn.
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Nos bebimos los dìas como si murièramos de sed y sentamos cabeza cuando volvimos a la caseta que nos daba la bienvenida al Distrito Federal. ¡Diablos, bienvenida a la realidad!
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Un beso ligero y un comùn y corriente "Cuidate" fuè lo que nos separò de inmediato.
Le dejè la ropa mojada en el asiento de atràs.
Sòlo volvì con lo mismo que me llevè y algo de arena metida en ya-te-contarè.
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No hubo regaño departe de mis padres... mirarme morena, efecto del sol, no fue algo que se tragaron tan fàcil cuando les dije que Clara fue invitada a la playa junto conmigo.
Màs cuando Clara me fuè a ver ayer a mi casa... segùn cuenta mi hermano...
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Espero el momento en que me pidan explicaciòn... ¿me creeràn mis papàs si les echo la verdad asì nomàs?
Hoy, aquì en la escuela, solo mi mente atina a regresarme a èse momento de locura, al olor de mar y al tacto de sus manos...
Desearìa que volviera a suceder sin que en èstos momentos me pregunte quièn en realidad es èl, donde vive y si tiene novia...
O Puede que nunca lo vea otra vez.
Serà mejor que ponga atenciòn a la clase de Filosifìa.