Se solicita mesera.

Se solicita mesera, era el anuncio, y aunque Leticia siempre era vergonzosa no dudò un instante en visualizarse atendiendo a gente que nunca habìa visto, mucho menos conocìa y ni què decir de hacer amistad.
Dudaba entre ir y preguntar o buscar en otra cosa que no fuese estar expuesta ante la gente. Tal vez cobrando, aunque no le resultaba fàcil estar bajo presiòn a la espera del cambio que debiera dar: Correcto y justo.
Se Solicita mesera. Y le rondaba en la mente una y otra vez el anuncio, el lugar, la cercanìa de su casa y las ventajas de ver què bueno serìa trabajar ahì.
Se solicita mesera, buena presentaciòn. Ofertaba bien sin que dudara de su bonita cara. Sabìa que no era fea y se conocìa de simpàtica y buena onda... Aunque no sabìa què tan valioso eso pudiese ser en el patròn que le mirara directo a los ojos.
Se Solicita mesera, buena presentaciòn. Buenas propinas. Y con eso optò por presentarse tragàndose el orgullo. Buscando un trabajo donde no le preguntaran mucho sobre el abandono de sus estudios, sobre su vida personal, si sabìa leer o ilusionaba casarse.
Ya a su edad todos suponìan lo que querìan, asì que el dueño del bar le mirò, de arriba a abajo. Pudo sostener la mirada contra ella en tono desafiante. Eso le gustaba, porque sabìa que no se dejarìa mangonear por algùn cliente que le hablara bonito.
La mirò y le preguntò cosas bàsicas. La viò astuta, dinàmica, concreta. Seria, muy seria.
En ningùn momento ella titubeò, si bien por dentro tenìa toda clase de conflictos no los demostrarìa hasta saber el terreno que pisaba frente a aquel.
El patròn no era de los que les interesara una nalguita cualquiera, si bien era un macho, tras la enseñanza de una vieja que lo dejò en la calle por ebrio en sus años mozos nunca volviò a confiar en ellas. Para què volarse con una, mejor se disfrutaba con muchas, pero no era su predilecciòn jugar con pequeñas, le gustaban grandes, complejo de Edipo que heredaba de su madre.
Asì pues la muchacha consiguiò trabajo.
Grande su necesidad por mantenerse, grande su misterio por no demostrar nada. Sòlo atinar a decir que querìa buscar centavos para mejor bien vivir.
Serìa callada, serìa atenta, serìa ràpida y llamarìa la atenciòn a cualquier trailero de paso que llegara caliente.
Las demàs aprenderìan de ella, un poco sì, porque imposible era que todas se parecieran a un gramo de seriedad. Algunas putitas, otras santurronas, sòlo ella era diferente pero atendìa lo mejor que era posible. Total, era un trabajo donde todas dependìan de los clientes.
Alguna que otra envidia, alguna que otra celosilla por ganarse la simpatìa de un adinerado.
Ella simplemente trabajaba.
Se solicita Mesera. Buena presentaciòn. Buen pago màs propinas.
Asì se visualizò... tomò el letrero y entrò a aquel bar de mala muerte a pedir la chamba y sus comisiones.