09 febrero 2006

Todo por curiosa.

Las cosas que suceden en el día a día son tan diferentes y tan claras que a veces, con las tantas cosas que tenemos en la cabeza no nos damos cuenta.

Hoy venía en el metro, de esos días en los que vas con los ojos cerrados planeando qué hacer para que todo salga en orden sin complicaciones ni compañeros quisquillosos.
Que las cuentas de la caja chica, que el problema de sistemas y quienes no desean pagar más por servicios, que la atención a Clientes no se da puntualmente, blablabla...
Así en el trayecto, sintiendo que gente sube y gente baja.
De pronto, una especie de llanto disimulado.
No me inmuté ya que a esas horas el frío es tan tenebroso que a más de tres se nos afloja la nariz y comenzamos a "moquear".
Seguía el sollozo, leve, tranquilo. Mi curiosidad fue recreando en la mente las muchas ocasiones en las que me he encontrado a chicas con una rosa en la mano deshojándola, otras con dolor, tapándose de verguenza -¿una relación terminada quizá?-, asumí que era algo relacionado a ello.
Las ocasiones en que me ha tocado llorar a mí entre la multitud me daba pena al principio, sin embargo el tiempo me curó de ello y después salían mis lágrimas sin pena ni gloria.
Abrí los ojos con disimulo y miré que era un chico, poco menos de los 11 años. Su mamá venía a un lado, le acariciabala cabeza rapada. El chico traía un uniforme militar, de esos que en el colegio militar mexicano sólo tiene un color distintivo: el verde. En su mano izquierda llevaba la gorra del uniforme y en la otra una dona que iba comiendo sin ganas, despacio. Los bigotes de azúcar se limpiaban con las lágrimas que le pasaban junto y su mamá en voz muy bajita sólo atinaba a decir: "Luisito, es por tu bien, no hagas eso... te prometo que será todo bueno para ti..."
Ouch... sentí que el alma se me encogía. No era difícil darse cuenta que en la maleta que cargaba su mamá iban las poquitas pertenencias del chiquillo. Iban al internado militar.
Me recordó cierta etapa en la vida, de las más duras para mí, en las que no tenía otra opción más que dejar ami hijo en un lugar donde sólo lo podía ver los sábados y los domingos. Entendí el dolor del chico, entendí el corte del distanciamiento que se da entre una madre que siempre ha estado ahí y el chico que no tiene más heroína a quien mirar más que a su mamá... y que ésta se portara ruín alejándolo era crueldad natural... como si un águila abandonara a sus polluelos enmedio de tanto buitre.
Entendí su sollozo al sentir que es difícil para un niño de corta edad poner distancia de por medio, saltar de un nido acogido a un lugar frío y solemne. Habrá risas y distracciones sólo cuando se indiquen, habrá tiempos libres con todo y castigos si eso lo amerita.
Me partió el alma ver cómo le acariciaba la mejilla a su mamá con su nariz. Apenas alcanzable para ella...y ... les confieso que del fondo de mi corazón desee que esa mamá no lo permitiera. El cuadro era muy duro pará mí. ¡dioses! eso me pasa por echar a volar mi imaginación.
Quizá la mamá trabajaba, quizá era disfuncional y había algo rescatable en ella. Quizá es lo mejor para el bienestar de él, sólo ella sabía lo que ya había ocurrido en su corazón antes de todo ésto -qué se yo-.
Sólo desee con todo el interior del alma que dejara de gemir por el dolor que me transmitía. ¡Dioses, ando muy sensible con lo que veo!.
Al bajar en la estación militar el chico sabía que estaba por cruzar el umbral. Abrazó a su mamá y dió el tiro de gracia en mí : "Mami, si me dan ganas de hablarte te voy a hacer cartas para que las puedas leer, para que te lleguen a la casa y sientas que estoy ahí".

Caminé. La multitud me llevaba.

No pensé en un tema hoy... sólo en el destino que a veces hace que los niños se hagan hombres de la noche a la mañana.

Suspiré, me concentré nuevamente en la frivolidad de mis labores y me senté a escribir.

Que tengan un bonito día.

20 comentarios:

AndreaLP dijo...

Como mamá es muy díficil tomar una desición así, duele como si te partieran en dos pero a veces (y sólo a veces) es lo mejor para los hijos.

A mí también me hatocado imaginar historias en la calle y a veces, duele como si fueran propias.

Salu2!

Anónimo dijo...

un día más en la urbe, un dia más en la realidad, entre pensamientos vagos, el sonido de un carro de metro.

Un día más de vida.

Un abrazo

Óscar dijo...

Hola, Dra. Me has hecho llorar. ¿Sabes? Tengo un hijo de 11 años y no pude menos que imaginarlo y se me estrujó el corazón. Los niños son un límite de pureza que no podemos traspasar.

Un beso

Dr. Phyloel dijo...

interesante observación de la cotidianidad. Por otro lado, la curiosidad es quisquillosa y es un arma de doble filo.

La Valentina dijo...

Vivimos entre lágrimas y risas. Me pareces muy sensible. Cuando he viajado en metro, me sorprende la gente con su cara inexpresiva:
"... cara de metro"
Por otro lado, invitada por otro bloguero, escribi cinco manias propias. Te pregunto las tendrás?

Saludos.

Csar A. dijo...

Que no nos de pena llorar en publico!

rossmar dijo...

HAY AMIGA, DEBE DE SER IGUAL DE DIFICIL PARA LOS DOS SEPARARSE, YO ESTOY A PUNTO DE TOMAR ESA DECISIÓN METER A LA NIÑA A UN INTERNADO, PERO ME PARTE EL ALMA, Y ME FALTAN FUERZAS PARA HACERLO.

Enigma dijo...

... nadie mas quien sufre el dolor en verdad, sabe lo que le lleva a tomar ciertas decisiones, aqui, aunque podemos imaginar muchas cosas, sabemos que la realidad es mucho mas simple, casi siempre.

Un beso Dra.

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Lo-que-serA dijo...

"...el destino que a veces hace que los niños se hagan hombres de la noche a la mañana".
Y mira que ser la mamá el instrumento del destino, duele. ¡Ay, Klein, qué historia!
Abrazo moquiento.

Angeek dijo...

Mi hijo que cumplirá 18 en mayo también se va, porque parte en busca de su destino y con la anuencia de casa, pero no deja de darme nostalgia por la niñez, por la adolescencia que ya se acabó. Se va a estudiar a la universidad. Así debe ser. Yo también lo hice. Pero más chicos y por otras circunstancias debe doler aún más. Saludos. Lindo post.

Drayden dijo...

wow¡¡¡

Anónimo dijo...

Para mi es dificil imaginar separaciones asi a tan pronta edad afortunada o desafortunadamente creci en una ciudad chica y ahora comprendo el privilegio de comer siempre con la familia al lado cosa que los capitalinos de plano creo que ni hacen por eso el pensar en separaciones de familia se me apachurra el corazon. Me encanto leerte

Anónimo dijo...

Insisto...

Tengo que acordarme de leer este blog en las tardes, en mi casita.

En la oficina es difícil leerlo :-P

Salu2

Kix dijo...

:-( No...

Eso es muy fuerte, lo más fuerte. Yo no quisiera nunca verme en la necesidad de hacerlo, creo que no lo soportaría.

Lizette S dijo...

snif snif si que es triste...
Yo comparto la opinión de Enigma, algunas decisiones son más sencillas de lo que parecen.

A mi me encantan las historias de que puedes esuchar cualquier dia en la calle.

Saluditos

Anónimo dijo...

Ouch! Que historia tan dura, todas las madres nos identificamos con esos feos momentos de desprendimiento. Qué momento duro para la madre y el crío, para ambos.
Y luego a la escuela miliar..... ay, no sé que me dá.
Te dejo besiuxes, amiga.

RAYDIGON dijo...

Me partiste el corazon hoy...

Y me trajiste muchos recuerdos.

Besitos.

Freddy dijo...

sólo los padres y las madres que toman estas difíciles decisiones conocen los motivos...lo estás viviendo; porque desde hace varios años perico no vive contigo....creo que este finde me pondré a leer...un abrazo

Lety Ricardez dijo...

Querida Doctora, nos has puesto ahí, precisamente a tu lado, viviendo esa escena entre el chico y su madre. Tu congoja es la nuestra, tampoco nosotros tendremos un buen día, mejor dicho yo no tendré una buena noche, soñaré con el y yo seré tú, sentada viendo y sufriendo.

Altamar dijo...

ahora entiendo tu mensaje.

vaya con lo que se ve en esta vida.

besos para ti.