21 febrero 2006

Valor

La sala con dos personas, llego y saludo amablemente a quien se encuentra ahí. La luz que ilumina los sillones cómodos hace una atmósfera diferente, tranquila, casi sin ruido.
Uno de los señores que espera me saluda muy serio, pero procura mirar si no está sentado a la mitad del sillón y hacerse un poco más a la izquierda.
El chico, sentado en un sillón individual, sólo atina a mover la cabeza, sus audífonos con sonidos que alcanzo a distinguir no le permiten conectarse con el mundo normal, él vive en el punchis-punchis, quizá para que la espera sea más placentera.
Hay revistas de todo, para chicas, de autos, periódicos y de medicina. Es normal que en un consultorio siempre existan revistas donde aparecen palabras extrañas mostrando imágenes que en lugar de calmarnos antes de entrar al dentista, nos muestran una tortura sicológica de algo que pueda llegar a pasarnos.
Sé que el doctor atiende porque se oyen sonidos de utensilios en una charola, la señorita que le apoya sale y me mira sonriente.
- Qué bueno que ya está aquí, en seguida le atiende su doctor
- Gracias, asiento con la cabeza y me siento en el sillón para dos. Prefiero la distancia entre esos dos pacientes. Hay musica instrumental. Miro las paredes.
La puerta de abre de nuevo y sale una señora grande, muy bien arreglada, un poco callada pero despidiéndose de la asistente. Se cubre la boca con un pañuelo. Me dan nervios ligeros.
Pasa el señor mayor y deja la revista en el sillón. Yo no me muevo. Escucho que saluda a alguien y nuevamente el silencio en la sala.
La luz ilumina dos plantitas que, si mi curiosidad no me gana, adivinaría por tocarlas y decir que son artificiales. Son demasiado perfectas. No escucho nada en el interior. Más nervio. El tiempo de éstos dos pacientes hará que no me tense tanto.
Sale de pronto el señor que entró, así nada más, como entró, salió llevando en la mano un frasco medicinal. Vaya revisión tan veloz.
Entra el chico. Se quita los audífonos y saluda a la chica.
Se cierra la puerta y he quedado solita en la sala de espera. Intento relajarme sentandome más tranquila. Dejo la pose a un lado, ya no cruzo las piernas y comienzo a tararear el tono de la melodía ambiental que está.
De pronto una queja...
Dioses, espero que no venga del chico, ¿qué le estará hacendo el doctor a él?... Hay un reloj en el escritorio de la asistente, se oye el tic-tac, tic-tac... ¡Otra queja!, sí, es el chico, algo sucede que le ha de doler mucho.
Mis oídos se concentran más en lo que sucede detrás de esa puerta, no me imagino si el doctor le permita usar sus audífonos para distraerse o quizá patalee al ritmo de la música electrónica. Sus quejidos me ponen inquieta.
De pronto silencio...
No mas queja.
¡Un ruido! - No- ese ruido de la fresa cual abeja punzante es el que más miedo me da... brrrrr, ya recordé porqué tardo tanto en decidirme a venir al dentista, ya lo recordé. -¡Ay que agonía!-
Pasan 10 minutos de tortura auditiva, la revista queda en una de las hojas toda arrugada... respiro... respiro rápido...
La puerta se abre, mis ojos aún más.
La sonrisa amable que traía al entrar desaparece en cuanto veo al chico salir, se cubre con un pañuelo, no lleva más sus audífonos... no mira a nadie, sólo al piso que quizá entienda su dolor... me toca...
¡Ayyyy!
- Pase, el doctor le atiende ya en un momento.
Rebazo el umbral y miro esa forma horizontal de sillón que, por muy elegante, de piel, ergonómico, moderno, lindo y suave me sigue pareciendo parte de la más tenebrosa de las mazmorras donde lo colocan a uno para la tortura inmediata.
Respiro profundo, mucho diría yo.
Heme ahí cual corderito en matadero.
Más vale que comience a pensar en algún capítulo de Sex in the City o imaginar lo que haría Homero Simpson en casos como éste, porque de ser yo misma boto mi carnet y salgo corriendo hasta la luna.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciertamente se requiere mucho valor para ir al dentista.

A ver como le vá hoy a mi hijo, que le van a sacar dos de sus dientes de leche.

Salu2

AndreaLP dijo...

Aghhhh... ir al dentista nunca es muy agradable. Hay algo en el olor, la fresa y todas sus herramientas que produce escalofríos.

Un saludo.

Anónimo dijo...

asi es, se te olvido describir el olor! auuu que miedo!

Angeek dijo...

Ufff! me haces sentir la adrenalina. Yo me autoaplico la relajación y apenas...Saludos.

Altamar dijo...

diario disfruto tus escritos, bueno, a veces se me amontonan... jeje, te dej'e algo por ah'i en mi blog.

Elizabeth Sobarzo dijo...

Tienes que ver Little shop of horrors again!!!

Besos mi Kleine... ya te viste en las musas de mis links???

Enigma dijo...

Miedo al miedo mismo, asi como cuando hay que donar sangre digo "ah ver Vampiros, chupen sangre" cuando llego con el Dentista se lo aclaro, es el unico que me deja con la boca abierta.

Un beso Dra

Pd El humor negro ante el miedo.

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Unknown dijo...

jajajajaaja!!, perdone mi humor de reirme de sus dolor... en mi caso estoy curada en salud, me dejo llevar como corderito al matadero y abro la boca... con tal de que no me duelan las muelas... me dejare torturar...

Besito comadre!!

stultorum dijo...

Todos le sacamos la vuelta al dentista.

rossmar dijo...

mi dentista es guapisisimo y super amable, asi que hago todo lo posible por visitarlo de vez en cuando, y como me consiente mucho, no me es tan dificil ir a verlo.

Saludillos.

vylia dijo...

Que horror! volvió a mi cabeza el recuerdo de cuando me sacaron las cordales... definitivamente no me gusta el sonido ni el lento transcurrir del tiempo cuando estás tan vulnerable. Un saludo.

Lizette S dijo...

ups.. eso me recuerda que ya tengo que ir con el dentista :S espero solo necesitar limpieza!!

Saluditos ;)

Anónimo dijo...

De leer e imaginar el ruidito de la fresa me comezaron a doler los dientes, jijiji.

Realmente los sillones esos parecen instrumentos de tortura y bueno, una tortura semejante a ir al dentista es acompañar a tu hijo y estar serena para que no le coja tirria él también, sobre todo porque como dice allá arriba Net, hoy le sacan sus 2 dientillos por andar de tiburón (con los dientes de leche y los permanentes en hilerita).

Un beso y espero que la tortura no haya sido mucha.

Kix dijo...

Creo que igualmente Homero Simpson saldría corriendo, Kleine!

Yo he tenido experiencias realmente MEMORABLES de dentistas.

Mel dijo...

ODIO LOS DENTISTAS! leer esto revivio mis mas temibles miedos... se acerca mi siguiente visita!

Saludos de Mel!

xnem dijo...

Valor, mucho valor! Hoy me contaban de una dentista alemana que trabaja en Barcelona y que recomienda hacer el trabajo sin anestésia, dice que el dolor es subjetivo. Es una dentista naturalista. Valor. Mucho VALOR!

Anónimo dijo...

Es la vez que tengo que hacerme de más coraje y esa es cuando visito a mi dentista.

Muy buen post me dio hasta escalosfrio.


Un abrazo

RAYDIGON dijo...

Odio a los dienteros G.

Aunque sean utiles son caros y desagradable...

Besitos.