17 abril 2006

Matemos el tiempo

Bueno, no es nada agradable llegar a una central de autobuses y darte cuenta que tu boleto acaba de perder validez por una llegada de tres minutos atrasados. Mía culpa, así que habrá que ser paciente para subirse al siguiente aunque la tardanza estará lenta por tres horas más.
Gente va y gente viene, ruido y prisas por doquier sin olvidar las incontables maletas de colores, tamaños y originalidades. Habrá que pensar en algo inteligente o terminaré por aburrirme como ostra bajo el mar... (¿Las ostras realmente se aburrirán?).
Procuro irme a algún rincón donde no estorbe con mi equipaje, todo parece patio beduino por haber cuerpos y cosas en reposo a donde quiera que se camine, finalmente encuentro la esquina de unas escaleras junto a unos chicos que parecen centroamericanos. Hablan mucho y cuentan historias de algo que les hace reír bastante.
Comienzo a observar y aquí va la espera... me llama la atención dentro de un local, las computadoras de internet, parecen muy modernas. Un chico alto, tipo europeo escribe y se ríe, ¡seguramente está chateando!, luego se queda pensando y vuelve a lo mismo.
Me ha recordado el tiempo en que me quedé por seis horas en el aeropuerto de Chile, también en un internet, cateando por msn con el que sería un cyberamor. ¡Esas horas eran eternas!, yo moría por conocerle y él ya deseaba que mi avión ya llegara a Buenos Aires.
Esas esperas en cualquier clase de terminales son angustiantes con mezcla de emoción y excitación, pensando si en realidad la persona que leía en las letras sería la misma frente a mí.
Nada que ver con la espera de un jefe extranjero en la entrada de vuelos internacionales de la Ciudad de México; ahí luces como robotito-estupidito cargando una pancarta donde dice el nombre extraño de la persona extraña, ahí, parada a la expectativa no es nada romántico el momento más aún cuando el retraso viene por más de 30 minutos y los tacones deseo aventarlos hasta la llegada de París.
Las terminales siempre tienen algo de especial, quizá cuenten mil clases de aventuras, alguna vez estuvimos perdiendo el tiempo dos de mis mejores amigos y yo en el aeropuerto internacional mirando el comportamiento humano: ¡toda una clase de sociología!, nada más ilustrativo como ver a todos en una clase de pecera-laboratorio.
Mis tres horas se han cumplido, en todo éste tiempo he comido, escrito, mirado a la gente y descubierto más de dos amores por ahí. Espero llegar a mi destino en el tiempo calculado, prometo llegar a tiempo cada vez que salga un autobús en punto de su hora.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Son momentos raros, los de las esperas para salir en un transporte, son como tiempos "en medio de" algo.

Besitos

Anónimo dijo...

Ni hablar Kleine, a levantarse mas temprano para la proxima vez, y aun asi quiero suponer que tuviste unas excelentes vacaciones, o no?
Ten un buen dia.

argos dijo...

por tres minutos!!!

yo agarro un taxi y lo alcanzo!!

jajajaja, saludos, besos y abrazos

Cinéfilobo dijo...

***
Guajolotero?

rossmar dijo...

tres minutos fueron suficientes para perder el autobus, ni hablar suele suceder

Feliz semana Dra.

Unknown dijo...

Hola, para já não deu para te ler, mas vou regressar para o fazer.
Deste cantinho da Europa, do Porto-Portugal.
Fica bem e que tenhas uma boa semana.
ZezinhoMota

Enigma dijo...

3 minutos puede ser tanto... y tan poco, como por ejemplo la perdida del autobus, mas aun, la distancia entre la muerte y la vida, quiza lo necesario para un beso tierno o una eternidad para un segundo.

Bienvenida Dra un beso

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Darth Chelerious dijo...

aunque en los casos de perder un avión en nuestro aeropuerto defeño no debería ser tan desastroso, ya que, en lugar de ser aeropuerto, parece ya un centro comercial sobre todo en la salas de salidas internacionales

Anónimo dijo...

Esperar... esperar... esperar....
Paciencia... paciencia... paciencia.... jeje!!!
Aún estas circunstancias pueden ser una lección de vida; y tu aprovechas muy bien el tiempo para escribir.

Besos para ti.

Lety Ricardez dijo...

Si todo esto puede surgir de tres horas de espera, cuanto más el tiempo de refelxion en el camino con sus vueltas y revueltas, y después todo lo que sucede en el punto de destino.
No sale debiendo usted muchos relatos mi Dra. por aquí estaré para saber