21 mayo 2007

Encantado

Hacía tiempo que no recibía una llamada de ella.
A decir verdad yo opté por darme por vencido y tratar de no tenerla tan frecuente en mi mente. A cada intento que daba de poder contactarla me resultaba imposible o encontraba mil pretextos que no me dejaban espacio para tenerla de menos en un café.
Fue sorprendente el haberla escuchado, hasta su timbre de voz me era tan instantáneo que no pude negar que me causó un sentimiento dentro del pecho.
Se notaba alegre y no pude más que corresponderle a su sonoridad de carcajadas.
Esa mujer me había vuelto loco en más de una ocasión. Provocaba en mí que todos mis sentidos se agudizaran completamente a cada momento que marcaba su número.
Todo comenzó por un periódico, de esos en donde vienen los espacios que anuncian toda clase de servicios eróticos.
En ése tiempo, he de confesar que era más mi curiosidad por saber en qué consistían las Hot-Line que en realidad satisfacerme de fantasía.
Deseaba criticar a quienes lo tomaban como algo religioso y secreto, como el espacio de su doble vida donde se gastan una fortuna en escuchar cómo pueden hacerlos llegar al clímax de la forma que nadie pueda invadir su intimidad.
Y si no fue la soledad que yo cargaba, fue el arte que tenía esa mujer en encantarme.
Dejarme mudo, tieso y con la respiración agitada a cada momento que decía y me prometía que no volvería a llamar nunca más, ni mucho menos a gastar lo que no debía en cosas que no existían realmente.
Ya sabía su extensión y ella sabía, de forma extraña, cómo me gustaba " que me lo hiciera".
Así hasta el grado de charlar alguna vez fuera de las formas sexuales que exigen su trabajo.
Así, tras el tiempo, por cliente frecuente o por mera curiosidad, nos dimos a la tarea de finalmente romper la barrera y conocernos físicamente, de forma que nos quitáramos la imagen ficticia uno del otro.
Si bien su voz sería merecedora de un premio por dejar volar la imaginación y sentir que era toda una princesa, su cuerpo no le hacía honores a lo que tantas veces nos imaginamos que era ella, su ropa interior, o sus actos.
Sencilla, sin glamour y de talla excedente a la estándar lucía como si fuese una señora que atiende una gran fonda en el restaurante de la esquina.
Pero tenía simpatía, tenía gracia. Un ángel que le rodeaba y hacía que me sintiera lejos de poses y espectaciones. Me conocía y sabía mis gustos.
Fue una especie de obsesión, de quererla poseer en verdad, de sentir que podía hacerla mía aún sin que coincidiera su voz con su cuerpo.
Alguna tarde que era posible nos reíamos y nos ibamos de compras, sin besos, sin abrazos, sin tocar el tema tan íntimo que teníamos los dos.
Y por ciertas noches le llamaba y actuábamos como perfectos desconocidos a punto de conocernos, de llevarnos al encanto de hacernos el amor hasta el éxtasis de nuestros cuerpos.
Se convirtió en una especie de mejor amiga.
Y mi doble vida con ella, sólo era por vía telefónica.
El costo de ese romance absurdo tenía consecuencias.
Las tarifas de mis ansias tomaron alturas inmensas y mis tarjetas de crédito estaba consagradas a reducirlas o moriría en el intento por conservar algunos ahorros.
Enloquecí.
Fueron tiempos duros de aguantar no escuchar lo que necesitaba sentir.
Creí haberme enamorado.
Creí que su sexo me había llevado hasta ahí.
Y ella creyó que tomaba brotes de pertenencia... fué ahí cuando vino la lejanía que me rompió ambos esquemas.
Su llamado de éste momento me decía que estaba alegre.
Y me confesaba que la línea caliente la había dejado ya.
Que había sido bastante fructífera, pero estaba a punto de estrenarse como dueña de una tienda de muebles.
Nos deseamos suerte en nuestros caminos y sin preguntarle siquiera en dónde podría ir a buscar una opción para sostener mi televisor escuché el click del fin de una relación que jamás tuve, que amé intensamente, que gocé y fantasié de maneras extrañas.
Fue duro aceptarlo y fue más difícil aún tener que esperar el recibo telefonico donde terminaría de pagar un placer que me resultaría caro y distinto a la vez.

8 comentarios:

Enigma dijo...

Extraños plceres, ¿cierto? aunque efectivamente como bien dice Dra, los recibos son silentes testigos de aquella prostitucion dialogada...

Un beso Dra

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Unknown dijo...

Muy buen relato Dra. y la verdad removío recuerdos pasados no llamando a líneas eróticas,sino más bien conversaciones que tenía con una antigua pareja (amante mejor dicho)la cuál, era experta o quizas Maestra en este tipo de conversaciones...dicen que tiempos pasados fueron mejores,pero igual la vida nos regala una que otra atracción u alegria en estos nuevos tiempos.
Un fuerte abrazo :)

AndreaLP dijo...

La sexualidad y la psique humana tienen formas tan diversas como las líneas de la mano.

¿Qué tal le fue con la mudanza? ¿Ya instalada en la ciudad de los arcos?

Buen inicio de semana.

Anónimo dijo...

Hola !
Espero que tu mudanza no te haya tomado tanto tiempo, y hayas podido descansar un poco el domingo para empezar con muchas ganas esta semana.

FENIX dijo...

Relaciòn muuuy cara, por que no se la ligò cuando la conociò, tal vez ella tambièn sentìa algo por el.
quizà hasta le ayudaba a pagar la cuenta.

un saludo Doctora.

Vero dijo...

Las mejores llamadas, son aquellas que además de obtener placer... obtienes aquello llamado... AMOR.
Linda historia Doctora... lástima que le costara tanto verdad? y no me refiero sólo al dinero.
Saluditos :)

Sandra Perez dijo...

le costo en ambos sentidos, monetariamente y perder a un amor que nunca fue correspondido... Que cosas raras tiene la vida, no?. Mis besossss, Doc.

george dijo...

La fantasía y la realidad a veces no se corresponden.

besos