La cita estaba hecha, la promesa puesta en pie. Ella lo esperarìa y èl acudirìa presto a donde los dos pudieran platicar. Sin barreras, sin cortes, sin personas que les distrajeran a cada momento que trataban de intimidar.
Nadie estarìa donde ellos acordaran verse, simplemente harìan de cuenta que estaban en una ciudad diferente sin tener que voltear siquiera.
Ella se emocionaba, porque deseaba sentir èxtasis, porque se entusiasmaba de mirarle a los ojos, porque ansiaba sentir su espalda, o sus brazos o hasta su voz muy cerca de su cuello.
Ella se prometìa una y otra vez que no tratarìa de ser imperante, no distraerìa, no incitarìa a acelerar el proceso. Se tranquilizaba pensando que ambos estarìan a la hora puntualmente sin contratiempos. Tal vez mejor de lo que esperaba.
Ella se arreglò lo mejor que pudo y tambièn ella misma se dijo piropos que le elevarìan su estado de ànimo. Le cruzaban flashes de momentos que no deseaba mantener vigentes.
¿Y si no le gustaba lo que ella platicara?, ¿y si su mirada no era la misma al momento de verla? ¿y si habìa silencios incòmodos, què dirìa para romperlos?
Las horas transcurrìan y la insistencia de ella por llamarle era cruel.
Su otra Yo le permitìa fantasear a su gusto, saboreando la espera.
Mas otra la calmaba imperante, le gritaba en sus adentros que no pensara que todo fuera bueno. Que tal vez serìa por el momento la famosa emoción.
Miraba su reloj, esperaba en el punto acordado. Tal vez ya no tardarìa.
Repasaba en su mente una y otra vez las frases que se cruzaron para que ella confirmara que no era un error. Que sì pasarìa por ella… mas las horas no decìan lo mismo.
Se imaginaba acostada de perfil, semi desnuda, brindando su càlida piel hacia las manos que le acariciaran el cabello. Se pensaba sudando, respirando, tomando besos arrancados de la pasiòn, se daba caricias entre sus senos que le provocaban màs ansia que desventura… Daba por hecho que las manos le recorrerìan los muslos, simulando curiosidad, plàtica y tranquilidad, ansiando que subieran màs, que presionara sus venas, su piel, sus ganas.
Dejaba que en el instante en que se siguiera lo demàs ella desfalleciera brindàndole todo lo que tenìa para èl…
Màs ella seguìa esperando. Mirando los minutos, repitièndose a sì misma que la paciencia debiera gobernar su corazòn màs que a su mente.
Sentìa que pasaban eternidades enjugando unos besos que deseaba conocer.
Y los minutos pasaron seguidos de las medias horas.
Era demasiado margen de error el que pensaba habìa cometido.
Tal vez la equivocada era ella, tal vez habìa dos lugares con descripciones similares, tal vez èl se habrìa ido a buscarla a donde suponìa no era el lugar correcto... tal vez…
Hasta que ella dejò de esperar tuvo que aceptar que no era correspondida, tuvo que pensar que lo que habìa imaginado finalmente no llegarìa a cumplirse.
Ella estaba por darse cuenta que una ilusiòn se le vino abajo.
Sin emoción, sin mensaje, sin aviso, sin caricias, sin sexo, sin adiòs.
Se diò la media vuelta. Se soltò el cabello del peinado aquel y caminò calle abajo balanceando su bolso con la mirada triste.
Habrà un tal vez, en alguna otra ocasión.
Nadie estarìa donde ellos acordaran verse, simplemente harìan de cuenta que estaban en una ciudad diferente sin tener que voltear siquiera.
Ella se emocionaba, porque deseaba sentir èxtasis, porque se entusiasmaba de mirarle a los ojos, porque ansiaba sentir su espalda, o sus brazos o hasta su voz muy cerca de su cuello.
Ella se prometìa una y otra vez que no tratarìa de ser imperante, no distraerìa, no incitarìa a acelerar el proceso. Se tranquilizaba pensando que ambos estarìan a la hora puntualmente sin contratiempos. Tal vez mejor de lo que esperaba.
Ella se arreglò lo mejor que pudo y tambièn ella misma se dijo piropos que le elevarìan su estado de ànimo. Le cruzaban flashes de momentos que no deseaba mantener vigentes.
¿Y si no le gustaba lo que ella platicara?, ¿y si su mirada no era la misma al momento de verla? ¿y si habìa silencios incòmodos, què dirìa para romperlos?
Las horas transcurrìan y la insistencia de ella por llamarle era cruel.
Su otra Yo le permitìa fantasear a su gusto, saboreando la espera.
Mas otra la calmaba imperante, le gritaba en sus adentros que no pensara que todo fuera bueno. Que tal vez serìa por el momento la famosa emoción.
Miraba su reloj, esperaba en el punto acordado. Tal vez ya no tardarìa.
Repasaba en su mente una y otra vez las frases que se cruzaron para que ella confirmara que no era un error. Que sì pasarìa por ella… mas las horas no decìan lo mismo.
Se imaginaba acostada de perfil, semi desnuda, brindando su càlida piel hacia las manos que le acariciaran el cabello. Se pensaba sudando, respirando, tomando besos arrancados de la pasiòn, se daba caricias entre sus senos que le provocaban màs ansia que desventura… Daba por hecho que las manos le recorrerìan los muslos, simulando curiosidad, plàtica y tranquilidad, ansiando que subieran màs, que presionara sus venas, su piel, sus ganas.
Dejaba que en el instante en que se siguiera lo demàs ella desfalleciera brindàndole todo lo que tenìa para èl…
Màs ella seguìa esperando. Mirando los minutos, repitièndose a sì misma que la paciencia debiera gobernar su corazòn màs que a su mente.
Sentìa que pasaban eternidades enjugando unos besos que deseaba conocer.
Y los minutos pasaron seguidos de las medias horas.
Era demasiado margen de error el que pensaba habìa cometido.
Tal vez la equivocada era ella, tal vez habìa dos lugares con descripciones similares, tal vez èl se habrìa ido a buscarla a donde suponìa no era el lugar correcto... tal vez…
Hasta que ella dejò de esperar tuvo que aceptar que no era correspondida, tuvo que pensar que lo que habìa imaginado finalmente no llegarìa a cumplirse.
Ella estaba por darse cuenta que una ilusiòn se le vino abajo.
Sin emoción, sin mensaje, sin aviso, sin caricias, sin sexo, sin adiòs.
Se diò la media vuelta. Se soltò el cabello del peinado aquel y caminò calle abajo balanceando su bolso con la mirada triste.
Habrà un tal vez, en alguna otra ocasión.
3 comentarios:
¡Qué poca... correspondencia del sujeto! Mira que desear a alguien y que ése alguien nunca llegue debe dejarte con un enorme sentimiento de impotencia.
Saludos! Y un beso.
Se siente re feo que lo dejen a uno esperando, se lo digo por experiencia propia, quiere uno que el mundo se le venga encima.
un saludo de Jueves.
Esos plantones son de lo peor y creo que la mayoria los hemos vivido mas de una vez.
Pero la ilusion antes del desengaño, es linda, se goza y se disfruta, ya lo que se siente despues, sin comentarios.
Abrazos!
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