01 febrero 2008

Aquel Doctor

El era doctor, muy guapo por cierto, al menos eso pensaba cuando yo tenìa menos edad. Supongo que su madurez le hacìa descubrirme sin siquiera poder disimular.
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Cada cita a la que acudìa intentaba arreglarme de la mejor manera posible -y era difícil- ir a su consultorio exigìa ir sin maquillaje ni arreglo alguno en el cabello. Las revisiones intensas que realizaba se daban en razòn de mi avanzado càncer de seno.
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Al inicio era temor, no dejaba de sentirme incòmoda cada vez que me tenìa que revisar, los colores se me subìan algunas veces y por las noches fantaseaba con algo màs sutil . Lo sentia cariñoso, lindo, amoroso.
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La realidad era otra, el se interesaba por mi caso de forma peculiar por la forma en que los hematomas se reflejaban en mi piel.
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Yo por supuesto, con tal de verle seguido dejaba ser el conejillo de indias de cualquier propuesta que èl me hiciera… el caso era doloroso pero sutilmente placentero. Ver su sonrisa al estilo actor de cine cuando notaba alguna pequeñisima mejora hacìa que mi humor cambiara por completo e imaginaba un futuro cierto y no de esos en los que uno no sabe si va a llegar a la siguiente Navidad.
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Mis preguntas obvias sobre sus fotografías en su despacho me daban la pauta a saber que era un hombre exitoso, enamorado de una chica linda y que gozaba de gran renombre.
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Esa chica, reflejada en las imágenes coloridas me hacía fantasear en pensar que yo era ella. Que él sí era mío y que gozaba de su incondicional amor sin temor a enfermarme porque sabría que él estaría al frente por mi defensa.
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Volver al presente y toparme con un intenso dolor en la espalda era lo que hacìa que me esforzara por no llamar a la muerte de inmediato. El era en realidad quien me mantenía viva.
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Todos los intentos por buscar un remedio, por salvar mis pechos, por verme como mujer normal fueron en vano. El tiempo pasó paulatinamente. Y a cada esperanza habìa una desesperanza, un intento y un fallo, un exámen y nada positivo.
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Nada parecìa funcionar y fue la misma vida quien se encargó de hacerme madurar y ver la vida de manera muy diferente a como la veìa en un principio.
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Quedaban atrás las sensaciones de atracción y le veìa màs como mi ùltimo lazo que me aferraba a la vida.
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Sus manos me acariciaban o de sus labios salìan palabra bellas, eran medicina que sanaba mi alma pero no mi cuerpo.
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Hubo dos ocasiones en las que me llevò cargando hacia mi camilla. Era la quimioterapia quien me daba la oportunidad de sentir lo que era una damisela llevada por un príncipe.
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Asì, de tiempo en tiempo, mi vida paralela, imaginaria, fantasiosa a mi favor hacìa que la crudeza de mi enfermedad fuera llevadera.
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Hubo un espadazo final, ironía de la vida, cuando finalmente se extirparon esos elementos que le dan a una mujer un sentido a muchos hombres. Mi piel yacía cosida, encarnada, cicatrizada y era èl quien se encargaba de mirarla con tanta vehemencia de verla con vida de nuevo.
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Hubiera imaginado que me mirara con deseo, con lujuria y no con esa sensación de inspector que trata de encontrar el error que causò mi desgracia, pero esas historias sòlo pasan en un mundo de magos.
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Hoy que la vida me cambiò, el amor sutil que solìa tener por aquel que me salvò la vida se convirtió en eterno agradecimiento.
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Ya emigrò a Suiza, casado y enamorado, a hacer estudios sobre los casos parecidos al mìo.
Lo dejè partir, lo dejè libre en mi mente y corazón. A veces un hombre que nunca fue tuyo lo tomas como propio, te pertenece por escasos momentos que no son eternos, luego de tenerlo en sueños haciendo lo que más añorabas de él finalmente lo dejas partir. Mas los recuerdos, dotados de gran escencia esos sì que se quedan en tu mente y en tu corazòn. Puedo decir que ese hombre me quiso de una forma muy especial. Finalmente se preocupaba por mi vida que no feneciera.

8 comentarios:

Mariposa de humo dijo...

Me hiciste chillar con tu relato... snif.

Alfredo Mora dijo...

Tragué saliva.

Besos.

george dijo...

Querida Dra,
aquí me pregunto si es verdad o fantasía... pero no importa, cuentas tan bien del amor que puede haber entre doctor y paciente, me quedo impresionado.
Muchas veces pensó en este problema, que puede ser que no lo es, los respectivos tocamientos tienen que producir algún estimulo sexual en ambos, si encima los dos son guapos y guapas!
Jaja, ya me conoces, yo no podría tocar un seno sin querer ir a mas ¿o eso se aprende?
Espero que te encuentras bien y todo se arregló satisfactoriamente.

un cordial saludo

Mr. Magoo... dijo...

Un relato hermoso, como que nos abres una ventana para ver que la gente que esta enferma, esos que llamamos "desauciados", son tambien personas que sienten, que tienen fantasias, y que luchan lo doble o lo triple que nosotros por salir adelante.
Felicidades por tu sensibilidad y sobre todo por tu talento para juntar palabras y lograr esto....

Anónimo dijo...

Me recordaste a alguien que me salvó la vida, de otra manera. Esos amores son muy bellos, cumplen su misión, luego los caminos se separan.
Recibe un cordial saludo

Real-X dijo...

muchas veces no podemos curar del todo una enfermedad pero sí podemos aliviar un alma

saludos

FENIX dijo...

Un gràn reconocimiento e ese mèdico, que con tanta atenciòn salvò una vida y diò fortaleza al alma.

saludos Dra.

Kix dijo...

Uy, y más siendo doctor... cuántas fantasías nos pueden despertar los doctores!