08 septiembre 2008

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Mario estaba con ganitas, de esas que no se contienen cuando mira el trasero de cualquier vieja, fea o bonita, alta o chaparra, sin tetas o con ellas, aguadas o sabrosas... simplemente se le antojaba coger.
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Repasó en su celular cuál de todas las que tenía anotadas pudiera calmarle el ansia tan inmediata y profunda, una pasó, nombró a otra... aquella no se atrevía a lo que más se le antojaba y otra estaba indispuesta. Quería que le saborearan de pies a cabeza y quizá en el intento invitaria a dos de ellas.
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Su ansiedad era tanta que, por más que insistía nadie le contaba el mensajito. ¿Qué más podría hacer el infortunado?
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Pobre, se quedó solito mirando calzocitos de color en su recámara solitaria.
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Cuando había terminado de escupir toda su lujuria comenzaron las llamadas de aquellas, esas que también necesitaban soñar con lo mismo.

2 comentarios:

AndreaLP dijo...

Ah, qué cosas pasan cuando las ganas no coinciden, jeje!

Saludos, Doc.

santo dijo...

jejeje pues si suele pasar ni pex de tener muchas opciones se quedo solito :)
saludillos