02 diciembre 2010

Espacios

Si en algún momento temíamos pensar en una larga, enojada o tediosa despedida, quizá de lado era olvidarlo o pensar que jamás sucedería.
Hoy los caminos se acercaron al miedo, al lugar donde no pensábamos que tal vez, pisaríamos uno al lado del otro.

Tu camino, ese que admiraba, ese que idolatraba, ese que me entusiasmaba por

querer involucrarme y andar y pisar y vivir ahora lo miro diferente, distante, lejano y ajeno.

Ya es mi deseo comenzar a forjar el mío donde decida si quiero que alguien nuevamente me acompañe.

Encontré una disyuntiva y miré vacío mi costado.
Encontré que alejarme no era algo osado.
Encontré que miraba más allá de donde tu te estancabas.

Y así pues, decidí marcharme, alejarme, callada y sin despedirme.

Sé que lo entenderás porque mis alas comenzaban a prepararse.
Sé que te harás de lado y sólo buscarás a quien ayude a ocupar el lugar que hoy otorgo libre.
El agradecimiento por la compañía se pagó bilateralmente, así pues, sin remordimientos, rencores, malos recuerdos o viejos temores dejo el adiós en tu cama, en tu alma y en mi abrazo.

Hoy necesito volar lejos.

2 comentarios:

Lety Ricardez dijo...

Mi querida Doctora Kleine, hay ocasiones en que debemos dejar ese lugar vacío voluntaria o involuntariamente. Yo también ensayo el vuelo sola sin él, pero en compañía de ustedes mis amigos.

Deseo mucha fortaleza para usted en su lucha y la certeza de mi afecto en su cercanía.

fgiucich dijo...

Como dice el bolero, "la distancia es el olvido", a veces. Abrazos.