Rutina

El encuentro ya estaba planeado, descrito entre ellos como el protocolo que solían formalizar e imaginar cada vez que sonaba en la oficina de Ella el teléfono por las tardes.
Era muy particular ese timbrado, a una hora, en unos minutos que ya eran conocidos, poniendo fin en tan sólo tres minutos de conversación.

Ella saldría como cualquier otro día de labores finalizadas, esperaría paciente bajo aquel monumento extraño de ése parque tan conocidó; jamás esperaría mucho, jamás le daría tiempo de mirar el reloj y pensara que había llegado muy temprano al encuentro, su cita siempre llegaba momentos después, como si de lejos sólo aguardara a que se colocara justo como a El le gustaba que ella esperara. Ella no tendría tiempo de pensar en la llegada de sus hijos y su marido a Casa...

Reunidos en la complicidad de unas copas, música y velas, ambos se preguntarían de liviandades, no más allá de lo que se quedaron la última vez, un "Cómo estás" finalizado haría que la sensualidad brotara de los olores de aquel vestido perfecto para dejarse soltar al más mínimo roce de esos senos redondos y perfectos que demostrarían en hambre de sexo que ansiaban tener.
Un acercamiento suave a su cuello, unas palabras que ella detonaría y se abrirían ambos a un umbral de caricias y roces que dejarían tocando sola esa música e iluminando apenas las paredes del lugar, prestos a internarse en una oscuridad de sombras excitantes en aquella otra habitación, saliendo únicamente unos gemidos delicados apenas perceptibles al murmullo de la cera caliente dejando que allá afuera la vida siguiera, la gente caminara presurosa, lenta, pasiva; el tren sonara a su paso por la ciudad sonando con su timbre el clímax de sus cuerpos reposados entre si.

Por la mañana, Ella ya está trabajando, una ropa distinta, un peinado cotidiano pero un cuerpo satisfecho y lleno de los sentidos más ricos de deliciosa sensualidad.

Saludando a la vida, un café, escribiendo mensajes vía e-mail y conversando con compañeros que nunca sabrían el secreto de dos, más tarde iría por los chicos al Jardín, más tarde las labores cotidianas y con un beso nocturno de bienvenida y buenas noches arroparía a aquel esposo recién llegado de su viaje...Ahora, ambos seguirían la rutina de siempre.