Ella llegó a mi oficina causando muchas miradas disimuladas, era lógico en un mundo lleno de hombres y pocas mujeres por secretarias.
Sus tacones tan altos le delataron las piernas tan hermosas y largas. Entendà porqué hay mujeres que escogen un atuendo para atrapar a alguien... éste me atrapó a mi. Le hacÃa los grandes honores en mostrar sus pronunciadas curvas, una cadera tan fina que enardecÃa sus pechos firmes, como mirando al cielo en busca de algún ángel.
Llegó segura de sÃ, mirando y no, por el sombrero negro que le cubrÃa el resto del rostro. Sólo sus labios se dibujaban sensuales ante una sonrisa amable, blanca y hermosa que invitaba a posarle un beso siquiera.
Pocas mujeres son tan elegantes al entrar a la oficina con guantes y un velo ligeramente disimulado. Si... arrastraba miradas.
Al llegar, solicitó con mi secretaria, una cita directa. Era obvio que enseguida le atenderÃa complaciente sin tratar de demostrar tanta displicencia.
Asà me contó de la inversión que deseaba hacer, asà me llevó en fantasÃa de pensar la de cosas que yo podrÃa hacer con ésa mujer.
Me rompió el leve ensueño para saber mi propia opinión, me costó concentrarme.
Por dos dÃas solicitó la asesorÃa personal, después telefónica y al final una cita fuera de la oficina. Fue genial.
Su presencia en aquel restaurante causaba oleaje de miradas. Llegó más abierta, sin tanto formalismo, más confiada y hasta muy amigable. Ahà salieron las ganas del conquiste. Yo debÃa pensar que de alguna manera le era atractivo, muchas no se equivocaban al elegirme para algún affair de una noche o fin de semana.
Valà todas mis artes. Era alguien digno de un banquete que pocas veces cae en un plato como el mÃo.
Al percatarse del mutuo jugueteo brindó y no dudó en susurrarme que ya estaba mareada. Eso excitaba mi plan. Aceptó mi propuesta de ponerla más cómoda en mi departamento y asà sucedió. Era endiabladamente hermosa y mÃstica, con guantes, sombrero y ropa tan costosa que cubrÃa casi todo su ser.
Brindamos con una copa más, miró mi colección de cuadros y algunas fotos de mi estudio hasta que coloqué mi mano en su cintura deslizando por el contorno de su espalda.
Poco a poco la plática se volvió más callada convirtiéndose en una respiración avanzada.
Opté por quitarle el vestido... despedÃa un olor extraño... –son las feromonas- pensé, y como prÃncipe llevando a la doncella, la posé en mi extendido lecho.
Ella sólo decÃa que tratara de aceptarla tal como era
¡Propuesta que estaba de más!... el olor se intensificaba... su humedad la delataba... eso lo sé. Mi experiencia me cuenta que hay mujeres que siempre son receptivas hasta cuando uno las besa apasionadamente.
Sus pechos, su espalda, sus piernas fueron exploradas por mis lentas manos, podÃa sentir su piel de una textura extraña...deslizable, ¿suave quizá?... ella yacÃa con los ojos cerrados, gimiendo el placer que le causaba la cercanÃa de mi cuerpo...
De momento decidà alejar su ropa y la mÃa de nosotros dos y los guantes de su mano fueron los primeros... sus manos, delicadamente las besé y descubrà unas membranas entre los dedos que no le habÃa notado desde que la conocÃ. Me detuve un momento y ella me pidió proseguir... besé sus senos, besé su cintura, yo morÃa por tenerla ya...quité sus medias y el olor se intensificaba más de lo que yo esperaba... juraba que estaba en medio del mar porque algo afrodisÃaco me incitaba a seguir.
Me detuve en seco: los dedos de los pies parecÃan escamosos con las mismas membranas simulando a las de un pato.
- ¿qué te pasó en tus pies?- le dije aún besándola- ¿porque lucen asÃ?- ella sólo atinaba a pedir más besos y más abrazos, me decÃa que aquello era producto de su manera de ser.
Y me hundà en su vientre, estaba como poseÃdo, algo acuoso comenzó a salir... una sustancia que no era nada parecido a alguna otra escena sexual... ella gemÃa... ya estaba en el éxtasis pero yo la miraba y de forma sorprendente su piel se transformó, me pedÃa más y yo parecÃa estar atado a ella, su cara se transformó, el olor era similar al mar y de momento todo, ¡todo cambió!
Mi clÃmax vino tan pronto como el de ella, creo que desmayé un poco, me tendà sobre el lecho...suspiré satisfecho.
Un poco más repuesto la miré... la busqué... ¡me levanté!, ¿dónde diabl...?
AhÃ, junto a mÃ, yacÃa un charco flotante, cristalino, mágico lleno de agua que yo jurarÃa inexistente...
Agua que no se consumÃa por mi cama, agua que hacÃa cristalino el fondo para ver...
Ahà dentro una sirena. De esas que te cuentan marineros jurando que no existen más que en tus sueños.
No me escuchaba, ni siquiera parecÃa mirarme...
DormÃa... encapsulada en el olor azul, tierna, inocente, con luz.
Yo la miré...quieta, acurrucada, bella... derramé dos lágrimas de conmoción, poco me acerqué y me dormÃ.
8 comentarios:
Me recordé de una pelÃcula donde sale Daryl Hanna, precisamente de Sirena...Que experiencia serÃa eso...Saludos!
Qué bonita noche... en la cama con un trozo de mar... bello!
Tiene un cierto encanto terrorÃfico.
jajaja... que buena historia. Un final inesperado.
Saludos
Efectivamente el final es inesperado porque se hubiera podido pensar que el hombre no hubiera querido volver a saber nada de ella. Eso es tolerancia y no pedazos!!
las sirenas sà existen...
también me conmociono cuando la veo "quieta, acurrucada, bella" (o debo decir -las veo- jajaja!!)
saludos comadriux hermosa
ya me habÃa emocionado, creà que iba a haber más calor, jajaja!!
Uta! y yo que ya iba a comentar que aquà en la oficina llega una chica con similares caracterÃsticas..es como una sirena..igual de imposible e inalcanzable en la realidad.
... el twist es fantastico, jamas cri que algo asi leeria Yo en esta historia.
Un beso Dra
El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra
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