Me costaba mucho trabajo entenderla, creì al principio que se trataba de una mera atracción, sin embargo el tiempo me hizo ver que no sòlo sus tetas eran atractivas para mì y eso era lo verdaderamente preocupante.
Sòlo dos de mis amigos, de esos que frecuentas cuando las fiestas se vuelven locas hasta morir, sabìan del còmo la conocì. Y es que a ellos les habìa pasado lo mismo: una fiesta, el encuentro, el ensueño, el ofrecimiento de una dosis de su cuerpo y con ello la adicciòn de querer tener más.
La tomaba varias veces, provocando en algunos momentos rumores, consejos de amigos y cosas de esas, algunos ya habìan pasado por eso, pese a que fueran discretos con las novias oficiales, siempre terminaban acudiendo a ellas para valerse de su imagen y de ciertas ganas de lucirlas cuando hacìa falta que su ego se levantara un poco? entre otras cosas.
Y me preguntaban què se sentìa. Que tuviera cuidado. Que ya muchos sabìan còmo se llegaba a terminar. Sòlo entre nosotros se daba el gusto por el alarde, aunque no del todo, pues te convertìas en el foco de crìticas y envidias de poseer a mujeres ?ligeras? cuando en realidad desearìas que la màs recatada de tus amigas tuviera ese cuerpo de ensueño aunado a su cerebrito espectacular.
Me fascinò su manera de vestir, de lucirse, aunque en cierto modo, tambièn era para lucirse ante otros. La primera vez fue un reto. Después del trato, tendrìa que pasar la autèntica prueba de fuego tras verla en su forma natural al dìa siguiente, cuando se pasara el efecto de Cenicienta y el encanto de la pintura, la ropa y el glamour desapareciera? Ahì me atrapò por completo.
Su desnudez por la noche mezclado con el atuendo que hechiza a cualquiera de nosotros puede ser la perfecta pócima de embrujarnos por completo logrando una sumisión que dura lo que perdura el intercambio de caricias y sentires maravillosos, de esos que te hacen subir tan alto que deseas quedarte ahí durante las veces que sea necesario volver a volar.
Fue su piel la que me tocó, esa piel que cuando despierta inyecta calor por todos los poros de tu ser. Me dejó ver su frente y lo aperlada que se tornaba cuando sonreía tocándome disimuladamente mis costados.
Yo era un mar de oleadas, subiendo y bajando por ella, tocando los terrenos que no siempre mira el sol. Fue un placer, de esos que saboreas bajo el efecto de que todo parece un sueño que deseas recordar detalle a detalle.
Supo tocarme, supo encantarme, y supo desbordar las fuerzas que en ella vertì porque una vez que miré desvanecer mi ser, ella, gatita tierna, recostada junto a mì, supo mantenerme despierto del sueño que no dejaba de causarme fascinación callada.
No pude resistir su partida al siguiente dìa, verla bajar la cama de manera indiferente, con un paso de doncella que cautiva, mirarle desde el cuello hasta sus muslos es cosa de pedir que viniera unos segundos màs hacia tì en ruegos y sonrisas sensuales? era dolor pensar que pronto partirìa? te vuelve crudamente a la realidad el ruido de la regadera para poder pensarla màs tarde imaginàndola con cualquier otro en la misma situación.
Me atrapò? no deseaba cambiarla, la deseaba mìa y no por el hecho de tenerla en mi ser sino de conocerla, de ver sus palabras lejos de la cama, de tocar sus manos en cualquier otro lugar, de reìr con ella tal vez en un escenario distinto al que ella conocìa por trabajo.
Y fue cuando en el tiempo de los dìas la pedìa noche tras noche y la buscaba dìa tras dìa.
Fue muy triste decir que yo la amaba cuando ella me repetìa que solamente ella cobraba.
Y no entendìa que no pudiera hacer algo por amor, sin embargo no era de las que se alimentaba de ello.
Ya su vida romàntica habìa pasado- me decìa siempre- y sin ningún gusto por recordarla simplemente decìa que era parte de un trago amargo. La miraba y sòlo el permanecer en labores era parte de su diario vivir.
No podìa entenderla. Eso fue lo que pasò.
Y paso a paso tuve que dejar mi adicciòn.
Alguna vez me emocionè de escucharla por telèfono, pensando que de verdad le interesaba algo de mi, pero yo ya estaba en el proceso de desintoxitaciòn para ver la fantasìa de un amor de dineros.
Hoy recordè mi proceso de recuperaciòn al verla de nuevo, allà a lo lejos, tal vez cuatro o cinco mesas a la distancia. Sigue igual de bella, igual de cautivante e igual de cambiante. Pude compadecer a quien tenía por pareja porque estaba ella en el proceso de hechizarlo porque sabìa que era uno como yo.
De lejos la vì y en mi recuerdo la dejè como lo mejor de una bella adicciòn en la que yo mismo me metì y de la que ahora solamente puedo decir que salí vivo y sin nada qué lamentar salvo la herida leve de un corazón desfallecido.
Sòlo dos de mis amigos, de esos que frecuentas cuando las fiestas se vuelven locas hasta morir, sabìan del còmo la conocì. Y es que a ellos les habìa pasado lo mismo: una fiesta, el encuentro, el ensueño, el ofrecimiento de una dosis de su cuerpo y con ello la adicciòn de querer tener más.
La tomaba varias veces, provocando en algunos momentos rumores, consejos de amigos y cosas de esas, algunos ya habìan pasado por eso, pese a que fueran discretos con las novias oficiales, siempre terminaban acudiendo a ellas para valerse de su imagen y de ciertas ganas de lucirlas cuando hacìa falta que su ego se levantara un poco? entre otras cosas.
Y me preguntaban què se sentìa. Que tuviera cuidado. Que ya muchos sabìan còmo se llegaba a terminar. Sòlo entre nosotros se daba el gusto por el alarde, aunque no del todo, pues te convertìas en el foco de crìticas y envidias de poseer a mujeres ?ligeras? cuando en realidad desearìas que la màs recatada de tus amigas tuviera ese cuerpo de ensueño aunado a su cerebrito espectacular.
Me fascinò su manera de vestir, de lucirse, aunque en cierto modo, tambièn era para lucirse ante otros. La primera vez fue un reto. Después del trato, tendrìa que pasar la autèntica prueba de fuego tras verla en su forma natural al dìa siguiente, cuando se pasara el efecto de Cenicienta y el encanto de la pintura, la ropa y el glamour desapareciera? Ahì me atrapò por completo.
Su desnudez por la noche mezclado con el atuendo que hechiza a cualquiera de nosotros puede ser la perfecta pócima de embrujarnos por completo logrando una sumisión que dura lo que perdura el intercambio de caricias y sentires maravillosos, de esos que te hacen subir tan alto que deseas quedarte ahí durante las veces que sea necesario volver a volar.
Fue su piel la que me tocó, esa piel que cuando despierta inyecta calor por todos los poros de tu ser. Me dejó ver su frente y lo aperlada que se tornaba cuando sonreía tocándome disimuladamente mis costados.
Yo era un mar de oleadas, subiendo y bajando por ella, tocando los terrenos que no siempre mira el sol. Fue un placer, de esos que saboreas bajo el efecto de que todo parece un sueño que deseas recordar detalle a detalle.
Supo tocarme, supo encantarme, y supo desbordar las fuerzas que en ella vertì porque una vez que miré desvanecer mi ser, ella, gatita tierna, recostada junto a mì, supo mantenerme despierto del sueño que no dejaba de causarme fascinación callada.
No pude resistir su partida al siguiente dìa, verla bajar la cama de manera indiferente, con un paso de doncella que cautiva, mirarle desde el cuello hasta sus muslos es cosa de pedir que viniera unos segundos màs hacia tì en ruegos y sonrisas sensuales? era dolor pensar que pronto partirìa? te vuelve crudamente a la realidad el ruido de la regadera para poder pensarla màs tarde imaginàndola con cualquier otro en la misma situación.
Me atrapò? no deseaba cambiarla, la deseaba mìa y no por el hecho de tenerla en mi ser sino de conocerla, de ver sus palabras lejos de la cama, de tocar sus manos en cualquier otro lugar, de reìr con ella tal vez en un escenario distinto al que ella conocìa por trabajo.
Y fue cuando en el tiempo de los dìas la pedìa noche tras noche y la buscaba dìa tras dìa.
Fue muy triste decir que yo la amaba cuando ella me repetìa que solamente ella cobraba.
Y no entendìa que no pudiera hacer algo por amor, sin embargo no era de las que se alimentaba de ello.
Ya su vida romàntica habìa pasado- me decìa siempre- y sin ningún gusto por recordarla simplemente decìa que era parte de un trago amargo. La miraba y sòlo el permanecer en labores era parte de su diario vivir.
No podìa entenderla. Eso fue lo que pasò.
Y paso a paso tuve que dejar mi adicciòn.
Alguna vez me emocionè de escucharla por telèfono, pensando que de verdad le interesaba algo de mi, pero yo ya estaba en el proceso de desintoxitaciòn para ver la fantasìa de un amor de dineros.
Hoy recordè mi proceso de recuperaciòn al verla de nuevo, allà a lo lejos, tal vez cuatro o cinco mesas a la distancia. Sigue igual de bella, igual de cautivante e igual de cambiante. Pude compadecer a quien tenía por pareja porque estaba ella en el proceso de hechizarlo porque sabìa que era uno como yo.
De lejos la vì y en mi recuerdo la dejè como lo mejor de una bella adicciòn en la que yo mismo me metì y de la que ahora solamente puedo decir que salí vivo y sin nada qué lamentar salvo la herida leve de un corazón desfallecido.
6 comentarios:
... de esas adiciones todos, ue yo sepa, hemos sufrido, y la mayoria, sobrevivido; unos mas heridos que otros pero bueno, la diferencia que da riqueza al mundo mismo.
Un beso Dra, buen inicio de semana
El Enigma
Nox atr cava circumvolat umbra
Adicciones que te pueden perder y que a veces pasan desapercibidas para la gente del entorno.
Como siempre, excelente escrito.
Saludos.
¡Que sueño mas bonito, recuerdos de cosas vividas, creo que nos enamoramos de un bonito cuerpo, no importa si pagas o no pagas, de verdad creo que de cada nuevo cuerpo de enamoras otra vez, no hay limite, se podria seguir así hasta la muerte...
con un beso
Ahhh quisiera entender porque pueden llegar a perderse por una cara o cuerpo bonito, sin considerar la escencia de la persona, pues puedes ser muy atractiva y ser de mal corazón... en fin, tu escrito me hizo pensar en tantas cosas....
Buen día.
Adicciones y dependencia, de estas hay que vivirlas...
Beso Doc.
El deseo, la verdadera enfermedad. Pero es una enfermedad que nos hace desear ser inmortales. Saludos, doctora.
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