05 junio 2007

Evolución

Imaginemos estar en una playa, en esa playa el clima es favorable a nuestro cuerpo, nuestra alma. El sol alimenta la necesidad de color a la piel y le da el toque esencial de vida y alegría.
Hay en esa playa palmeras que bailan al son de las olas y mecen las apreciables hojas provocando sonidos arrullantes que dan aire fresco a quien se cobija en su sombra.
A lo lejos, el verde tropical asoma de entre las arenas que simplemente ofrece una alfombra a tus pies, cómoda y fresca tan pronto la toques.
El azul de los cielos queda expuesto a todo mostrando trayectoria de gaviotas y aves rapaces que rozan queriendo el ligero mar a la caza de peces descuidados que asoman apenas un poco a la superficie.
Todo es completa calma, todo parece inexplorable, como si fuese un mundo donde nadie hubiese habitado anteriormente.
Sin sonidos más aquellos que la naturaleza pone en concordancia con la hora y el tiempo.
Son bellos.


A 50 metros, se halla una carretera, deteriorada por la intemperie, sal y agua, ella dirige hacia el mundo donde abunda gente, donde hay comunicación, donde el claxon es típico del lugar y los vendedores comienzan su peregrinar.
Hay caminos, gente andando cargando en su cabezas canastas de frutos… y el ruido no se hace esperar y la música se hace sonar, pasa un avión en la lejanía y los vendedores siguen sin descuidar el atender su negocio importante.
Autos, ventas, dineros, peces muertos, aves sin piel, carnes al desnudo por venta de a kilo y todo lo que conlleva el mezclarlo con especias para hacer un rico guiso.
El viento combina los olores, y mezcla los ambientes.
Más allá, muestran monstruosos concretos imponentes, cristales brillantes, decoraciones tremebundas de luces a todos los colores que han existido en la tierra. Se mirarán desde la luna tal vez…
Y yendo más allá, sigue el hombre, y no acaba nunca por donde quiera que le mires. La tierra la ha llenado de sus huellas, de sus manchas, de sus maldades y sus esperanzas.
Y ahí, andando por doquier le encontrarás, blanco, negro, amarillo, creyéndose azul o gris o verde o naranja.
Así se transforma en el momento en que desee… como camaleón, como un mueble, como algo que a distancia parece su isla, dentro de su mundo eléctrico y virtual.
Hoy el marco de playa sólo lo deja plasmado en el papel tapiz de su computadora y ahí se deja llevar.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

hola!
yo gustosa cambiaría también mi silla de oficina por una hamaca y nada de ruidos, con un buen libro por leer o porque no, con los ojos cerrados disfrutando los sonidos de la naturaleza.... ahhhh!

AndreaLP dijo...

Eso es lo triste, que esa imagen sólo está como anhelo en el fondo de pantalla en una computadora. Pero ya me falta menos para llegarles a las vacaciones... Yupi!

Feliz martes-

Ileana Cruz dijo...

Playa, agua... parecía que pintaba una tarde lluviosa, pero en realidad sólo se alborotó el calor, porque las gotas no aparecen en el horizonte.

Un beso

FENIX dijo...

Q ue diera yo por disfrutar del mar, de su brisa y su quietud...

un afectuoso saludo doctora.

Enigma dijo...

... si, de que forma hemos cambiado el entorno, da hasta pena.

Un beso Dra

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Anónimo dijo...

Dra Kleine esa es la playa y la isla al que todod snos gustaría ir y desterrar muy muy lejos toda la barbarie que estamos creando en torno a este civilización... mal entendida. Bss

Dra. Kleine dijo...

Cierto, ha quedado sólo en una imagen!