13 septiembre 2007

El Sr. Marcos.

Imposible que me dejara de mirar, tras cada cambio de mirar èl siempre me tenìa la mirada encima, de vez en cuando perturbaba, daban nervios. No sabìa si en realidad era mudo o determinaban los demàs que tenìa poco lenguaje.
Por educaciòn pocas eran las veces que su presencia me molestaba, sin embargo, ya su visita era frecuente y sòlo atinaba a contestar el telèfono en mi escritorio o distraer mi mirada para escaparme de su insultante persistencia.
Las consultas que mi jefa, la doctora Carrillo, realizaba a pacientes con sìntomas sicològicos, eran frecuentes, y muchos de ellos parecìan mejorar, màs algunos yo considero que tenìan por adicciòn visitarla cada vez màs frecuente.
Asì era el prototipo del Sr. Marcos, soltero, delgado, con una blancura extrema que reflejaba sus ojos verdes de manera manìaca. Pensaba mucho y su lento caminar aparentaba un ser de esos que sòlo en pelìcular vampirezcas se daba la imagen frecuente.
Yo deberìa estar acostumbrada a las personas que contìnuamente nos visitan, sin embargo siempre hay sus excepciones y no tan fàcilemente me resulta distraerme de èste personaje.
Miraba a todos, pero en especial a las mujeres .
Su problema fue de la infancia, una hermanastra que solìa mostrarle de manera prematura los instintos sexuales fue quien contìnuamente hacìa de èl toda una muñequita... sin que lo fuera.
Exploraba de èl sus sentimientos, sus ganas, sus emociones y sus fluidos.
Daba miedo.
Ya cumplirà casi seis meses en que acudiò a la doctora, exponiendo varias situaciones, màs como siendo yo su asistente no tenìa mucho acceso a la informaciòn màs delicada, simplemente hojeaba lo meramente previsible.
Ahora ya conozco los pormenores del caso.
Ahì tenìa yo tres veces a la semana al Sr. Marcos, en ese recibidor donde el asiento estaba frente a mì.
Me miraba, nunca hablaba, sòlo en algunos momentos parecìa murmurar algo que no era precisamente claro a mis oìdos.
Sonreìa dràsticamente a todo el evento que se dirigiera a èl.
Por diagnòstico La Doctora describìa que estaba mudo. Sin familiares cercanos, salvo una jugosa herencia que la comandaba un tutor empresario, pariente muy lejano de su padre.
El fue quien canalizò al Sr. Marcos al consultorio.
Espero y pronto la doctora pueda salir para que cuente a su despacho de manera inmediata a èste señor.
Mientras tanto, me dedicarè a pensar en otra cosa, en còmo la Señora Vargas tiende a pintarse el cabello de colores diferentes mientras su vientre lo tatùa con mariposas cada vez que tiene un affair con gente diferente en su restaurant de la esquina.
El Señor Marcos me infunde miedo. Parece que no para de contar cosas en silencio.

11 comentarios:

Bernardo Felipe Martínez Meave dijo...

¿Infundiré miedo yo igual que el Sr. Marcos? Yo creo que si... A lo mejor también necesito ir con la Dra.

FENIX dijo...

A guardar distancias entonces, quien sabe que cosas albergue en su mente, si hablara, pues podria saberse un poco mas .

saludos !!!

Mati =) dijo...

Jíjoleeeeeeeeee... mejor nos alejamos, no???

Oye ese post anterior uuuufffffff... A mi pocas veces me asfixian las situaciones, creo que es algo muy padre... Lo vives intenso... Conoces más a tu pareja... Hasta te da oportunidad de hacer travesurillas y elevar la adrenalina por evitar ser vistos... Y bueno, es una responsabilidad no caer en rutina y demás cosas que implica pasar varias horas juntos... Es mejor disfrutarlo a predisponerse a que te asfixiará... ¿no?

Un abrazo enorme Dra!

Juan de Lobos dijo...

más miedo y ternura damos los Lobos AAAAAAAaaaauuuuuuuuuuuuu

Enigma dijo...

La cuestion es recordar que siempre cada persona es una historia diferente...

Un beso Dra

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

AndreaLP dijo...

A veces algunas personas dan miedo, pero resulta que no son tan extrañas cómo nos imaginamos. Lo difícil es reconocer quién no es peligroso y quien sí.

Saludos, Doc.

Atitel dijo...

De lejecitos se ven los toros y a veces hacerle caso a los instintos, nunca esta de mas.

Mientras, le deseo unas felices fiestas patrias Dra.

Besos!

MarvinNation dijo...

La pregunta no es quién nos da miedo y quién no.
Creo que es más honesto preguntarnos por qué tal o cual persona (o cosa) nos da miedo.
Máxime cuando ignoramos los motivos de la gente para ser de tal o cual manera.
Un bebé no tiene motivos para temerle a los aviones o a las latas de chícharos, esas cosas se aprenden.
Luego entonces, estimada Doctora, ¿qué hay en los ojos de Marcos, que te reflejan temor?

Anónimo dijo...

Afinando el instinto logramos percibir la energía que emanan nuestros semejantes y... hasta la que emanamos nosotros mismos...

Un beso mi Dra Kleine

Exenio dijo...

Permiso para la diferencia, NO a la intransigencia; es mejor estar alerta con los sentidos aún, sin usarlos...

fgiucich dijo...

Y menos mal que no habla. Abrazos.