Debo confesar que me impresionó de entrada su forma de llevar el carrito del súper... su manera de inspeccionar aquellos duraznos similares a su piel. Si... Porque la conocí ahí, en un supermercado y; aunque es el lugar menos preciso para tener poses o buscar algo más que latas de cerveza y papitas fritas para la fiesta con los cuates, esa mujer me dejó enormemente impresionado, así, a la distancia entre licores de promoción y la sección de frutas frescas, miraba su porte, sobresaliente a cualquier mujer –ama de casa-; comencé a imaginar de dónde habría salido con semejante delicadeza al caminar.
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No es común que cuando voy por las cosas que un refri de departamento de soltero necesite, me vaya por las secciones que son totalmente ajenas a mi modus-vivendi pero por esa ocasión decidí aventurarme y andar husmeando vilmente todo lo referente a especias, ensaladas y lácteos... Alcanzar a distancia respetable su carrito fue una proeza que dominé de inmediato, digamos que, sorteando carritos de señoras gorditas mal encaradas que, tras los precios, siempre tienen quejas y excusas de que todo sube muy rápido, logré escudriñar lo que llevaba dentro: Un buen vino tinto, queso, lechuga, tres preciosos duraznos y nos encontrábamos ya en la parte donde ella buscaba algo parecido a las carnes frías... Podría ser mi oportunidad de presumir mi conocimiento frente a aquella castaña con piernas delgadas, firmes y que le hacían verse alta y distinguida.
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Para mis adentros imaginé un supermercado donde en los estantes, sólo habría mujeres a escoger... Justo como necesitaba yo adquirirla –digo- ya estando en necesidades de cubrir el hogar de un solterito, esto era lo preciso para mi departamento de caballeros, sección sábanas color azul de seda y ella en medio semi desnuda...
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Volví de mi ensueño con rapidez y me apresuré a mencionarle que lo que tenía en sus manos era de buena calidad (¡Ni siquiera lo vì por tratar de ver lo profundo de sus ojos grises!), ella sólo atinó a sonreírme y mostrar cierto agradecimiento con la cabeza inclinada ¡Diablos! -Actúa aprisa o perderás tu oportunidad- Insistí en la calidad y me apresuré a tomar siete paquetes, argumentando una fiesta distinguida... –Dije ¿fiesta dis-tin-gui-da?- Sip... y volteó en seguida captando toda la atención que yo necesitaba de ella...
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–Dioses, dioses, dioses ¡Y UNA DIOSA!-
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Esos labios, su sonrisa, su mirar, me hicieron actuar de manera singular: llámese el clásico flirteo de un palomo hacia una hada: Hablar del buen vino que llevaba, cosas vanales e Invitarla a la Cena de Navidad que tendría en mi casa... (¡¿yo hice eso?¡).
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Sonrisa agradable, voz masculina, atención breve y pausada, y un arranque de carcajadas entre los dos.
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Celular, intercambio de tarjetas, sonrisas mutuas... Misión cumplida...
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En la caja registradora no acertaba a digerir aquello que había pasado, aún la buscaba con la mirada ¿en qué momento se me perdió?.
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- Dos mil cuatrocientos pesos, señor
- ¿C-cómo?
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Y he volteado de súbito en mi realidad al contemplar todo cuanto metí al carrito cuando caminaba a la par de ella...
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Sólo eran unas cervezas y papitas fritas... mi plan no era dejar mi cartera en aquel supermercado... incluyendo mi corazón.
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¿Y la “distinguida” cena de navidad? ... ¡Ay!, otro vuelco al corazón.
iran los niños... jugué como juegan los niños... y grité como un adulto grita cuando siente cosas raras en el estómago....
