Parque

Ayer estuve en el parque, creo que es algo que todos en cualquier lugar del mundo, en algunos momentos de nuestras vidas, nos concedemos por espacio de algunos minutos, sea simplemente por matar el tiempo, esperar a alguien con ansia en el corazón o permanecer ocultillos para ser espectadores de algunas escenitas de celos que suelen suceder, no creo que sólo en los parques de éstos rumbos pasen tales cosas, me pregunto si en la China ocurre así, ¿será?.

Ver a la gente pasar cuando tu te encuentras en estado relax es algo muy simpático. Yo misma he estado del otro lado y ver a la gente sentadota sin nada qué hacer algunas veces me produce ansiedad por ver que sus vidas se les están yendo en minutos perdidos. Independientemente de la escaneada que me dan cada vez que paso con un look singular.

Sin embargo, ayer mismo caí en la cuenta que no sólo los viejitos se sientan a ver pasar la vida de los demás en tan agitado tren. Uno mismo decide qué tanto de tus minutos-vida quieres depositarle a la calma, a la breve reflexión o al instante mismo de pensar en la vida que otras personas van haciendo.
Las veces que he inventado historias de la gente que pasa han sido hechas en base a lo que les veo en sus ojos, en sus ropas, en su karma. Poseen muchos olores tan singulares que el pensar lo que es de su vida me hace fantasear, volar, hacerles una novela terminada en cuento de hadas o fatalista, según su atuendo de locos y, ¿porqué no? comparar hasta cierto punto, el equilibrio en el que yo me encuentro.

Mirar a una vieja, hablar solita, sentir piedad por ver que su vida ya pasó y que quizá tuvo un amor en quien pudo dejar todas sus esperanzas es algo que me da una lección de vida.
Ver a un limosnero, andar a paso quejoso, sentir su miseria humana a pasos arrastrados me da un coco en la cabeza para que aprenda del que sus fuerzas a veces le abandonan y aún así andan... Son historias, son vidas, son almas que nadie y todos perciben. Pasan a mi lado sin que sea yo vista en totalidad. Quizá el hecho de que me siente ahí, sea algo que me convierta en parte de la arquitectura del lugar, me mimetice en un bulto, un eco receptor de pajarillos y una que otra cagadilla plumífera. ¡Es suerte que te toque una!.

No sé desde qué tiempos en la memoria los parques han sido inventados, pero cierto es, que podemos considerarla una estación de paso al agitado tren de vida que llevamos.
Un período breve de minutos congelados donde la vida misma se conjuga en un respiro de iglesia, repiquetes de campana, sonido de vendedores, música de viento y corazones en desvelo y como en cierto caso, el leve copeo de lágrimas profundas y disimuladas de inmensa soledad.