¿Qué comes que no convidas?

Mi pequeña gran confesión señores, es aquella donde no puedo llamarle gula, porque a la gula se le llena el buche y a mi no.
En todo el día me la he pasado mordiendo, masticando, tronando, haciendo ruido de ardilla...
No he podido guardar la tentación de esperar, de mantener una bolita quieta en mi boca, no he podido callar que no debo tragar sino ligeramente masticar.
¡Compostura me pido!, compostura olvido si se trata de morder eso que viene cubierto.

No sé si sea leguminosa, verdura o grano, más viene envuelto en una coraza artificial que suena al momento de que mis dientes y muelas tocan su superficie
Me he visto premiada como los elefantes cuando hacen una buena acción circense, quizá si me siento detrás de una reja y espero a que me avienten otra bolita en lo que me cuelgo en el asiento de mi oficina puedo imaginar que me compensan con una, mejor dos, tres ya son demasiados pero caben todavía...

Y ruidos... y más ruidos... unos chispeantes y otros en seco.
Unos deliciosos y otros sin cascarita...
Perdí, sí, perdí toda esa cordura en mi cuerpo de curvas y estómago envidiable por esas bolitas, mira que se encargaron solitas de rellenarme lo que se veía vacío... pero ¡¡nunca subieron a mis pechugas para rellenar lo que sí debía rellenarse!!
¡¡Estas bolitas serán la imagen y semejanza de mi misma por Dios!!, mientras, sigo mirando la computadora moviendo mandíbulas en el esfuerzo por romper una y otra y otra más.
¿Qué presentación tendré frente a mi jefe?...
Sin duda, alguien eficiente rodando frente a la impresora,
nada más original que sacar copia de una bolita en mi mano para mostrar que es una de las penúltimas que quedan...

deliciosas, sin que sean del gusto de todos...

¡¡me crecerá pelo y seré un chimpancé!!
No importa... moriré y en mi estado putrefacto crecerán gusanos de bolitas, no tendrán en mí otra cosa qué comer... serán deliciosos si revivo y me los como... tendrán ése toque de sabor a bolitas en mezcla de no se qué...
Los alucino, los devoro, los imploro...
Es lo que la lluvia es al desierto y lo que la sal es al plato de cocimiento...
En algún momento de alucine dije que los granos de café son los hermanos agrios de las bolitas, porque ellos son oscuritos y los otros son blanquitos. Aquellos son muy duros y éstos quedaron en término suave, tranquilos y apacibles, panzoncitos con rayita en medio.
¡Son divertidos!
Si los juegas en la boca, sé que no te resistirás, mas el gusto tendrás por captar cada vez que partas uno a la mitad.
Unos le llaman maní, yo completaría maní-a loca de comerlos.
Otros le dicen cacahuates, pero yo le digo bolitas
¡Oh que puedo decirte!- mi confesión es aglutinante e increíblemente imposible, pero si trato quizá lejos, en términos de soledad, tal vez me olvide de ellos y deje de ser tan divertida perdiendo la memoria en razón de su alegría contagiosa .
Chom, chom, chom...