Vosotros creeréis que soy sólo leyenda, que las bocas de muchos os han dejado plasmados en la mera fantasÃa, que solamente os voy dejando miedo si os creeréis valientes de vez en vez al andar por las calles del centro de lo que hoy es ciudad.
Mas a veces lo que suele ser sonado os pudo haber sucedido en alguna ocasión, que me aparezco con carácter y espantos a hombres que ahà me encuentro, pongo mi mano huesuda en su hombro y no le suelto hasta que desaparece de mi territorio.
Dicen que aún aparezco, que mi gemido es espantoso, que castigo a cuanto hombre sólo va por ahà distraÃdo...y todo por uno sólo que se cobró lo que muchos seguirán pagando por él. Os muestro lo que en tiempos remotos sucedió cuando yo vivÃa, cuando era carne y no hueso, cuando respiraba y necesitaba de comida para poder vivir en lugar de penar para poder salir del purgatorio en el que hoy me encuentro.
Eran esos tiempos en los que las damas os vestÃais de colores serenos, con grandes vestidos, pomposos para cualquier ocasión, que os gustáis presumiros ante los ojos machos de cualquier dinastÃa adinerada. Vuestro padre era como todos, de la gran comarca conocido por su diestro manejo en los dineros de grandes empresarios. De familia noble me crió como a vuestra madre más le hubo agradado; de buenas costumbres y gran estilo.
Fui traviesa como en tiempos infantiles, más cuando los tiempos de casorios me llegaron vuestro padre habÃais destinado mi cuerpo y mi vida a uno que en aquel tiempo más grande y conocedor de la vida serÃa mi marido. Yo inocente de saber las huestes del amor o del placer simplemente era halagada por la mera vista de saberme linda. Y como toda cosa nueva, me enamoré de mi esposo, como cualquier varón hubiese sido querido. Más nunca supe que en estos menesteres la picardÃa de andar de flor en flor era parte del deporte masculino y muerta en celos vigilaba cautelosa que no tocara siquiera la piel de otra dama por no llamarla de manera grosera una vil cortesana.
Y todo fue bello hasta que sus ropas me hablaron de otros perfumes y otros cabellos. Algunos coloridos, otros rizos, nunca coincidÃan con los rojos que eran los mÃos. Y ya dudaba de la existencia de saberme sola, de saberme su única mujer, mis adentros se corrompÃan y se dolÃan por no entender lo que era el amor vertido en varias almas y no en una sola. Y me volvà tan dura al saber que decidà hacer varios menesteres sin descanso por conseguir un vano amor, un único amor.
Ni el cura de esos tiempos os pudo calmar la agonÃa de mi dolor, ni las palabras sabias de cualquier consejal se metÃan en mÃ. Entre más os trataban de calmar preguntas necias más aumentaba mi rabia por quemar a quien se interpusiera entre mi amor persistente.
AsÃ, cada noche, tras haceros sentir que mi cansancio estaba al punto y los caballerangos se sabÃan solos, yo le seguÃa hasta aquel lugar. Deseosa de saber qué os llamaba tanto la atención descubrà lo que eran besos prestados, eran camas y deseos impuros, eran cosas que me mente no podÃa digerir. Y llenó tanto mi alma de odio que os juré vengar de mi tonta impotencia...
Continuará
5 comentarios:
Ay nana! Pues quien es...? ¿La llorona? No, pero la llorona no tenÃa cabellos rojos... :-o
estamos intrigados....con la "asesina de infieles"
hello klein....por lo que leo no hiciste el puentezote como miles de chilangos...asà tendrás tiempo para ordenar tu habitación y para ir al cine o a tomar un delicioso coffee....
Pues heme aquÃ, laborando como toda una gran Jejecutiva (por aquello de que me da risa).
No, no he salido Alex y dudo mucho hacer la limpieza de mi casa, está que se cae de mugreee! Pobre de mi Loko, ni él ha podido asolearse en mi balcón.
Nota: Loko es un perikito australiano lesbiano (lo compré pensando que era machÃn y me resultó hembrita pero no actúa como tal).
Pues aquà estoy, leyéndola hasta hoy, cuando debà haber venido antes,disfruto de la historia y también de los comentarios. Me llamó la atención lo de Loko ¿o loka? cómprele un compañero y verá que de inmediato sale de sus confusiones. Besos Doctora
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