Le decÃan “La flaquitaâ€� porque de verdad era en extremo delgada. Su enfermedad y lo poco que le ayudaba el cuerpo la habÃan dejado sin esperanza de una conquista con los caballeros. Su refugio eran las clases, ahÃ, donde Manolito.
Contraria a “La Coloradaâ€� ella era respetada en el salón. Muy querida por todos. Enseñaba español y corregÃa siempre la mala ortografÃa.
En las historietas que narraba la maestra “flaquitaâ€� a todos los del orfanato siempre le daba un pequeño ingrediente extra. Les hacÃa cerrar los ojos, cruzar sus brazos sobre el pupitre y ella, recorriendo el salón, hacÃa ruidos y efectos que le daban realce a la historia. No faltaba quien abriera un ojito descuidado para saber de dónde venÃan los sonidos, más la maestra era astuta y sabÃa que hacerlos a sus espaldas era magia para quien no la veÃa siempre al frente.
Hacer, de los que tenÃan poca seguridad, en grandes héroes literarios era su gran obra de cada dÃa. Vistiendo a uno de Sancho Panza (el más gordito de casualidad), montando escobas a otros traviesos, imaginando que cruzan el gran desierto en poderosos caballos.
En una ocasión se llevó tremenda llamada de atención de la Directora por intentar llevar a los chicos a la fuente de la salida del colegio; a falta de moneditas, aventar piedritas y pedir deseos. Los niños deseaban grandes deseos asà que aventaron grandes piedras.
¡Aquello quedó hecho una cascada de piedra de cantera.!
No importaban los regaños, esos eran los hijos que nunca pudo tener y sobre ellos daba una gotita pequeña de amor a los libros y a su ilusión.
- ¿qué historias contaremos el dÃa de hoy?- preguntaba los viernes a todos los chicos y chicas, desbaratando el orden en gritos y entusiasmos.
- ¡de mostros maestra!-
- ¡no, de hadas!-
- ¡otra vez el del conejo ese que corre mucho, le hace chistoso maestra!
- ¡Mejor del de caperucita!- y justo cuando hubo un huequito de silencio saltó Manolito
- ¡de la nieve!, si de esa cosa blanca que llega cuando es Navidad.
Todos miraron a Manolito, intrigados por saber porqué la nieve le causaba curiosidad.
- De acuerdo- dijo la maestra- hoy hablaremos de la nieve ya que pronto estaremos en Diciembre y comenzaremos a sentir frÃo... ¡mucho frÃo!, ¡no se muevan!- salió corriendo del salón, leves risitas temerosas y, en cosa de unos minutos, cuando el salón aún estaba callado y curioso por saber a qué habÃa salido, llegó ella cargando una gran caja...
- vamos, vengan por sus chamarras, tomen una bufanda. En esta caja hay guantes, ¡apresúrense!... Miró a Manolito y le guiñó un ojo, lo invitó a perder su timidez y a prestarse a su juego.
Esa noche Manolito miraba el techo, extasiado, recordando cada cosa que la maestra contó sobre Diciembre, sobre Navidad, sobre La Nieve. Y todo lo que ahà venÃa incluido sin que él lo supiera, soñó profundamente con Pingüinos, osos polares, ballenas, el polo norte, árboles de navidad repletos de colores por luces que se prenden y apagan en diferentes tiempos. Escuchó cascabeles y por primera vez no quiso despertar al llamado de la escuela...
Continuará.
7 comentarios:
Ya casi no hay maestras como la flaquita, me jacto de de haber tenido una asÃ.
Suerte de Manolito.
Cuando crezca quiero ser una maestra sÃ, por buena teacheer, y por flakitaaaaaaa
la vocación que va desapareciendo...los sueños que siguen valiendo el soñar...saludos y buen fin de semana..
Eii espero la continuación... sip me gusta me gusta
Que lástima que esas maestras vayan desapareciendo, pero aquà está usted doctora Kleine, y para nosotros es "la flaquita", rápido, regrese pronto queremos acabar de oir el cuento, hasta se me olvida que lo estoy leyendo.
la navidad nos envuelve....
saludos desde España.
roberto
Esos relatos tuyos que nos evocan recuerdos inmarcesibles: nuestras maestras, la infancia, la Navidad... Aunque se vayan perdiendo los seres amados o se hayan perdido ya, como en mi caso, hay en estas fechas una nota sentimental impagable... Feliz Navidad a todos (Bon Nadal en valenciano) y mis mejorers deseos. Salvador Alario bataller.
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