17 enero 2006

Una extraña ilusión I

El mar siempre tiene ese encanto que muchos poetas han querido retratar en esas letras llenas de entusiasmo, magia y misticismo. Yo no solía verlo como muchos que vivían a orillas de él, como mirando a no sé qué en el horizonte... mi vida era tan urbana y cotidiana que de no salir con chicas y chicos al centro de aquella villa creo que también mi rutina hubiese sido la de trabajar en aquella vieja fábrica empacadora de mariscos, aunque el olor no me era agradable la paga era buena.
Al ser joven uno quiere comerse el mundo a mordidas y mis intentos fallidos de salir de aquella villa no se habían podido concretar tan sólo por la cuestión de estudios. Amaba las ciencias exactas y entre el colegio y mis amigos todo era común hasta el día que yo conocí a una linda chica, venida del norte del país. Con un acento típico de allá podía encontrar que hasta su cabello rizado y rubio tenía ese toque que el mar tiene cuando está en calma.
Creo que me enamoré, como muchos de mis compañeros y la competencia se volvió empedernida mientras mi corazón se rompía en mil pedazos al ser rechazado en el intento.
Caí en esas depresiones en las que solamente tu soledad te ayuda y me refugié a orillas de los pequeños riscos que daban a la zona más abandonada de un arrecife.

Ahí descubrí que los atardeceres eran espectaculares y entendí a los vientos cuando soplaban del mar adentro. Juguetear con piedritas se volvía himnótico si el mar se hallaba en calma porque podía ver claramente cómo los peces, venidos de uno o dos metros de profundidad, merodeaban en búsqueda de comida, como sabiendo que yo les podría proporcionar un festín.
Ese ambiente que se tornaba melódico me daba una especie de calma extraña. De vez en vez, mi miraba volteaba en un instante hacia atrás o hacia los mismos lados de los peñascos. Yo me sentía observado, pero trataba de no hacer mucho caso.
Mi imaginación volaba tremendamente pensando que algún día, la chica de los cabellos rubios llegaría hacia mí, se sentaría a mi lado y tendríamos las charlas más lindas y entusiastas que cualquiera pudiera desear y escuchar, mas no era así, aunque continuaba sintiendo esa sensación de no estar del todo solo.

Una de esas tardes, en las que el corazón tiene tristeza de todo, me fui a refugiar al mismo lugar. No podía resistir la presión y lloré, en calma, pausado. Sin temor a que mis lágrimas se mezclaran entre la sal y el burbujeo del mar.
Fué ahí cuando el viento creí que me hablaba, me murmuraba...

Al principio no pude contenerme, gemía y secaba mi dolor con el suéter viejo que la abuela me regaló en un cumpleaños, después, limpiaba mis ojos como queriendo vislumbrar de dónde venía la musicalidad del sonido, pero era indescifrable...
- no llores... no te lastimes por dentro...-
Eso juraba escuchar cuando volvía en llanto y el mar se tornaba quieto... quizá la naturaleza me calmaba o quizá deseaba sentirme abrazado por alguien, pero lo que yo escuchaba era indescriptible. Detuve mi llanto.
En el pequeño estanque que se formaba a mis pies se llenó de momento de unos peces coloridos que nunca, ni en mis mejores clases de biología, había descubierto...
y ahí... por rapidez de la vista, chocó mi sorpresa con uno grande, indescriptible, de escamas azules o verdes... movido con rapidez, se ocultó en la gran roca frente a mi. Hubiera jurado que de ahí venía la voz.
Opté por retirarme, estaba tan suceptible que hasta los peces hubiera querido que me abrazaran, pero no me agradaba sentir un cuerpo escamoso y contarlo a mis amigos.
Esa noche, por mi ventana abierta, escuché mi nombre:
- ¿has dejado ya de llorar?, has dejado que tus lágrimas compartan tu dolor con el mío... desearía conocerte.
- ¡patrañas!- me dije, el corazón roto por una muchacha cualquiera sí que hace que uno se vuelva loco.
Me acomodé en la cama y tuve un sueño muy extraño.

continuará...

6 comentarios:

stultorum dijo...

Noy hay como la calma de sentarse a ver el mar y sus olas, y se vuelve mas placentero si le añadimos un atardecer y su puesta de sol.

P.S. me llegó la añoranza con este post.

rossmar dijo...

excelente post Dra. como siempre pero el de ayer debo decir que me ha dejado con un sabor de boca muy triste.
feliz semana Dra.

Enigma dijo...

... el mar y todas sus sensaciones que hacen uno se de cuenta de que vivo esta.

Espero la contonuacion Dra.

Un beso.

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Lizette S dijo...

Que bonito relato, espero la continuación!!

Aristóteles dijo...

¡Amo el mar! Ahí se pierden las lágrimas del ser humano.

El agua es signo de vida pero, también lo puede ser de muerte. Cada quien escoge el sentido de sus lágrimas.

Saludos nostalgicos.
Aristóteles.

De Sol y edades acompañadas dijo...

Esas ventanas, esos vientos tibios con palabras que te abrazan el corazón, que caray que me he acordado de personitas.
Ojala que si fueses quien espero que es pero me quedo en espera de la continuación.

Un gran saludo Dra.