18 abril 2006

Destino a voluntad

He comprado dos boletos de avión, el destino radica lejos de la gran urbe, de edificios arquitectónicos modernos y de todo ruido que da el smog de esta ciudad.
El vuelo promete que será diferente, puede existir un nuevo destino para mí y mi vida...todo depende de ella...o tal vez de la mía, no lo sé...

La conocí en la Biblioteca, donde nadie se imaginaría socializar con chicas guapas. Yo, devorador de conocimientos en medicina, en ese momento pensaba en saber cómo las parafilias se daban de manera extraña en el interior del cerebro humano; ella, una chica que gustaba de leer historias ahí, aunque su profesión no fuera precisamente la de una doctora o experta en filosofía. Amaba bailar en los centros nocturnos para caballeros.
Su cuerpo era de los que yo adoraba dibujar en cada esquema de anatomía, explicando las líneas de la naturaleza de una mujer, yo podía extenderme imaginando lo perfecto de la cercanía del corazón con los senos de ésta chica... ella era perfecta.
Coqueta en sus juegos cada vez que nos veíamos intentó invitarme alguna vez al lugar donde ella ejercía sus bailes y como la curiosidad de un hombre, en cuestión de piel y de hormonas jamás se detiene, decidí una noche descubrir qué tan voyeurista podía llegar a ser mirando el color de su piel en contraste con la poca tela que le cubría.
Ahí, frente a mí, bailaba y desnudaba su ser esperando que le colocara algunos billetes en el sensual neglillé que, seguramente, más de dos hubiéramos deseado estar tan cerca como el dinero que ella portaba entre sus senos y caderas.
El color negro que vestía esa noche le lucía espectacular, aunque, a decir verdad, por mis visitas frecuentes a ése lugar y ya no en la biblioteca, todos aseguraban que era el encaje blanco el que mejor le lucía las formas y excitaba en voces a un número considerable de admiradores, seguro que les apoyaba cuando muchos gritaban que apresurara el paso danzante para mostrar más.
No era una clásica chica que llora su desgracia viviendo de los hombres, la necesidad no la obligaba a “esos pequeños placeres�; culta, conocedora y hasta cierto punto inocente, decía que era parte de un gusto que se daba por poseer un cuerpo bonito. Podía elegir trabajar en ello para “algunos gastos extras�.
Comenzamos a salir con ciertas reservas, era una chica que amaba la libertad y todo cuanto ella ejerciera, ante cualquier obstáculo que no se lo permitiera, abortaba la relación. Los celos no eran parte de su modus vivendi.

Entre las horas dedicadas a la medicina, a los pacientes y al hospital, decidí aceptar una relación que cualquiera hubiera podido imaginar que era imposible llevarla a cabo por el tiempo corto que pasábamos juntos.

Estando en el aeropuerto recordando esos momentos aún me excita pensar cuando fue mía alguna tarde de Abril, entre el queso y el vino tinto se brindó a mí, abriendo la blusa delgada que prometía descubrir lo que sólo disimulaba sobre el relieve de su piel. En un arranque de besos dirigidos, no tardé mucho en caer en éxtasis ante su entrepierna y fui excitado en su humanidad profunda deseando que nunca terminara de hacerme sentir viril, me enamoré como estudiante, y me envicié de su cuerpo cada vez más.
La propuesta de mi profesión, ahora que tengo los boletos del destino en mi mano, tiene la consigna de que marche lejos, por el bien de la salud de todo enfermo. Y con ello, tuve que plantearle a ella lo que podía ser un destino bueno para ambos.
La dejé la tarde de hace dos días con la consigna de pensarlo bien, de que juntos podríamos llegar a ser una buena pareja y quizá ella, si la llegara a convencer suficiente, dejara su “afición� mientras nos establecíamos.
La espera es angustiante mientras miro el reloj para la partida, alargo el cuello para ver si su figura aparece con una sonrisa hacia mí, pero son los minutos los que me dicen que quizá, ella optó por la segunda opción...
un boleto será destrozado antes de partir y con ello mi corazón también...

La voz de la azafata nos llama y ahí es cuando miro mi auténtica realidad. De cuánto crucé en abrazos, besos y sexo por una mujer que, al final, tendré que entender que siempre fue libre y que jamás le atará un destino o un hombre como yo.

12 comentarios:

Cinéfilobo dijo...

***
Un pasaje de mi vida.

Ups!

ShAdOw dijo...

aaaaaaaaahhhh !! que rica historia para un martes gris, ojala pudiese ser un poquitito libre como lo es ella, que toma de la vida lo que le gusta sin tener prejuicios de llevar reglas marcadas por una sociedad que bien a bien no las lleva a plenitud...

Bien Dra. como siempre sus relatos me llevan de la mano ;o)

Abrazos para usted!!!

Menta dijo...

Algunas libertades no cambian,ni por amor ni por deseo ni por alguna esperanza,no cuando estan ancladas en el fondo del alma.
Un besote!

Menta

Anónimo dijo...

Qué bien descrito este romance :-)... quién fuera el protagonista!!!!

ignacio dijo...

Es mejor asi... se queda el misterio de lo que hubiera sido.

Anónimo dijo...

Una historia llena de ternura, amor, esperanzas y realidades.

Muy bonita, me gustó. :D

rossmar dijo...

MI QUERIDA DOCTORA QUE PLACER LEER Y RELEER ESTE RELATO,

BESOS DRA.

Enigma dijo...

Una historia que tiene un final de los que me gustan, reales mas alla de los romanticos... hay aves que no son para jaulas.

Un beso Dra

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Anónimo dijo...

Me encanto tu Blog de hoy....

Ya lo dice el viejo y conocido refran... a las mujeres ni todo el amor ni todo el dinero. Amiguito, esa chica le gusta la libertad y cero ataduras... te ilusionaste. Asi nos ha pasado a varios, hasta que entendemos que hay mujeres - y hombres - que de acuerdo a sus caracteristicas son para ciertas cosas, para tomarlos en serio o para disfrutar un rato...

José Antonio Galloso dijo...

Agradable relato, gracias por compartirlo.
te invito a visitar mi blog
Saludos

RAYDIGON dijo...

Excelente, bien escrito y real, como la vida misma, bravo !!!!

Besos Doc.

Raistlin dijo...

Increible, Sencillo, Honesto y muy real.

Felicidades Dra.