18 septiembre 2006

Al horizonte

En el horizonte, las olas de aquel mar tranquilo eran casi nulas, daban calma y armonía junto con el atardecer claro y apacible que se daba mirando aquel gran durazno entre amarillo y naranja que estaba posado en esa línea tenue que divide el cielo con el mar.
Pocas aves ya daban su tiempo de volar, prestas a guardarse en sus ramales, daban un último vuelo sobre lo que pudieran contemplar.
La brisa era tenue, calmada, casi imperceptible en los cabellos de aquella dama, casi inmóvil, casi muda... sólo en el reflejo acuoso de sus ojos se percibía el sentimiento de su ser y de su alma.
Lo extrañaba, claro que sí.
Añoraba que por el horizonte apareciera un barco con señas de llegar a costa, bajar y descubrir un cuerpo muy parecido al de él que le hiciera señas con ambos brazos, que se dirigiera hacia ella con la voz perfecta para decirle que finalmente los viajes habrían de terminarse, que ahora sí habría patrimonio y que finalmente él viviría en tierra, suspendiendo labores del mar y dejando su pasado atrás...
Ilusionaba en ésa tarde que finalmente algo pudiera pasar, que su hechizo se debilitara y pudiera romper como el cristal de un gran ventanal.
Más no pasaba así.
Al cabo de que el sol se sumergiera en lo profundo del mar nuevamente ella volvería al lugar donde su cuerpo voló.
Prepararía una leve cena y dispondría de un rezo para saber si mañana habría alguna novedad.
De momento apaga la vela y queda todo en silencio.
Cubre su cama del dosel y nada se oye ya... salvo un leve gemido de llanto, dolor y esperanza.
Soñará entonces que los días así pronto estarán por acabarse.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es el llanto la fuga del dolor del alma donde se mitigan las penas hasta ahogarse...

Un beso Dra.

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Anónimo dijo...

Buenos días!!
Que tal tu fin de semana?
Lunes nostalgico Dra..... triste escrito el de hoy.

RAYDIGON dijo...

Esto esta muy triste Doc.

feliz semana, besos

Kix dijo...

No no nonoooooooo...!!

La espera es horrible.

Anónimo dijo...

La pregunta del millón... ¿vale la pena esperar? Porque coincido con Kika, la espera y la incertidumbre es horrible y te carcome hast la locura.