04 diciembre 2006

TIempo atrás

Me atrevo a decir que èsto pasò hace muchos, muchos años, casi siglos atràs. Mucho antes que la modernidad de las màquinas comenzara a poseer la mente del hombre. En esos tiempos en los que el caminar de los caballos en los castillos imperiales señalaban grandeza y realeza.
Es en esa època donde yo pude ver, por medio del cristal màgico que se me concediò, la vida que llevaban ciertas familias, la manera en que muchos cantaban y celebraban sus fiestas de la cosecha. El tiempo en el que la cerveza fluìa con el ùnico afàn de reìr y alegrarse bajo una fogata teniendo como techo los ojos curiosos de las estrellas.
Yo me entretuve - si, lo debo confesar-, con las orgìas y fiestas, los planes misteriosos y las decisiones cruciales que en los castillos de reyes se celebraban? misterios de vidas y luchas por poder.
Ahì, por miramientos de mi gran curiosidad, anduve vagando entendiendo lo que en ese tiempo se hacìa o se intentaba lograr.
Habìa algo que me llamò la atención siempre de alguien a quien mirè en el transcurso de todo su largo vivir?
Entre uno de esos bosquecillos, en la humildad de una choza descubrì còmo un joven anhelaba con toda el alma saber lo que habrìa màs allà de las estrellas. Lo mirè al principio porque me resultò muy guapo, pese a la sencillez de sus ropas y después, tras mis sesiones de mezclas y aprendizajes de alquimia, lo tomaba como parte de un tiempo en el que debì dedicàrselo a escritos y memorias. Màs mi corazòn me arrebataba a mirar cada vez que me encontraba en silencio, esa bola de cristal que yacìa bajo ese paño rojo de terciopelo. Bastaban unas palabras al màgico cristal e invocaba su espacio y su imagen. Algunas cazando, otras jugueteando con la gente de su edad y otras mirando còmo me veìa? o veìa al cielo. Ahì, postrado en la frescura del pasto, escuchando el cantar de grillos. Yo pudiera pensar que se tomaba su tiempo para mirar mi rostro. Pero serìa un pensamiento demasiado pretencioso.
Me gustaban sus ojos, su corazòn, su manera de bañarse en los rìos, la manera de mirar a las mozuelas, me ilusionè incluso cuando probò por primera vez las mieles del sexo y las garras de un amor sencillo que poco le durò.. Le dediquè muchas horas de miramiento al que llamè el Príncipe de aquellos tiempos.
Y vì como crecìa y obedecía riguroso lo que el clero dictaba. Como ofrecìa algún ganado para agradar a los ojos de los que en ese tiempo gobernaban sus tierras. Le vì como aprendìa el arte de las espadas e incluso la osadìa de llevarse bien con un conde de gran alcurnia. Este le enseñò los trucos de la lectura y la escritura y por èl supo de libros y de cultura. Supo lo que habìa màs allà de su humilde choza donde su tìo, ciego por los años le platicaba de leyendas, hadas y brujas del bosque y èl siempre gustaba de mirar hacia arriba.
Asì fue como me tuvo expectante de su vida, del correr de los años y de mi cariño por su persona. Intentè con rituales mantener algún contacto, mas el bosque donde èl se hallaba no coincidìa con ninguno de los que yo conocìa a mis alrededores. Hice conjuros de tiempo pasado y tratè de revelarme ante èl por medio de sueños.
Mi corazòn ansiaba de menos, charlar un poco con èl, decirle que podìa entender su manera de suspirar, de reìr e incluso de su llorar pero mis intentos fueron en vano.
Alguna vez viajè a la vieja Inglaterra y caminè por donde èl mismo tuvo su propio lugar de vida. Mirè las pequeñas obras que hizo al volverse un gran constructor de castillos. Y sentì como si la conexión con lo que habìa dejado, fuera lo ùnico que me permitiera tocarle de manera fìsica.
Cierta vez, en el bosque, de noche, salìa gritando e invocando su espìritu. Lo màs que logrè fue una ligera ventisca y el sonido de su voz cantando algo de su tiempo. Fuè lo mas que pude estar cerca de èl. El tiempo no me permitiò màs que ver sus logros, sus aventuras, su mirada contìnua hacia el cielo o hacia donde yo mirara.
Vì que el tiempo le hacìa justicia dejando que su cabello encaneciera con dignidad.
Yo solìa abrazar la idea de que dentro de la magia que lograra aprender, pudiera trasladarme a su tiempo, sin embargo eran muchos los riesgos y la cofradía no permitìa esa clase de osadìas.
Al final casi de su tiempo mi corazòn se enamorò de èl, simplemente porque fue alguien que viviò su vida con bien y como los cànones de èse siglo se lo habìan permitido. Siempre le encontrè en los ùltimos años escribiendo cosas acerca del cielo, de una forma romàntica, refirièndose a las estrellas como un rostro que se le revelaba siempre, desde joven, como algo magnìfico que le estuviera sòlo a èl concedido.
Fue ahì cuando llorè y suspirè, y anhelè que mi mano traspasara el cristal para darle un ùltimo adiòs en su lecho de muerte?
Nunca lo logrè y por varios meses me enlutè. Sufrì y en espìritu durmiente viajè hasta su lugar y a donde èl alimentò a la tierra.
Fue de sentimiento de bruja que diera con su tumba, de esas que ahora en los tiempos modernos conservan como patrimonios de herencia de siglos atràs y fue cuando leì, en su piedra mortuoria algo que me hizo sonreír y dejar escapar un làgrima de respeto y tal vez de amor.
?Al rostro que miraba en las estrellas es a donde mi alma quiere llegar ??
Y desde entonces, no miro màs vidas a través del cristal, esas horas de esparcimiento, gusto ahora de mirar al cielo cuando está despejado ofreciendo una sonrisa y un beso a los ojos bellos de las estrellas.

7 comentarios:

Enigma dijo...

Tierna y bella historia Dra. en verdad que hacia tiempo faltaba algo asi... buen inicio de semana, un beso

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Anónimo dijo...

hola :)

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Freddy dijo...

no leí la crónica completa pero leí algunas de las anteriores: con tu compermisito copiaré algunas líneas para compartirlas con una hermosa mujer...besitos

RAYDIGON dijo...

Que bonita historia !!!!!!

Besos y super semana Doc.

Anónimo dijo...

Desde la vieja Europa, recalo inadvertidamente en este puerto, heroico y extraño, escondido en la intemporalidad de lo que solo existe unido a tí. Seguiré la evolución de su Historia imposible, la que vas construyendo cada día y cada noche.

Anónimo dijo...

Raydigón me robó las palabras de la boca, qué bonita historia!!!!

Eso de los ojos en el cielo, bueno, anduve volando bajo todo el día, ohh sí.

Un abrazo y linda semana

Dr. Phyloel dijo...

Qué belleza. El voyeurismo metafísico retando las fuerzas del tiempo y de la misticidad de los encuentros no-físicos pero trascendentales. Eres la gran observadora de una vida resuelta a encontrarse con eso que quiere conocer cómo amor.

UN SALUDO PINTORESCO
PD: gracias por visitar mi blog a pesar de mi larga ausencia.