El asilo

- Es un hombre admirable, cuántos como él deberían de ser como Don Alejandro…

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- ¡Uy! Uno en cien, te lo puedo asegurar. Nunca falta a su cita y en cuanto puede desprenderse de su padre luego, luego nos viene a ver a enfermerìa, para ver si no se nos ofrece algo con el resto de los ancianos.
Les tiene un fervor inmediato.

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- ¡Raro, no?, si tiene hijos y esposa no sè como viene a ocupar su tiempo aquì tambièn…

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- Porque aquí esta su papa, tonta, además tiene fama de ser muy buena gente con los que andan pidiendo limosna.

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- Ora… Y ¿a poco le da a todos dinero?...

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- No para todos, si vieras que luego les compra comida… Dinero no tanto, sino cosas, un café caliente, una frazada, cosas por el estilo…

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- Y entonces ¿porquè lo estàn entrevistando, tu?, si el no tiene lìos con la policía?

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- Pues porque a todos nos van a preguntar cosas, después de las muertes que tan seguido se vienen dando aquì en el asilo es normal que los detectives se acerquen a nosotros pues pa ver si no sabemos de alquien sospechoso

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- Ahhh, tons, ¿tu crees que el que mata a los hijos de los ancianos de aquì nos conozca?

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- ¡Uy que si no!, lo raro es que los ancianos jamàs se dan por enterados que mueren sus familiares, ¡nunca los visitan!

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- Y si Don Alejandro dejara de visitar a su Padre, ¿crees que lo vayan a matar?

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- ¡Ay ni Dios ni la Virgen Santìsima lo quiera!, Tu boca se te haga chicharrón loca

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- Oh, pos yo nomàs decìa, uno nunca sabe cuando le llega la calaca por detràs

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- Pues por detràs o por delante yo no le tengo miedo a la muerte, pero a los que andan matando ancianos si…

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- No pos yo tambièn…

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