16 noviembre 2005

La vid y mi vida

Adoraba juguetear entre los campos, sentir el olor de la miel en algunas flores, seguir a los gusanitos caminar sobre los tallos...
Papá era de gustos exigentes y cuando salía a revisar las viñas me tomaba de la mano y caminaba junto a él. Miraba el gusto con que las uvas se iban formando, su peso, su sabor. Incluso cómo alguno que otro insecto dejaba que se posara sobre las hojas cuando a mi me tenía alejada por tenerle miedo garrafal a las arañas.
Mi primer contacto con el vino fue cuando tuve cerca de los cinco años. Sentada la familia en la gran cocina de la hacienda, me miraba impaciente mi padre para ver si tras el sorbo que le daba hacía gestos o lo saboreaba.
Fue un gran rito el verme hacer un lazo entre el vino, la vista, mi nariz y mi lengua, entre el vino y mi gusto, entre el vino y un primer placer.
Al cumplir doce años la fiesta del jugo de uva entre toda la familia resultaba espectacular. Bajo la música melodiosa del acordeón de mi abuelo se aplaudía alegremente entre cantos y risas. Todo en torno a esas bolitas de color y sabor peculiar.
Comenzaba desde el amanecer, cantando mi madre a mi padre, cantando lo que su abuela le había enseñado mucho tiempo atrás. Despertando cuando lo hace el sol todos salíamos a jugar con el agua, juntando muchas cubetas enfiladas al campo.
El tiempo se dirigía a la extracción del jugo. Ahí, sólo las vírgenes pueden pisarlas, aplastarlas y sacar de la uva el mejor néctar. Siempre era divertido ver cómo mis tías y una que otra chica caía en esa gran alberca en la que yo siempre moría incesantemente de una risa contagiosa. Los trabajadores de mi padre amenizaban la labor, todos atentos y serviciales.

En las tardes, tras recoger el destazadero de la pulpa, era turno de las madres preparar buenas carnes. Hasta a los perros les tocaba el buen festín sin descartar que mi panza quedara igual de redonda que una uva pequeña.
Por la noche, alrededor del calor de una gran fogata que mi hermano mayor adoraba preparar, contaban los viejos historias macabras o de esas que se dicen de amores y recuerdos, añorando bellas mujercitas que trabajaban en el ingenio.
Era una copita de vino la que yo ya bebía y aprendía a tomar sabor, aprendía a saber su madurez.
Muy noche aún se escuchaban desde mi cama las risas de los grandes al escuchar vivencias y encantos provocados por la creación de la uva.
La prueba de fuego era al día siguiente. Quienes habían crecido su garganta y quienes seguían mirando con respeto al vino.
Ya más grande, cuando entraba a las cavas papá me explicaba cosas de color, barricas de madera y años de espera. Un gran amor fue lo que pude apreciar de mi padre, una gran atención que tenía tanto en su familia como en los vinos y en toda su gente que atinaba a mirarle como el gran patrón.
De mis hermanos, yo siempre conocí el secreto de las uvas, el sonido de su crecimiento, los olores de su aviso para decir que ya estaban listas para ser cortadas y trabajadas.
A mis hermanos les llegó el amor y pronto emigraron a otros lugares, con el tiempo, mis tíos y tías se dedicaban a trabajos menos pesados y mi padre, siempre atento a pesar de su edad, me daba consejos sobre el vidrio en el que reposaría cada una de sus hijas nacidas de la tierra.
Fue así como amé el vino, como me convertí en madre y amante de su sabor, como me inicié en las labores vitivinícolas y es así como les he contado un trozo de mi historia que plasmé en breve suspiro dentro de un viejo roble.

22 comentarios:

Lo-que-serA dijo...

Anduve lejos, Dra. y justo vengo a encontrarme con este bello post. ¡Qué riqueza detrás de esas botellas! ¡Cuánto cuidado y cariño! Hermoso y evocador. Salud!

Enigma dijo...

Es la virtud de la tierra cuando en ella sale el producto de la naturaleza,a sistida por el hombre...

Saludo querida Dra.

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Darth Chelerious dijo...

ya se me antojó una copita de vino. en la noché la beberé. salud!

Kix dijo...

También a mí se me antojó! Aunque la verdad no soy muy conocedora que digamos... Saludines!

stultorum dijo...

Doc. es pegunta, donde naciste?.

Del post que te puedo decir, en mi caso nu fué la uva, pero fueron las huertas de mango, de limón, ciruelos y naranjos.

Regar a diario, podar, injertar y limpiar la maleza, eran nuestras tareas mientras mi abuelo y mi papá nos enseñaba cunado la fruta estaba lista para el corte.

Saludos.

Abejilla dijo...

Hola, que chingon tu blog, llegue aqui por causalidad, y te digo desde ahora que seguire viniendo, me fascina lo que tienes que decir.

Fuente

Freddy dijo...

recordé una buena movie; creo fue la última en la que trabajó Antony Queen....hace algunos ayeres cosechaba uvas que me regalaba un buen amigo.....saludos

Óscar dijo...

Querida Dra.: Veo que nada te es ajeno, que todo lo humano te interesa. Eres tan sabia como San Jerónimo o San Agustín, tan cachonda como una veinteañera y tan nostálgica como una abuelita.

Un placer, como siempre, leerte.
Un beso

Dra. Kleine dijo...

Hola chicos y chicas, muy buena tarde tenga hoy!
Me han prometido abrir botellas de vino y les he contagiado el gusto por saborearlo. Tienen tarea eh?, a cumplirla se ha dicho!

Los viñedos siempre me dan esa sensación de añejamiento, de tiempos manejados entre un pasado y un futuro. ¡Ah que sensación!

M. Gringo cruza los dedos, anda, anda, crúzalos para que así sea el libro! y prometo vino para todos el día que se llegue. De acuerdo?

Lo-que-será: tenemos pendiente algun vinillo por ahí eh??? no finjas demencia!!

Mr. Enigma: a quien se le ocurrió sembrar semillitas y ponerlas a reposar durante años? usted lo sabe?

Darh querido, tienes tarea!

Kika querida, el secreto a veces está en sentarte una buena tarde, en quietud, cortar quesito en cuadritos, abrir la botella y saborearla leyendo un buen libro. Te aseguro que quedas maravillada. Ah, pero todo con medida.

Stult hace ya muchas lunas que nací en el Defectuoso. Aunque una parte de mi infancia la pasaba entre granjas de mis tíos. Las haciendas Tlaxcaltecas. Me considero de ranchito jeje.

Abejuna: Alguna vez ya tuve el gusto de que pisaras este tu blog, vuelve pronto! pero no tardes!

Alex, esa película fue genial. Muy buena. Se las recomiendo, "Un paseo entre las nubes" si mal no recuerdo. (corríjanme si no lo es)

jijiji Oscar, hasta me vi las arrugas en el espejo! Ya verás el de mañana. Muchas gracias por el cumplido caballero!

Sabes Yeye? a veces hay mujeres que retoman valientemente lo que sus padres legan y resultan buenas empresarias!

Dra. Kleine dijo...

Bruno, Bruno, el primer comentario iba dirigido hacia vos, tomadlo en cuenta eh?

*cuando iba en la prepa salía el Slogan en las bebidas de "nada con exceso, todo con medida" y recuerdo que le cambiaba las palabras y decía: "todo con el sexo, nada sin medida" jeje.

Unknown dijo...

Me traes recuerdos y anhelos para esos fines de semana que se avecinan para disfrutar el fruto de las ubres del viñedo: el agua de todas las aguas, el vino de todos los vinos. Buena luna!.

Dra. Kleine dijo...

Ego, la primera vez que probé un vino fué ciertamente en una noche de luna, a 4,573 metros de altura. im-pre-sio-nan-te.
Igualmente!

Anónimo dijo...

Salud con un rico vino tinto chileno...no hay más allá!..Salucita! Además, una copita al día o dos..te hace bien!

Saludos!

Dra. Kleine dijo...

Mario! mi abuela con tequila todas las tardes se daba el desempance. Vivió 97 años!

Anónimo dijo...

Yo nada mas.... brindo con los vinitos esos a tu salud y la de los otros blogueros.

Besitos.

Unknown dijo...

Que esto que el otro, salud!, el vino y su trasfondo es una gran experiencia , y el poder disfrutarlo tras dejar respirar una botella de vino es n ritual que incluso tildaria de sensual, dejar las cosas poco hasta que esten en su punto.

Saludos.

Unknown dijo...

Me hiciste recordar mis tiempo de viñatera. Cuendo fui a trabajar recogiendo uvas... qué tiempos aquellos!

Unknown dijo...

En la mano derecha, tijeras de cultivo.
Hincada frente a la vid
oigo el crujir de la rama entre las puntas de metal.

En su trayectoria hacia el canasto de palma
va latiendo, en mi mano izquierda,
un corazón apenas cercenado.

Unknown dijo...

a las dos claudias
Hay una casa en el vientre de la piedra,
en las orillas del Lago Leman.

El agua, la tierra y los viñedos, ¿será octubre?

Cien botellas y el tren sin humo y sin vapor;
los barcos de agua dulce reparten el viento en cuatro puertos.
No hay niños, ni perros, ni muchachas.
Miles de pájaros oscurecen el cielo con sus gritos.
Y por encima de todo se levanta compacto, oscuramente
cálido, ese olor.

La piel de las uvas se pudre al sol,
el jugo duerme en cientos de barricas.

Dra. Kleine dijo...

Noemí chica! Cualquier celebración es buena para una deliciosa copa de vino. Sabes donde la disfruto mucho? En "Los enanos del Tapanco" Col. Roma. Sirven un vinito ajúa! con música Jazz ahhhhh..Hay pretexto eh?

Locura: Cierto, el ritual que por instinto muchos seguimos al abrir y sentir el bouquet. Ohh si.

Raquel!!! Oh Raquel!!
Invítame a participar cargando el canasto,
prometo que lleno el cesto hasta que no me dé pleno abasto!


Gracias! esas palabras son bellas!

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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