Quedé como en aquellos tiempos en los que verlo a él me dejaba congelada, pasmada y sin palabra alguna qué sacar.
Es increÃble la capacidad mental que tenemos al guardar en el recuerdo a una persona que estuvo muy dentro de uno y, que al menor movimiento de un cuerpo, sabemos reconocer el caminar, el tocar, hasta el timbre de voz que ha quedado ahÃ, en el rincón donde creÃmos que todo ya estaba guardado.
Un centro comercial es un lugar donde van cientos de personas y que, al menos a mÃ, jamás me da por verlas, paso de largo incluso cuando las amigas me saludan sin que yo voltee. -¡Qué grosera!- me dicen, pero no es excusa, me clavo tanto en mirar la guerra de precios y productos tan variados que simplemente del carrito al estante va la cuenta de lo que llevo.
Pero bastó conque la orilla de mi ojo percibiera ése cuerpo, la espalda. El cabello y la forma del peinado para que me hicieran voltear en céntimas de segundos... darme cuenta que la forma programada de esa figura en mi mente coincidÃa exactamente con la que estaba casi a mi lado.
Por sorpresa me petrifiqué, duró segundos el escaneo, era él, ¡sÃ!, al recobrarme un poco, tomé calladita, como si no quisiera que nadie me viera, el carrito del súper, me hice lentamente hacia atrás y sin dejar de ver las latas de atún me cercioré de estar a una distancia razonable donde no se me pudiera reconocer o tal vez donde me darÃa tiempo de hacer "plan fuga".
Lo miré, suspiré, recordé aquel momento en el que fuà suya por primera vez, cuando enjugó mis lágrimas por mi primera derrota de la vida y en el momento en el que me besó por un adiós.
Cierto, el tiempo nos cambia, le và un poco de más pancita, su altura inigualable ahora hace que las canas le sienten mejor, con presencia, con gran actitud varonil. Miraba algo de verduras, recordé de inmediato que era experto cocinero. El salmón le quedaba perfecto en las noches que tomabamos vino blanco con música de vals y terminábamos abrazados al calor de la fogata de la cabaña de Ontario.
De pronto, la cordura, quizá no venga solo, tal vez esté acompañado...
Más prudente se volvió mi distancia y comencé a buscar alguna cara conocida. Nadie a la redonda, ni en frutas y verduras, ni en carnes rojas.
Y él ni siquiera parecÃa que estuviera mirando por esperar a alguien en la parte de los lácteos.
Mi corazón comenzó nuevamente las palpitaciones de su recuerdo y mi cabeza tenÃa un torbellino de preguntas que deseaba hacer para aclarar algunas cosas que quedaron en el tintero... no me atrevÃa; la lucha entre el sà y el no hacerme la aparecida de repente estaba en pleno... sólo agarraba lata tras lata sin decidirme por ya nada. Dulces en escabeche, sopas instantáneas, pan en conserva...
Pero lo miraba, deseaba una vez más guardar su imagen, fresca, renovada, quizá guardarla como los frascos del aparador.
Deseaba en ese momento que sus ojos se dirigieran a mà como aquella vez en la que me dijo que lo nuestro era imposible de seguir, que lo nuestro habÃa sido lo mejor de su vida, que lo nuestro jamás terminarÃa en un matrimonio fértil y enamorado porque alguien ya se me habÃa adelantado para estar en su vida.
Y recordé las lágrimas y los momentos, y las turbulentas noches que no pudimos estar el uno sin el otro... como también recordé su partida definitiva en mi vida.
Hice un recuento y creo que de momento no puedo evocar a nadie más importante después de él que a él mismo.
De la sección de lácteos cambió a los vinos... tÃpico de él. Sonreà porque và que seguÃa con sus mismas costumbres, mas el rostro me cambió de momento al descubrir que alguien se le aproximaba con gran familiaridad.
Una figura femenina, delgada, fina en el vestir hizo presencia de momento. Con pisada calmada y serena se le acercó para mostrarle una botella. Fuà clavada en el pecho por una flecha que me atravesó. Mi mente voló, recordó... el era un hombre casado. Sin embargo esa mujer no coincidÃa con la imagen que creÃa recordar de aquellos tiempos, más bien lucÃa de mayor edad, canosa con peinado elegante no pude más que atinar a pensar una sola cosa... le busqué el rostro a ésa mujer, traté de recordar algo que me trajera el recuerdo de ella y... finalmente supe que era la mamá de él. Nadie más le dirÃa su nombre en diminutivo como lo hacÃa ella o como me platicaba él.
Y sonreà en la sección de galletas, hasta el olor de bombones parecÃa diferente.
Ahà estaba el amor de mi vida, tratando de ver cuál era el vino de mejor elección... ahà estaba el hombre que le dediqué casi un cuarto de siglo de mi juventud, inocencia y experiencia, vida, lágrimas y amor.
Preferà alejarme, dejar en mi mente ése último cuadro, perfecto para mis excusas del corazón.
Dejé en pendiente la espuma de jabón y las escencias del shampoo y me dirigà con paso muy lento a la caja sin perder de vista aquella última imagen.
- ¿Encontró todo lo que buscaba en nuestro almacén?- preguntó la chica,
- Si señorita, más de lo que yo esperaba...
15 comentarios:
***
Me gusta ir al super lo confieso.
Me gustó mucho. Hiciste revivir recuerdos mÃos que poco tienen que ver con supermercados y señoras canosas, pero recuerdos del dulce amor.
... todo en un mismo lugar, caray, recuerdos, carnes, sentimientos, verduras y sobretodo, ¡ofertas!
Divertido pero emotivo...
Un beso Dra.
El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra
Me hiciste recordar, cuando iba en la universidad, entre el gentÃo podÃa reconocer desde lejos a la persona que tanto me gustaba: en la cafeterÃa, en los prados, en los estacionamientos. Una especie de radar que nos guÃa hacia lo que nos interesa.
Un beso.
Linda historia que nos lleva a revivir ese amor que no fué para nosotras...
Un beso mi querida Dra.
Yo sà me le hubiera parado enfrente y preguntarle que qué onda con su vida!
Catching up with old friends...
¿Mamitis aguda mi doctora?
Uy esa si es una enfermedad mortal.
Me atrapó de principio a fin.
Mi cariño para usted
Una vez mas Miss, andamos pensando parecido, con estados de animo parecidos...
Es doloroso recordar a un gran amor que no fue para mi. Pero lo peor es saber que no fui amada como lo merecia...
Hermoso tu relato....me hizo recordar y me volvio a doler
Sentà cada una de tus palabras como si las hubiera vivido yo.
Saludos
esa capacidad de desvelar cosas que todos sentimos, y que tú las sacas a la luz. Veo, de todos modos, que el amor está en la red, últimamente :-)
chale! yo pensé que ahora era una aventura erótica en el súper, jajja!!! No es cierto... ;-)
Me encantó el relato... aunque queda la duda de saber que hubiera pasado si lo saludabas, no??? pese a ello me identifiqué con tu relato... y con el sentimiento que en ese momento debió llenar tu ser... Saludos...
Tu disfrutas todos los detalles, hasta las idas al Super..felicidades, por cierto..me pasó algo muy similar recientemente, pero..al revés..yo iba acompañado. Saludos y buen fin de semana!
P.D. Es buena onda ir al super..si eres observador "te pintas" mil de historias..me gusta.
¿Y porque no lo saludaste, timida?
Besitos.
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