Sin planes

Querido Diario,
Hoy que es Jueves por la noche puedo contarte ya con toda tranquilidad que me da mucho gusto que se acabe el día. Mañana será viernes y como pocas ocasiones me sentiré llena de buena vibra y bastante emocionada.

No tengo ningún motivo en especial.

Tal vez llame a todas las chicas y salgamos, después de la tediosa oficina, a tomar algunas bebidas en el restaurant nocturno que acaban de abrir, ése que tiene de meseros a chicos fenomenales con un torso que dan ganas de tocarlo. Ni se diga de su vestimenta: Un moñito y short negro, grandiosa combinación, ¿cierto?.
Aunque temo mucho que terminaremos ebrias en alguna casa y con una cara terrible por la espantosa cruda que tendremos todas al amanecer, imagínanos a todas despeinadas, algunas vomitadas y hasta lloronas en la casa de Lucila.
¡Siempre nos la pasamos bien!

Tal vez se me antoje, con el ajetreo del día, llamar por teléfono al tontito de Ignacio, podríamos tener una buena velada, con cena afrodisíaca, dejar que él cocine para mí en su departamento de soltero, donde se nota que sabe cómo tratar a las mujeres que desea. -Esta vez me contará de su terrible y ficticia soledad- aunque sepa yo que finja con tal de conseguir despertar cariño en mí. Un poco de sexo duradero lo puede compensar y ya avanzada la madrugada venir a descansar a mi habitación o dejar que amanezca por la mañana servida de un rico jugo de naranja hecho con su fina atención.
Suena divertido, sobre todo porque no hay que hacer rodeos ni sugerencias. Al grano todo de manera cómoda.
O tal vez mi querido Diario, salga tan cansada del trabajo que no tenga ganas ni siquiera de mirar el ajetreo de los oficinistas que salen como desesperados en búsqueda de reventón y relax. El tráfico se hará notar cada vez que avancen las horas. Puede ser que venga a casa a mirar alguna de esas películas que compré y que aún no las he estrenado siquiera. Mirando con palomitas de maíz cada escena romántica sé que estaré más que bien servida y atendida, cómoda en pijama y con toda la tranquilidad de despertar tarde, muuuuuy tarde.

Será viernes querido Diario, y aún no tengo decidida una agenda distinguida.

Sea cuestión de esperar y no planear nada hasta que salga el Gran Jefe de su oficina y pueda sentir que la tensión finalmente ha terminado.

Ya lo veremos mañana sin que me aflija qué me pondré para sentirme a gusto.

Hasta mañana.