Fruta fresca y buena

Yo le gusté a la maldita, sé que le gusté desde siempre porque todos los días m´iba a comprar la fruta en mi puesto del mercado.
Me retehacía la plática la maldita y siempre coqueteaba con ése vestido que dejaba ver todo lo que cargaba detrás. Sabía que me gustaba reteharto.
¡Y retecelosa!, pues como vendía fruta fresca y buena, -con precio justo ¿eh?-, pos muchas de mis clientas siempre estaban ahí.
En una de esas hasta pensé que era la gata de un gran señora porque dinero siempre traía, pero resultó ser la patrona. Por eso bien vestidita y retebonita.
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Me la supo hacer gacha.
Yo le gusté a la maldita para los buenos acostones a los que me invitaba.
Jamás supe donde vivió la rejija.
Me encandiló y hasta la fruta se la regalaba.
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Invitación:
La fotografía siempre me entusiasma de manera especial y hoy he visto en éste blog algo parecido a un concurso que ofrece una buena cuenta como premio.
Foto Digital está de moda. Vayan a echar una mirada rebelde.

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Taba rebuena la maldita, un duraznito era similar a su piel... pero jugó hasta con mi cariño.
Era casada la maldita y probaba a ver quién la cogía mejor, si el carnicero o el cargador, o hasta el muchacho que me hacía los mandados.
Tenía ángel la condenada, ángel pa caerle bien a todos.
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No reninego, me encariñé harto con ella, pero por ser de otros yo prefiero vender fruta.
Era casada la maldita y por eso la dejé.

El durazno me lo como y me hace rete bien, si a esa vieja me le sigo metiendo juro que a mi corazón va a envenenar.
Aunque fuera una reinita mejor me quedo solito así.