El

Siendo la tarde de hoy una como cualquier otra, mi visión cambia cada vez que el clima me presenta la misma ventana, el mismo parque, los mismos edificios que rodean al parque, la gente y los árboles cuando llueve, hace calor o simplemente el viento las mueve de forma armoniosa; hasta las noches en que los grillos hacen su cadencioso concierto, la luz de los faros concuerda con la gran luna llena siempre que se siente fresca y callada.
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Todas las tardes, después de llegar de la Universidad, adoro prepararme un café con amaretto. El aroma que se impregna en cada rincón de la sala me abraza provocándome tranquilidad después de la tortuosa hora de Ciencias que, por colmo, siempre queda a la última hora.
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Es casi un ritual, sentarme en el gran ventanal que cubre una ligera cortina blanca, acomodarme en el sillón donde suelo hundirme cómodamente y mirar.
Mirar los pajaritos, escuchar su sonido, mirar las nubes, mirar a la gente y mirarlo a El...
En el centro del parque hay juegos para los chicos y es también, por lo que veo, un ritual para El pasear a su perro en algunas horas precisas.
Su perro es un Golden de cola pomposa, grande y orgulloso que siempre juguetea al momento de encontrar cerca a algún niño que muera de curiosidad por tocarle. Tan elegante en sus formas como lo es El.
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El camina desenfadado, siempre de suéteres muy lindos. Algunas veces con libro en mano y otras tantas con una bolsa para limpiar lo que el travieso hace. Mira a los chicos, camina alrededor. Cuando trae la pelota amarilla sé que me dura más tiempo el momento de apreciarle desde el segundo piso.
Creo que jamás me ha notado porque siempre le miro tras la cortina, aunque no sé si la vista sea poderosa porque todos los días gusta de mirar todo lo que hay frente a él.
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Y juegan los dos y se entretienen los dos. Ríe uno y ladra el otro. Lo entrena en algunas cosas y en otras tantas lo mima.
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El es alto, ligeramente rubio, su cuerpo es atlético sin llegar al colmo del fitness. Me gusta su manera casual de vestir y algunas veces he deseado caminar cerca de El tan sólo para saber a qué huele su piel.
Su mirada es cálida, tierna y tal vez hasta enamorada.
Nunca he visto que compartan el tiempo con una chica aunque con amigos ¡muchos!. Pasan el tiempo jugando con el disco corriendo de un lado hacia otro.
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Terminado mi café y terminado su tiempo de sacar a su compañero fiel es hora de seguir haciendo las tareas siguientes.
Mi suspiro acaba y aguardo por otra tarde así, de verle y de engolosinarme por pensar cómo sería robarle un beso, un ligero abrazo, una caricia en su mejilla. De hacer fantasías junto a El.
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Mañana espero y no llueva temprano.